Finalmente, el gobierno logró la mayoría en Diputados para aceptar los cambios de la Ley Bases que vinieron del Senado, y además restituir el impuesto a las Ganancias y la reforma de Bienes Personales, que habían sido rechazados por la cámara alta. Se percibe así una sensación de “vuelta de página” luego de una saga extensa que comenzó a principios de año. Como veníamos diciendo, la Ley Bases tenía un componente “simbólico” mayor a su efecto real, y en ese marco hay que leer su impacto: un gobierno con minoría parlamentaria que pudo lograr un objetivo aunar voluntades, luego de varias idas y vueltas con dosis de diálogo político que fueron en aumento.

De esa lectura puede desprenderse que puede haber un aprendizaje sobre que la estrategia de los consensos puede dar resultados, aunque todo dependerá de qué postura tome el gobierno en adelante con este resultado. Además, predominaba la idea de que este paquete de leyes ilustraba, para muchos, un cambio de régimen que impulsará al país al desarrollo.

Desde nuestro punto de vista, hemos comentado que esto también era más simbólico que real, pero aun así consideramos importante poder haber dado esa vuelta de página. Desde lo real, iremos evaluando si la Ley Bases tiene efectos relevantes por su reforma laboral (fundamentalmente la eliminación de las mal llamadas “multas laborales” por deficiencias de registro), o por el RIGI. Respecto del régimen de incentivos, está evolucionando el acuerdo de YPF con la malaya Petronas (a quienes podrán sumarse otros socios locales) para instalar una planta de licuefacción con alcance global, aunque se desconoce realmente cuán crucial es el RIGI en ese acuerdo, respecto del proyecto de GNL que tenía media sanción.

También era sabido que los proyectos de inversión hidrocarburíferos para el 2024 se estimaban sin RIGI en USD 11 MM (monto similar al de 2023), con lo cual habrá que ver si se incrementan a partir de la posibilidad de licuar el gas en magnitudes importantes en un futuro relativamente cercano. Respecto de los temas fiscales, se restituyó la versión original de Diputados de Ganancias y Bienes Personales, además de establecerse un nuevo blanqueo cuyo impacto fiscal siempre es difícil de estimar a priori.

En principio, el paquete total podría ayudar a las arcas del Tesoro entre 0,5% y 1% del PBI para este año. Además, quedó pendiente la media sanción de Diputados de reforma de la movilidad jubilatoria: no sólo compensa la diferencia entre el adicional de abril de 12,5% por arriba del IPC respecto de lo que había sido la inflación de enero (20,6%), sino que agrega para el futuro ingresos adicionales cuando los salarios o la Canasta Básica Total superan a la inflación. Estos adicionales le otorgan a la fórmula un sesgo permanente al alza. Habrá que ver si su tratamiento continúa en el Senado, independientemente de que el presidente Milei ya adelantó que lo vetaría en caso de que sea ley.

Luego de aprobada la Ley Bases, Milei mencionó que lo que sigue es la reforma monetaria y, como nueva pista, agregó que la base monetaria amplia no aumentará más. Pero hay más dudas que certezas, aunque el viernes el ministro Caputo y el presidente del BCRA hicieron algunas aclaraciones más. Por lo pronto, pareciera que, de las distintas fuentes de emisión de base monetaria, el gobierno apunta a que no se emita más para financiar al gobierno o para pagar intereses por sus pasivos remunerados. Lo primero ya fue cumplido, y para lo segundo las autoridades continuarán con la estrategia de reemplazo de deuda del BCRA por deuda del Tesoro, ya iniciada semanas atrás.

Esta semana se entenderá mejor cómo serán las nuevas Letras de Regulación Monetaria emitidas por el Tesoro, y cómo se establecerá su cupón variable atado a decisiones del BCRA. Por lo pronto, lo anunciado sería un manejo de pasivos intra sector público, pero no mucho más que eso, bajo el entendimiento de que esto (bajo un slogan de “emisión 0”) ayudará a achicar más las expectativas de inflación.

No hubo anuncios sobre el cepo (“queda para una tercera etapa, para cuando estén dadas las condiciones”), reducción del Impuesto País o eliminación del blend exportador, pero sí acentuaron el compromiso de equilibrio fiscal.

