Secretos de la Casa Rosada: el dólar, enemigo de la política
El 15 de agosto Martín Guzmán le dijo al Presidente que no había que cerrar el cepo. Desde agosto el Banco Central perdió más de U$S 2.200 millones. Luego se impuso el criterio restrictivo impulsado por Miguel Pesce y Mercedes Marcó del Pont. Los analistas dudan sobre la capacidad del gobierno para estabilizar los mercados. A su vez, prácticamente declaran el default de las deudas privadas. No descartan un desdoblamiento del tipo de cambio en el futuro.
Néstor Kirchner cumplió -de manera religiosa- una rutina durante su presidencia. Todos los días llamaba al Banco Central para saber cuántos dólares había de reservas; y también se comunicaba cotidianamente con el secretario de Hacienda para informarse sobre los ingresos y egresos de la Tesorería. No importaba si estaba en el país en el exterior, cada día hábil anotaba en una pequeña libreta, que llevaba en el bolsillo de su saco, el estado de las cajas en dólares y en pesos.
A pesar de haber sido su jefe de Gabinete, el presidente Alberto Fernández no tuvo el mismo cuidado. Con reservas mínimas, su administración se vio obligada a reforzar el cepo cambiario mediante una maraña de resoluciones que tienen como propósito central evitar que se dispare el dólar, un resultado todavía incierto.
Cuando asumió en 2003, el presidente Kirchner tuvo dos temores. Uno era el “desborde de la calle” y el otro la falta de dólares, porque sabía que arcas vacías en el Tesoro del Banco Central siempre fueron preludio de hiperinflación en el país y, por lo tanto, de caída de gobiernos, según se comentaba en aquel entonces en la Casa Rosada. Kirchner le daba al Estado un rol central, pero esto no le impedía estar atento al equilibrio fiscal.
En tanto, Cristina Fernández de Kirchner siempre centró su atención más a las cuestiones institucionales, temas como lo judicial, legislativo o ideológico, según comentan sus allegados.
Volviendo al presente, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce -encargado de cuidar las reservas - venía advirtiendo al primer mandatario sobre el carácter insostenible de la pérdida de divisas. Mercedes Marco del Pont, titular de la AFIP, también apoyaba la postura de Pesce junto con distintos sectores industriales.
Así fue que el 15 de agosto, Alberto Fernández sostuvo, en declaraciones radiales que "la gente compra 200 dólares por mes y eso genera una demanda muy grande de pequeños ahorristas. Hoy por hoy es un problema esos pequeños ahorristas. No son sumas tan importantes, pero son un problema, 200 más 200 más 200...". Terminó su comentario afirmando: "Hoy lo voy a hablar con Martín (Guzmán)".
La misma tarde de ese sábado se reunió con el ministro de Economía, quien desaprobó la idea de prohibir la compra de dólares para atesoramiento, como proponía Pesce. Es más, es sabido que el vínculo entre ambos funcionarios quedó bastante resentido.
A última hora de ese día se deslizó un inusual trascendido desde el Palacio de Hacienda, descartando cambios en el cepo. Vale decir Guzmán terminó desmintiendo al presidente.
Error de diagnóstico
En esa oportunidad se impuso la idea sustentada por Guzmán en cuanto a que el cierre de la renegociación de la deuda con los acreedores privados junto con el anuncio del presupuesto 2021, servirían para calmar los ánimos de los mercados.
Efectivamente, el ministro logró un canje exitoso con los bonistas -99% de aceptación – pero el mercado ni se dio por enterado, al menos en lo que se refiere a la brecha entre el dólar oficial y las versiones alternativas.
Quienes critican a Guzmán señalan que cometió un error de diagnóstico porque "cualquiera que conoce la historia argentina sabe que cuando el Banco Central vende de a 1.000 millones de dólares mensuales, en 3 o 4 meses se termina en cepo o devaluación".
Las reservas netas eran pocas a fin del año pasado, pero llegaron a niveles mínimos en los últimos días. Descontando el oro, pasaron de 10.589 millones de dólares en diciembre de 2019 a 4.221 millones en la actualidad, según cálculos de Ecolatina. Es decir, se perdieron casi 6.500 millones de dólares en lo que va del año – pese al abultado saldo comercial, a que no se realizaron mayores pagos financieros y que no hubo salidas por el turismo-.
La sangría se aceleró en las últimas semanas ya que desde agosto se fueron 2.200 millones. Así, las reservas líquidas alcanzan a poco más de un mes de importaciones, un nivel que encendió las alarmas.
