Si bien el escenario más probable era el de un ballotage con Javier Milei como uno de los participantes, el resultado de las generales no era el más esperado en la previa. Con el oficialismo como triunfador de la contienda, se alejó del horizonte el escenario extremo de una dolarización y cedieron las tensiones cambiarias que estuvieron a la orden del día en las últimas semanas. No obstante, esta podría ser solo transitoria. Estará atada a cómo los candidatos transiten las 4 semanas que quedan hasta el ballotage, a lo que vayan reflejando las encuestas y a lo que hagan y digan los espacios políticos.

Entonces, es probable que la incertidumbre se prolongue por otro mes más. La fragilidad de la economía es de tal magnitud que cualquier evento puede significar una amenaza. En los extremos, desde un nuevo aliento al desarme de colocaciones en pesos por parte de Javier Milei tratando de recuperar fortaleza relativa vía el deterioro de la situación económica, hasta el impulso de nuevas políticas populistas por parte del ministro-candidato para consolidar su base de apoyo. 

Pero, quizás, sobre la estrategia oficialista es dónde quedan más dudas. En el próximo mes Sergio Massa podría estar avanzando en una transición hacia sí mismo, con lo que vuelven a surgir las conclusiones del Teorema de Baglini. Se estará moviendo sobre la delgada línea que separa asegurar el triunfo en la segunda vuelta con medidas al estilo de las promovidas el último mes y la necesidad de evitar un colapso de la economía inmediatamente después de asumir. 

Aún no presentó gabinete, pero, por tradición incluso del peronismo, creemos tendrá un movimiento, al menos aparentemente, hacia el centro; sobre todo de la mano del humor de las urnas. Parece contar con una mayor cuota de gobernabilidad, pero manifiesta un claro déficit de credibilidad. Parecería ser el caso inverso de Milei, a quien la conformación del gabinete podría compensar parte del déficit de gobernabilidad Por lo pronto, el ministro sabe que deberá volver a sentarse con el FMI para habilitar nuevos desembolsos. 

Si bien la activación del segundo tramo del swap con China dio aire a las reservas, este año restan vencimientos netos con el Organismo por USD 1,8 MM y apenas comienza 2024 deberán afrontarse los intereses de Bonares y Globales por USD 1,5 MM. Esto podría imponer cierta prudencia en materia fiscal aun cuando probablemente la próxima gestión avance en un nuevo programa con el FMI. La meta comprometida de déficit primario de 1,9% del PBI para 2023 difícilmente sea alcanzada, pero entendemos que el Gobierno buscará que el incumplimiento sea lo más acotado posible. 

El argumento del impacto de la sequía restando recursos por el equivalente a 0,7% del PBI siempre será aplicable, lo mismo que la dinámica que mostró el gasto primario hasta agosto (-8,5% anual en términos reales). Pero la relajación de septiembre y octubre como respuesta a la derrota electoral de las PASO será más difícil de justificar. Por eso, con el resultado electoral definido, si Massa resultase electo, podría esperarse una mayor austeridad en los últimos meses del año, aunque no creemos que el desvío sea corregido del todo. Ya a septiembre el déficit primario equivalía a 1,4% del PBI, 0,1 pp más que en 2022 a la misma altura del año. Alcanzar la meta demandará un ajuste del gasto primario de 23% anual real en el último trimestre. 

En esta línea, la semana pasada el ministro intensificó su promesa de convergencia fiscal para el próximo año. El proyecto de Ley de Presupuesto 2024 define un déficit primario de 0,9% del PBI, manteniendo las metas acordadas inicialmente con el FMI. No obstante, Massa presiona al Congreso para que este en un superávit de 1% eliminando una porción del gasto tributario que se detalla en una separata del mensaje de la Ley (en total suma 2,4% del PBI). 

Vale tener presente que, la tarea del Congreso será (en caso de aceptarla) todavía más ardua que la prevista considerando que desde que el Presupuesto ingresó para su tratamiento, se hizo ley la eximición del impuesto a las ganancias a buena parte de los ingresos de la cuarta categoría, se impusieron anticipos extraordinarios del impuesto a las ganancias con pagos en 2023 por ingresos de 2024 y se dio media sanción en Diputados a la ley de Compre sin IVA. Todas cuestiones que tendrán impacto sobre los ingresos fiscales del próximo año y que no estaban previstas en la proyección inicial de déficit primario del Gobierno. 

En materia cambiaria, en un contexto de reservas netas que rozan los USD 10 MM negativos, la pérdida de divisas asociada a contener la brecha contra un dólar oficial que seguirá congelado en $ 350 hasta mediados de noviembre, motivó la extensión de un tipo de cambio diferencial a todas las exportaciones. Con este esquema, que permite liquidar el 30% al dólar CCL y deja un tipo de cambio equivalente $ 507 hoy, el Gobierno intenta, una vez más, aumentar la oferta de divisas y evitar/moderar las situaciones de stress. 

En efecto, los resultados empezaron a verse rápidamente: el BCRA logró sumar USD 364 M en las últimas 4 ruedas recuperando una posición compradora en el MLC. La versión de dólares sectoriales (Soja I a IV, Agro, Minero, Hidrocarburos, Economías regionales) a los que vino apelando el Gobierno en el último año, derivó en una versión generalizada para todas las exportaciones y cabe preguntarse si no es el anticipo de un eventual desdoblamiento cambiario. 

Es esperable que las semanas que median entre las elecciones y el ballotage transcurran más calmas que las semanas post PASO, al menos en materia económica. Los mensajes del candidato libertario no logran hacer el mismo daño y S. Massa buscará posponer la resolución de problemas estructurales. Después del ballotage seguirá quedando la tarea complicada, cualquiera sea el ganador. Habrá que seguir esperando para ver el rumbo de la economía en los próximos años.