Alejandro Rúa: "La verdad sobre la AMIA se aleja con el avance del tiempo"
"30 días, la trama del atentado a la AMIA", es el título de un trabajo escrito por quien dirigió la Unidad del Poder Ejecutivo que investigó el caso y luego representó a los familiares de las víctimas. Es una crónica sobre los días anteriores y posteriores al ataque a la mutual judía, que fueron decisivos para determinar el rumbo de una investigación fallida
El abogado Alejandro Rúa mantiene desde hace años una profunda ligazón con la causa AMIA que se inició a fines del 2001, cuando asumió como secretario Ejecutivo de la Unidad del Poder Ejecutivo que investigó el ataque ocurrido el 18 de julio de 1994. Luego actuó como querellante en representación de los familiares de las víctimas y fue además defensor de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el excanciller Héctor Timerman en la denuncia por “encubrimiento” que formuló el fallecido fiscal Alberto Nisman a raíz de la firma del Memorando de Entendimiento con Irán.
Desde esa experiencia, se propuso elaborar una crónica sobre los días anteriores y posteriores a la voladura de la entidad judía que resultaron determinantes para marcar el rumbo de una investigación plagada de irregularidades, pistas falsas, complicidades y deficiencias que impiden conocer la verdad sobre esa explosión en ese edificio de la calle Pasteur, donde hace tres décadas fueron asesinadas 85 personas en pleno corazón de Buenos Aires.
“Es una crónica, una versión de los hechos que no permite reemplazar una verdad jurídica que todavía falta y se aleja a medida que avanza el tiempo”, señala Rúa en un diálogo con Data Clave, en el cual se refiere al contenido de “30 Días, la trama del atentado a la AMIA”, un libro que escribió desde su vinculación con un caso que marcó la vida de los argentinos en los últimos años.
Publicado por Editorial Planeta, el trabajo se propone analizar hechos ocurridos entre el 1 de julio, cuando comienza a actuar la célula acusada de planificar y ejecutar el ataque conducida por Salman El Reda; sigue con el atentado; las primeras medidas investigativas y concluye con las primeras imputaciones formula la Justicia argentina.
Data Clave- ¿Cuál fue la motivación que lo llevó a escribir este libro?
Alejandro Rúa- Estamos cerca de que se cumplan 30 años del atentado y quise transmitir mi experiencia con la causa. Empecé en la Unidad AMIA del Poder Ejecutivo que se creó a fines de 2001 y trabajé en ella hasta 2006. Luego fui abogado de Memoria Activa en el juicio por encubrimiento y actué como abogado defensor de Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman. Estuve ligado a la causa por 15 años, en los cuales analicé documentos e informes. Quise relatar todo eso en un período que considero clave para la investigación y gestar la trama de encubrimiento. No escribí una sola línea de ficción. Es una crónica que no pretende reemplazar un juicio de verdad que todavía falta y que el Estado debe realizar.
El relato de Rúa se inicia en medio del Mundial de Estados Unidos 1994, cuando Argentina se queda eliminada de la competencia tras el doping positivo de Diego Maradona y El Reda, un ciudadano colombiano-paraguayo-libanés integrante de la organización Hezbollah comienza a realizar movimientos para planificar el atentado a la mutual judía ubicada en el barrio de Once.
DC-¿Ese grupo que encabezaba El Reda estaba siendo seguido por las agencias de inteligencia?
AR- Sí, se sospechaba que había participado en el atentado de la Embajada de Israel, en marzo de 1992. La entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) tenía avisos de que podía haber un segundo atentado. El ataque a la Embajada fue la respuesta de Hezbollah a la muerte de uno de sus líderes, Abbas al Musawi, a manos de Israel. La voladura de la AMIA es un pase de facturas por el secuestro en el sur del Líbano de Mustafá Dirani, otro referente de la organización capturado por fuerzas israelíes.
DC- Afirma en el relato que “El Reda paso desapercibido” para la vigilancia de la AMIA” y pone en foco en la actuación de la SIDE
AR- En el organigrama de esa SIDE que investigó el atentado había personas que habían participado de la represión ilegal y tenían un claro componente antisemita. Eso es algo que vieron las víctimas de Orletti, el centro clandestino que manejó el organismo durante la represión ilegal. Los represores les decían a los detenidos que eran nazis. La SIDE fue un organismo plagado de oscuridad que incidió en la investigación del atentado.
DC- En el libro se narra que, poco después del atentado, un enviado del gobierno de Israel viajó a Buenos Aires para coordinar “una versión unificada” del atentado con la administración de Carlos Menem que apuntaba a la responsabilidad de Irán. ¿Cuál fue el objetivo de esa directiva?
AR- El entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin se encontraba en negociaciones de paz, en ese momento había tratativas con Jordania, y se necesitaba que todo ese proceso no fuera criticado por sectores internos.
DC- ¿Este libro estuvo consensuado con los familiares de las víctimas?
AR- Trabajé muchos con los familiares en el juicio de encubrimiento. Hablé con ellos para que lo leyeran y me dieran sus opiniones. Creo, como ellos que cuanto más pasa el tiempo estamos cada vez más lejos de la verdad.
DC- Al día de hoy, persisten las versiones que señalan que no hubo una trafic cargada de explosivos que se usara para volar la AMIA.
AR- Hubo un coche bomba en el atentado, pero al no existir un fallo y condenas firmes, se abren el juego a varias elucubraciones. Es que falta una resolución con respecto a la verdad.
DC- La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) condenó recientemente al Estado argentino por no investigar debidamente el hecho, ¿cómo analiza esa resolución?
AR- Es un fallo que obliga al Estado a dar explicaciones y a tomar medidas para acercarnos a la verdad, si eso no se cumple, el Estado deberá someterse a sanciones. Las instituciones fuertes para generar las pruebas que se necesitaban para llegar a una verdad. Hubo un encubrimiento deliberado por parte del Estado para dar una versión falsa de los hechos. Eso es lo que dice la sentencia de la Corte IDH .