Frente a este escenario, el Gobierno decidió encarecer el dólar para atesoramiento – aplicando una retención impositiva de 35% - y cerró parte del acceso a los dólares oficiales a las empresas que tienen compromisos financieros con el exterior. Éstas deberán refinanciar a dos años el 60% de los pasivos.
Desde ya que esta resolución supone un problema serio para las compañías, según señalan sus representantes, toda vez que las pone ante el riesgo de caer en default o castigar severamente su situación patrimonial.
Se trata de unos 1.200 millones de dólares de vencimientos hasta marzo de 2021, según Delphos – Cohen, pero un 80% lo concentran cuatro empresas (YPF, Banco Hipotecario, Irsa y Cresud). La petrolera estatal concentra un tercio del total de vencimientos, con lo cual paradójicamente es el emisor corporativo más afectado con esta normativa.
“A la mala fama que ya tiene Argentina como defaulteador ahora se suman las empresas”, se quejaba un importante empresario. Otro acotaba: “Acaso alguien cree que esto no afectará a las ventas al exterior”. Y, el común denominador era, “así será cada vez más difícil incentivar las inversiones”.
En tanto, desde fuente oficiales, argumentan “Que traigan los dólares que tienen y paguen si quieren”, de donde la medida también tiene una visión ideológica sobre el accionar de las empresas.
Otro tanto ocurre con el proyecto de ley más conocido como Impuesto a la Riqueza: el empresariado percibe que el trasfondo es una visión muy negativa del sector privado.
Diversos analistas manifiestan que el tema del dólar refleja también la falta de confianza. “Alberto tiene que dar una señal” y afirman que esto requerirá medidas drásticas como por ejemplo, cambios en el área económica o el Banco Central. Sin embargo, tanto “Guzmán como Pesce están muy firmes” aseveran en la Casa Rosada.
Riesgos
Tras conocerse las medidas, los analistas evaluaron al menos la existencia de dos riesgos:
Uno es que las restricciones empujen -aún más- hacia arriba al dólar blue, con el consiguiente impacto sobre los precios, por más que Guzmán, Pesce, Cecilia Todesca y Mercedes Marco del Pont a coro lo desmientan. Marcó del Pont afirmó: "Se evitó una devaluación, que se traslada a precios". Por su parte, Cecilia Todesca dijo: "Es razonable que no se muevan los precios porque todas las importaciones en Argentina se hacen al tipo de cambio oficial".
“Nos toman el pelo” se quejaban comerciantes al tiempo que preguntaban con ironía “¿a qué precio creen que voy a reponer la mercadería?" De hecho, varios rubros que trabajan con productos importados como, por ejemplo, informática, estos días no tenían precios.
En tanto, el titular del Banco Central no tuvo empacho de calificar a la venta del dólar blue como: “Un mercado delictivo. Cuando se hicieron allanamientos de cuevas y se cruzaron bases de datos, se encontraron narcotraficantes, traficantes de armas, cualquier cosa. Es un mercado que provee al delito”.
El otro riesgo es que la incertidumbre provoque un retiro de depósitos en dólares de los bancos. La pandemia en este caso juega a favor ya que para efectuar dicho trámite se debe solicitar turno, lo cual le permite a los bancos dosificar la demanda.
Días claves
Los operadores señalan que será clave lo que suceda en los próximos días, fundamentalmente consideran que se deberá observar que el Banco Central compre divisas, o al menos deje de perderlas, para ir calmando a los mercados (a contramano, el jueves vendió unos 40 millones de dólares y el viernes otros 30 millones, según fuentes del mercado.
A favor del Gobierno, los economistas señalan que las cotizaciones a las que llegó el dólar blue “son carísimas”. Los $145 a los que cotizó sobre el fin de semana se ubican por encima de los $130 (a valores de hoy) a los que llegó la divisa en 2002, tras el estallido de la Convertibilidad, y refiere a situaciones altamente críticas como los $200 a los que cotizó durante la guerra de las Malvinas o los $300 pesos a los que llegó con la hiperinflación de 1989.
Otro elemento positivo es que el contexto internacional tiende a mejorar para la Argentina. El dólar se está depreciando en el mundo y esto supone subas en los precios de las materias primas. Así, la soja pasó en las últimas semanas de 310 a 380 dólares por tonelada. A su vez, las monedas de los principales mercados externos del país -el real en Brasil y el yuan en China- se están apreciando, es decir mejoran las posibilidades de ingreso de las exportaciones argentinas, sostiene el economista Leonardo Chialva.
