El 21 de septiembre, mientras en Argentina se celebra el Día del Estudiante en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, la realidad de las y los jóvenes en las escuelas del país revela un panorama complejo. Según datos recientes del Censo 2022 y estudios del Observatorio Argentinos por la Educación, la trayectoria escolar de los estudiantes presenta desafíos estructurales que impiden una educación equitativa para todos.

El Censo 2022 arrojó resultados alentadores en cuanto a la asistencia escolar en niños y niñas de entre 4 y 14 años, donde la universalización de la educación primaria parece estar al alcance. Sin embargo, las cifras cambian drásticamente a partir de la educación secundaria. La asistencia disminuye entre adolescentes de 15 a 17 años y cae aún más para los jóvenes de entre 18 y 24 años, con un marcado aumento de las diferencias de género.

Según el censo, a partir de los 15 años, más mujeres que varones asisten a la escuela, y esta tendencia se amplía en la franja de 18 a 24 años. Esta diferencia refleja problemáticas subyacentes, como las responsabilidades domésticas y de cuidado, que recaen desproporcionadamente sobre las mujeres jóvenes. De hecho, un estudio de UNICEF y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) revela que casi 7 de cada 10 adolescentes entre 15 y 17 años realizan tareas de cuidado no remuneradas, con una clara disparidad de género: el 78% de las adolescentes mujeres se ocupa de estas labores, en comparación con el 54% de los varones.

El informe del Observatorio Argentinos por la Educación también subraya que casi la mitad de los varones mayores de 25 años no terminó el secundario. Mientras que el 41,2% de las mujeres tampoco culminó sus estudios, entre los varones el porcentaje asciende al 49,3%. Esto evidencia una barrera significativa en la igualdad de oportunidades para acceder a una educación superior o técnica.

A pesar de que el abandono escolar ha disminuido en los últimos años —del 24,4% en 2018 al 15,1% en 2022—, solo el 13% de los estudiantes que inician la primaria completan la secundaria en tiempo y forma, cumpliendo con los criterios esperados en Lengua y Matemática. Este dato refleja un grave problema en la calidad de la enseñanza y en la capacidad del sistema educativo para retener y acompañar a los jóvenes durante su escolaridad.

Otro factor que afecta el rendimiento educativo es el ausentismo. Según un estudio reciente, 1 de cada 4 estudiantes del último año de secundaria falta al menos 20 días al año, una cifra que impacta en el rendimiento académico y en las probabilidades de culminar la educación secundaria. El ausentismo no solo tiene efectos inmediatos en el aprendizaje, sino que también contribuye a la desconexión social y emocional de los jóvenes, lo que aumenta el riesgo de abandono escolar.

Las provincias más afectadas por esta problemática son Buenos Aires, Tierra del Fuego, CABA y La Pampa, donde un alto porcentaje de estudiantes reporta más de 20 inasistencias anuales. En contraste, provincias como San Juan y Santiago del Estero muestran mejores indicadores de asistencia, aunque el desafío del ausentismo sigue siendo una preocupación a nivel nacional.

A estos problemas se suman los alarmantes datos sobre las diferencias en los aprendizajes entre estudiantes de distintos contextos socioeconómicos. Un informe de la Universidad Austral reveló que la brecha de conocimientos mínimos en Matemática entre estudiantes más vulnerables y aquellos con mayores recursos aumentó un 655% entre 2011 y 2022. Este fenómeno es especialmente evidente en las evaluaciones de tercer y sexto grado, donde los estudiantes más aventajados muestran una caída en su rendimiento, pero los más vulnerables experimentan una disminución aún más significativa.

El caso de Lengua, aunque menos dramático, también refleja esta brecha. Mientras que alrededor del 70% de los alumnos de contextos favorecidos alcanzan los conocimientos mínimos a lo largo de toda su trayectoria escolar, solo el 34% de los estudiantes más vulnerables logran ese mismo nivel al finalizar la secundaria.

Las cifras sobre las tareas de cuidado no remunerado destacan una carga desproporcionada que pesa sobre las adolescentes mujeres. Este tipo de responsabilidades, que incluyen desde el cuidado de familiares hasta la realización de tareas domésticas, absorben en promedio más de tres horas diarias del tiempo de las jóvenes, en comparación con las dos horas y veinte minutos que dedican los varones. Estas dinámicas no solo limitan el tiempo que las adolescentes pueden dedicar al estudio, sino que también perpetúan las desigualdades de género.

En este Día del Estudiante, los datos de los últimos informes subrayan la necesidad de reformas profundas en el sistema educativo argentino. Las diferencias de género, el ausentismo, el abandono escolar y la desigualdad en los aprendizajes son obstáculos que siguen afectando a miles de jóvenes en todo el país. Si bien se han logrado avances en términos de acceso a la educación primaria, los desafíos en la secundaria y en la equidad de los aprendizajes persisten y requieren una atención urgente.

La mejora en los índices de finalización del secundario, la reducción del abandono escolar y una mayor inversión en la calidad educativa son aspectos clave para garantizar que todos los estudiantes, independientemente de su origen socioeconómico, puedan acceder a las mismas oportunidades. El desafío no es menor, pero el futuro de miles de jóvenes depende de las políticas y decisiones que se tomen en este sentido.