El levantamiento del cepo (liberar restricciones de crecimiento) comienza a volverse una necesidad no sólo económica sino también política: ante la estabilización de la inflación, el electorado comienza a reordenar sus prioridades y la reactivación de la economía gana preponderancia. En este contexto, el gobierno dio nuevas definiciones sobre la salida del cepo que permiten especular que no se encuentra tan distante. Esta vez, el contexto internacional puede ayudar.

En la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) elaborada por la Universidad San Andrés la preocupación por la inflación pasó de ser la prioridad número uno de la población en los últimos tres años a ocupar el quinto puesto, muy por debajo de los salarios bajos y la pobreza que hoy lideran el ranking. La suba de la pobreza al 52,9% (y de la indigencia al 18,1%) en la primera mitad del año es una de las contracaras de ello. 

Ante la falta de dinamismo de la economía real, los relevamientos políticos de la UdeSa y Di Tella mostraron una importante caída de la confianza en el gobierno en el último mes y la confianza de los consumidores se contrajo en mayor medida por la preocupación sobre la evolución de la macroeconomía.

Los datos de julio representaron una buena noticia en este aspecto: el EMAE (proxy del PBI mensual) rebotó 1.7% mensual vs junio, y esta vez no se trató solo de efecto agro: en promedio, el resto de la economía repuntó 1,6%. Pero los indicadores adelantados de agosto parecen confirmar nuestra tesis de que la reactivación no es lineal ni adquiere la velocidad que el gobierno esperaba.

El paso del tiempo no es neutral. Para llegar a las elecciones de medio término con una buena imagen, la reactivación de la economía se convierte en una necesidad. En este contexto, en conferencia frente a la Asamblea General de la ONU, el presidente anunció que la salida del cepo se produciría cuando la inflación del programa macroeconómico fuera cero. Esta expresión luego fue aclarada por el propio presidente: en su cálculo se descuenta la tasa de crawling de 2% y la inflación internacional que ronda el 0,5%. Es decir que la inflación debería bajar 1,5 puntos hacia un entorno del 2,5% para que se cumpla tal condición.

¿Cuán factible es alcanzar esta meta en el corto plazo? Nuestra visión es que a muy corto plazo existen factores que dificultan la reducción desde estos niveles: la elevada inercia de los servicios, la política monetaria que no resulta lo suficientemente restrictiva, y la recomposición de los precios regulados. Pero si la limitación de las pautas salariales que propone el gobierno y la baja de los costos por la eliminación del impuesto PAIS surten efecto sobre la inercia, la tasa podría comenzar a operar restrictivamente y es factible que esta meta se alcance en la primera mitad de 2025.

Las medidas recientemente anunciadas, como la extensión del blanqueo y la agenda regulatoria laboral, buscan tener un efecto positivo de mediano plazo, mediante la movilización de recursos a través del crédito y la reducción de los costos laborales. Pero sin la salida del cepo, que rápidamente podría atraer inversiones si los fundamentals macro continúan firmes, el efecto de estos puede resultar insuficiente para levantar la imagen del gobierno de cara a las legislativas de 2025.

El contexto externo esta vez puede ayudar. En el mundo desarrollado la sintonía es la misma: la preocupación respecto de la inflación cedió terreno vs. el nivel de actividad y los principales bancos centrales empezaron ya a recortar tasas. En China, esta semana conocimos varias medidas de estímulo de magnitud considerable. El conjunto de estas medidas (baja de tasas, debilitamiento del USD, repunte en el nivel de actividad global) debería tener impacto sobre precios de las materias primas y flujos de capitales hacia mercados emergentes. Estos dos factores son positivos para el cierre externo de Argentina tanto por el lado de la cuenta corriente (precios de materias primas) como por el lado de la cuenta capital (mejores condiciones para renovar/canjear vencimientos en 2025).

Nuestro escenario de salida del cepo antes de las elecciones luce más probable que unas semanas atrás.