En el Gobierno, en tanto, sostienen que el tipo de cambio oficial no está atrasado ya que se encuentra en línea con el promedio histórico.
Algunos economistas consideran que el razonamiento no es correcto, ya que el superávit que hoy registra el intercambio comercial – se proyecta arriba de los 17.000 millones de dólares para el año -, difícilmente se mantenga si, como es de esperar, aumentan las importaciones de la mano de la recuperación económica.
Y también empezarán a provocar salida de divisas otros factores como el turismo al exterior, hoy inexistente. De ahí que calculen que el tipo de cambio de equilibrio debe ser más alto.
Fuentes del Gobierno, por el contrario, descartan una aceleración en la tasa de devaluación del dólar oficial. Es que les preocupa en este sentido, el impacto que una suba del dólar oficial puede tener en los precios, particularmente sobre los alimentos. El argumento tiene peso en momentos en que la pobreza llega a cifras récord – uno de cada seis niños es pobre, según la Universidad Católica Argentina -.
Pero los analistas también señalan que existen razones de índole política: el año que viene hay elecciones y para mejorar sus posibilidades el Gobierno necesita recomponer el salario real, algo que no sería posible en un contexto de aumento del dólar oficial.
En tren de encontrar una salida, hay quienes creen que, peses a las desmentidas oficiales, no debería descartarse un desdoblamiento del tipo de cambio en el futuro.
Sería una forma de encarecer los dólares a utilizar para los movimientos financieros y, al mismo tiempo, mantener controlado lo que sería el dólar “comercial”, es decir el que importaría para la fijación de los precios de los alimentos.
Sin impacto
En tanto, el martes pasado se presentó el presupuesto ante el Parlamento. La otra apuesta de Guzmán para que los mercados se tranquilicen. Sin embargo, fue eclipsado por las medidas cambiarias.
Esta semana se conoció la inflación de agosto que se ubicó en 2,7% Si se cumple el objetivo explicitado en el Presupuesto de una inflación anual de 32% para el año en curso, en los meses que siguen el índice de precios debería ubicarse en promedio en 2,7%. Pero algunos estudios económicos ya aventuran que esta cifra sería superior.
En estos días también se conoció un tweet del economista Federico Carballo con duras críticas a la gestión del Ministro de Economía:
“Realmente me gustaría que Guzmán (y Stiglitz pueda colaborar como siempre lo hace) para explicar cuál era el objetivo de reestructurar la deuda soberana de Argentina. Ninguno de los objetivos clásicos se está cumpliendo. Siempre se asumió que Argentina necesitará tiempo para recuperar el acceso al mercado...
“... pero para eso el riesgo país tendría que empezar a converger desde su nivel estratosférico. No solo esto no está sucediendo, se está moviendo en la dirección equivocada, desafiando las fuerzas globales de la gravedad. Lo que esperaba el mercado era que resolver el incumplimiento soberano...
… abriera los mercados de capitales para el sector privado…. Y, en cambio, el gobierno ahora está obligando a todas las empresas del sector privado a incumplir (sí, a reestructurar su deuda, que en muchos casos se considera un incumplimiento)... el daño a la confianza es inmenso, inconmensurable...
… Y las perspectivas de crecimiento del país son muy malas ya que nadie invertirá (probablemente habrá un repunte Covid), por lo que es muy difícil salir de esta espiral negativa.
¿Argentina dejará de pagar también al FMI? Es cierto que el FMI probablemente será más flexible con respecto a la política cambiaria y otros asuntos, pero no creo que convalidará las políticas actuales de esta administración, por lo que podríamos tener un enfrentamiento en el futuro, después de todo...
Finalmente piensa que Argentina no le pagará al FMI por un tiempo:
… por lo que podría aprovechar (el FMI) la oportunidad para mantenerse firme en sus principios y ayudar a la Argentina a adoptar políticas más sensatas.
Por el momento ningún acuerdo con el Fondo ha logrado que se adopten políticas virtuosas, es más, el último préstamo contribuyó a mantener un status quo que terminó con un virtual default.
En su momento el ex presidente Mauricio Macri se negó a llevar adelante cambios drásticos en materia política para trasmitir confianza. ¿Alberto Fernández lo hará? Por el momento parecería que no, aunque ya hay algunos gobernadores e intendentes que le piden que vuelva el “Alberto del dialogo”.