Otra vez, los funcionarios mostraron la cara más pragmática de las definiciones de política económica, pero esta vez dejando un gusto más insípido. La duda que genera este anuncio es que nuevamente resulta disonante respecto de comentarios más altisonantes del presidente Milei. ¿Cómo engancha esto con la denominada “competencia de monedas”? ¿Realmente se apunta a la eliminación, en un futuro, del banco central? El octavo Review del FMI pareció alumbrar mejor el camino de lo que podría llegar a diagramar Argentina respecto del futuro de la gestión cambiaria y monetaria, camino que no estaba claro a partir de mensajes borrosos de funcionarios y del propio presidente, quienes secuencialmente mencionaron diversas alternativas como dolarización, competencia de monedas (sin definiciones sobre qué sería), dolarización endógena, salida del cepo, etc.

Frente a esto, el informe del FMI afirma que las autoridades argentinas conciben realmente un nuevo régimen de “competencia de monedas” en un contexto de acumulación de reservas y retiro gradual de las restricciones cambiarias, pero el FMI considera que esa competencia sería un régimen de flotación administrada como el que prevalece hoy en Uruguay y Perú.

O sea, una línea bastante tradicional y nada novedosa, lo cual es algo que consideramos saludable. Esta competencia sería sencillamente un sinónimo del retiro del cepo cambiario, cuando las condiciones de la balanza de pagos lo permitan. Pero el BCRA seguiría existiendo y cumpliendo su rol de prestamista de última instancia, seguiría interviniendo en el mercado de cambios, seguiría esterilizando la emisión monetaria que esa intervención genera, administrando la liquidez con operaciones de mercado abierto (compra-venta de títulos del tesoro, con efectos idénticos a emitir la propia deuda como pases, leliqs, lebacs, etc).

Además, el FMI hizo firmes declaraciones complementarias. 

1) Afirman que las autoridades argentinas están dispuestas a que las tasas de interés reales sean positivas para estimular la demanda de pesos y colaborar con la desinflación. 

2) La política cambiaria debe volverse más flexible, permitiendo la acumulación de reservas, lo que esencialmente es un eufemismo de que el dólar debería estar en un nivel más alto, sobre todo si tarde o temprano se van a levantar las restricciones (además de si se pretende eliminar el blend 80-20 y el Impuesto País). 

3) Muy relevante, el FMI declaró que el dólar no tendría curso legal y el pago de impuestos se seguirá realizando en pesos. Esto básicamente destierra la posibilidad de una dolarización, incluso de una “dolarización endógena”, concebida, por algunos, como la posibilidad de realizar pagos y cobros en dólares (incluyendo precios y salarios). 

4) Se sugiere que la comunicación de la política económica sea clara para poder guiar las expectativas del mercado y así lograr los resultados previstos.

En pocas palabras, el FMI se vuelca hacia un programa de estabilización tradicional, con foco en la solidez fiscal, pero sin aventuras monetarias que impliquen una reforma disruptiva. Además, recomienda enfáticamente que debe haber una comunicación clara del camino a seguir. Como dijimos, frente a esto el gobierno sigue enviando señales confusas. 

El vocero presidencial, Manuel Adorni, afirmó: “El Presidente de la Nación ya lo ha dicho, nuestro régimen monetario va a ser en algún momento el de la liberalización total de la elección de la moneda donde cada uno pueda efectivamente elegir en qué moneda quiera comerciar, transaccionar, comprar, vender y manejarse en lo cotidiano”. Eso parecería indicar que el dólar podría ser de curso legal, contradiciendo lo comentado por el FMI.

Lo anunciado el viernes a última hora por el ministro Luis Caputo difiere de lo que afirma el presidente Milei, quien continúa afirmando que sacar al Banco Central de la escena sigue siendo la meta. Caputo afirmó nuevamente que se necesitan más dólares para salir del cepo, mientras que Milei dice que sólo alcanza con dejar de emitir, terminando de “sanear” el balance del BCRA. Por eso, en el frente monetario la incertidumbre continúa. De imponerse versiones más aventureras en la gestión monetaria, podrían llegar a verse tensiones futuras en la negociación con el FMI, y también en la búsqueda de consensos y soporte político para definir un régimen monetario y cambiario.