Al gobierno le faltan dólares. Y esta semana se conoció cuál es uno de los motivos. El jueves 4 un informe de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) reveló que todavía quedan 34,954 millones de toneladas de soja, equivalente al 73% de la producción total. 

El trabajo consigna que hubo un freno en las ventas: “el volumen promedio de ventas semanales de soja durante el mes de Mayo fue de 1,5 millones de toneladas. A partir de las primeras semanas de junio el volumen de ventas semanal promedio bajó a 500,000 toneladas”. 

En comparación con los años anteriores a esta altura del años los porcentajes de soja en poder de los productores eran en el 2023 del 57%, en 2022 del 56%, en 2021 del 51 % y en el 2020 del 48%, lo que muestra que este año la retención es mucho mayor.

La evidencia en la retención de la soja, principal producto exportador de la Argentina, es que los productores o acopiadores esperan una devaluación en el tipo de cambio o una mejora mediante la baja de las retenciones.

Al respecto, un informe de la Fundación Encuentro, vinculado con el Frente Renovador que fundó Sergio Massa, sostiene que “a realidad del sector agropecuario no solo que no mejoró, sino que hoy todos los indicadores marcan una situación más apremiante y sin visos de mejora en el corto o mediano plazo”.

El trabajo lleva el elocuente título: “¿Por qué el campo no liquida?”.El análisis busca dar pistas de porque los productores se quedan con la soja en lugar de venderla. 

“Es sabido que para el productor su moneda es el cereal, es su reaseguro para poder desde allí diagramar algún tipo de inversión. Por esto, es que es natural que hoy decidan no acceder a liquidar y mucho menos a stockearse de otra manera, como sí pasó en otros años. Hoy al productor NO le conviene stockearse con insumos, hoy al productor NO le conviene invertir en bienes de uso y hoy al productor NO le conviene invertir en maquinaria. Es decir, el productor se reserva la soja a la espera de que el escenario económico mejore”, consigna.

Y da ejemplos sobre cómo cambiaron los precios desde el gobierno anterior al actual. “Usando como referencia el quintal de soja (habitual unidad de valor que se usa para medir los costos) notamos que para poder hacerse de 100 litros de gasoil, un productor en noviembre necesitaba 2,5 quintales y hoy necesita 3,6 quintales, más de un 40 por ciento más. Hoy el litro de diesel premium ronda los 1.300 pesos, mientras que en noviembre costaba 400 pesos aproximadamente”, ejemplifica.

No sólo aumentó el precio del gasoil, un insumo clave para las tareas de labores en la tierra, siembra, fumigación o cosecha. También aumentaron sus precios otros insumos que cotizan en dólares como los fertilizantes o glifosato.

“Para sacar al productor de la inmovilización en la que se encuentra es necesario una política clara. Una de ellas, podría ser el establecimiento de un cronograma de reducción de retenciones a la soja, eso incentivaría a la liquidación y, con precios más competitivos, se animarían a invertir en próximas campañas”, propone el trabajo.