Ya se ha levantado casi todo la cosecha de soja, 92,2% del área sembrada, pero su principal cereal de reemplazo, el trigo, solo ha completado el 25,7% de las 6,2 millones de hectáreas proyectadas, lo que representa una demora interanual de 7,1 puntos porcentuales (p.p.) respecto al promedio de las últimas 5 campañas, según el último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Esta “morosidad” en la siembra del trigo viene de la mano de cierta reticencia de los productores a vender su soja que se liquida un 80% a través del dólar oficial, y 20% por el Contado con Liquidación, menos las retenciones.

Un cambio en este “dólar blend” de alrededor de $ 930, o un baja en las retenciones, o porque no, una suba de los precios internacionales, incentivaría la producción.

El campo espera señales del gobierno o mejores precios para avanzar con el trigo

Si bien en la última semana mejoró el nivel de liquidación de soja, los productores están haciendo los números, porque, al igual que aumentó el precio del trigo, por las inundaciones en el sur de Brasil y las perspectivas de una menor producción en Rusia, lo cierto es que también se incrementaron los costos internos

El profesor e investigador del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, Dante Romano, destacó que luego que el trigo llegara el pasado lunes a US$ 257 la tonelada en el mercado internacional, Argentina, suma la duda de cuánto trigo podría producir Brasil en las zonas donde se inundó”.

“Los productores cariocas tienen toda la intención de sembrar. Veremos qué sucede cuando la ventana de implantación se cierre a fin de junio”, explicó Romano a través de un documento.

El especialista reconoce el retraso en la siembra pero considera que “se consolida la perspectiva de un crecimiento importante” en el área a sembrar.

Con esos guarismos, y buena humedad inicial, alcanzar 18 millones de toneladas parece un ‘piso’ de producción, y no podemos descartar que se llegue hasta las 20 millones”, contra los 15,5 millones de la campaña 2023/24 concluye Romano.

Argentina, es tercer jugador mundial en soja y en maíz, pero en el caso del trigo es el séptimo país exportador y tiene la dificultad de estar lejos de los centros de consumo.

Su principal comprador es Brasil, que desde hace 10 años viene pugnando por alcanzar el autoabastecimiento.