El 25 de octubre de 1973 finalizó la llamada “Guerra del Yom Kipur”, un suceso bélico que duró menos de un mes, que enfrentó al Estado de Israel a la coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria, y tuvo enormes consecuencias para el orden económico mundial, poniendo fin al período de esplendor de las economías capitalistas occidentales conocido como los “30 gloriosos”.

A 50 años de este evento, en la mañana del sábado 7 de octubre se dispararon los primeros cohetes lanzados desde Gaza por la agrupación islamista Hamas, a lo que siguió su incursión en territorio israelí, provocando 1.400 muertos, miles de heridos y cerca de 200 rehenes. El primer ministro israelita, Netanyahu, declaró el estado de alerta máxima y comenzó el avance con sus tropas para contrarrestar esta ofensiva. Medio Oriente se encuentra en guerra otra vez.

La primera crisis del petróleo de 1973

Hoy, como hace medio siglo, el conflicto árabe-israelí vuelve a tener una renovada vigencia en la agenda mundial, mostrando cómo factores geopolíticos pueden tener repercusiones en la economía y sociedad. En 1973, los Países Árabes Exportadores de Petróleo, en represalia al apoyo político y militar que Estados Unidos y Europa Occidental dieron a Israel, pararon el suministro de petróleo crudo hacia ellos. Así, el precio del barril aumentó 300% en un lapso de cinco meses.

Precio promedio del barril de crudo 1960-2022

A 50 años de la primera crisis del petróleo: cuando una guerra terminó con décadas de auge

Fuente: Statista.com

Las consecuencias fueron demoledoras para la actividad económica, que tenía como insumo esencial un petróleo barato que se importaba en gran parte desde Medio Oriente, marcando el fin de la sociedad de pleno empleo, bienestar y crecimiento económico que duró casi 30 años.

Nacimiento y crisis del Estado de Bienestar

El acuerdo social tras la Segunda Guerra Mundial consolidó el denominado Welfare State. Las elites, temerosas por el avance del comunismo en Europa, dejaron de lado sus reticencias a las concesiones sociales y aumento de la seguridad para dotar al capitalismo de una mayor legitimidad. Así, los gobiernos ofrecieron protección frente a los riesgos y generaron una distribución de la renta a lo largo de toda la vida y entre diferentes grupos sociales. Se trata de un compromiso socialdemócrata de posguerra inspirado en las ideas del economista británico John Maynard Keynes (1883-1946) y que propone las llamadas “economías mixtas”, donde el sector público tuvo un papel fundamental en la dirección económica y en la arquitectura del bienestar. Como resultado de su aplicación, ocurrió un crecimiento ininterrumpido del producto bruto interno per cápita entre 1950-1973 en los países desarrollados.

Crecimiento promedio del PIB per cápita entre 1900 y 1973

A 50 años de la primera crisis del petróleo: cuando una guerra terminó con décadas de auge

Sin embargo, las dificultades económicas por la escasez del petróleo desde 1973 llevaron a una recesión, aumento del desempleo (que en Estados Unidos llegó al 9% para 1975), caída del salario real y aumento de la pobreza; lo que hizo necesario una expansión del gasto público estatal a través de ayudas, que reforzaron las tendencias inflacionarias.

Este escenario precipitó una “crisis de legitimidad” del modelo. La Comisión Trilateral, impulsada por Rockefeller en 1975, planteó que las democracias atravesaban una encrucijada gobernabilidad, pues estimulaban las demandas, aunque su capacidad de dar respuesta se veía cada vez más reducida. Desde las ciencias sociales, pensadores americanos como Alan Wolfe y James O’Connor, o los alemanes Claus Offe y Jürgen Habermas, explicaron las principales contradicciones del Estado Benefactor de posguerra, enfocándose en la difícil conjugación de la acumulación capitalista con la distribución, esencial para su legitimación.

Las ideas neomonetaristas ganaron mucho interés en el debate público, promoviendo eliminar este papel regulador e interventor para mejorar la asignación de recursos, recuperar competitividad y favorecer el crecimiento económico; lo que orientará a la “nueva derecha” hacia el poder en el Reino Unido en 1979 y en Estados Unidos en 1981, con una encendida retórica contraria a la intervención de los gobiernos y las políticas socialdemócratas, aplicando políticas de austeridad conocidas comúnmente como “neoliberalismo”.

Hoy, a 50 años de la crisis del Estado de Bienestar, el discurso antiestatista parece ganar un renovado interés, prometiendo nuevamente ser la gran solución a la crisis económica. Sin embargo, en un mundo más interconectado, complejo y policéntrico, las sociedades deberían además debatir -como hace 80 años- el gran dilema de los capitalismos avanzados: la articulación de un régimen de bienestar que impulse el desarrollo humano y las necesidades de crecimiento económico y competitividad. Algo nada sencillo de conciliar.