El “Régimen de incentivo para las grandes inversiones” (RIGI), incluido en la denominada “Ley Bases”, tiene como una de sus metas la creación de  incentivos para la formación de inversión extranjera directa.  

Si bien el objeto de la norma es la inversión en general (no solo la extranjera) la Argentina ha sido una economía que ha expulsado capitales durante muchos lustros, por lo que buena parte de la inversión a ser atraída será extranjera o tendrá parcialmente un componente extranjero. 

Mucho se ha discutido sobre si la gran dimensión de los incentivos previstos en esta norma es necesaria. Pues una respuesta posible es que, considerando el dramático desacople del proceso de inversión extranjera mundial que ha vivido Argentina como consecuencia de una agresividad regulativa contraria a la inversión ocurrida en lo transcurrido del siglo, esa atracción a través de  regímenes generosos aparece como apropiada.

Sobre la inversión extranjera directa en Argentina 

Define la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de la Organización para las Naciones Unidas, a la inversión  extranjera directa (IED) como “toda operación que involucra una relación de largo plazo en la cual una persona física o jurídica residente de una economía (inversor directo) tiene el objetivo de obtener una participación duradera en una empresa o entidad residente de otra economía” (otro país)

Año a año diversos organismos miden el flujo de inversión extranjera en cada país (en el mundo, en 2023 el flujo total de IED fue 1,3 billones de dólares). Los flujos de entrada en América Latina se recuperaron robustamente después de la caída en la pandemia, aunque en 2023 mostraron una desaceleración:

La Argentina y su caída en el stock de inversión extranjera directa mundial

Pero esos meros datos anuales no permiten analizar profundamente la performance de cada economía: una mirada que mejor califica la atractividad de un mercado en esta materia es la medición del stock total de IED operando en su economía. Esto es: cuánto ha ingresado en un tiempo más extenso y  gradualmente -y permanece operando regularmente- en una economía. 

Como la inversión se dirige a alimentar procesos que se extienden en el tiempo, el  stock de IED -que supone toda la inversión acumulada más allá de un año en particular- demuestra las decisiones profundas de las empresas sobre un  mercado. 

Pues como se verá a continuación la historia de la inversión extranjera directa (IED) en Argentina en lo transcurrido del siglo XXI muestra un rotundo fracaso.  

Lo transcurrido del siglo, tremendo debilitamiento argentino 

Cuando comenzó el siglo XXI (año 2001) el stock de inversión extranjera directa operando en Argentina (79.504 millones de dólares) representaba 26% del total en América Latina y el Caribe; pero, hoy, el stock operando en nuestro  país -en el último registro anual, en 2023- es de apenas 4% del total regional. Se trata de un porcentaje 84% menor.  

En el transcurso del siglo XXI el stock de IED en América Latina y el Caribe, medida en dólares estadounidenses corrientes, se multiplicó por diez; mientras (según Cepal) en Argentina no llegó a duplicarse nominalmente (hoy  supone 130.302 millones de dólares). 

En lo transcurrido del periodo referido: 

Uruguay multiplicó por 30 su acervo de IED,  

Colombia lo multiplicó por 16,  

Perú lo hizo por 11,  

Brasil lo hizo por 9,  

Panamá también por 9,  

Paraguay lo hizo por 8,  

Chile por 5,  

México también lo quintuplicó 

y Ecuador casi lo cuadruplicó.  

La siguiente infografía ofrecida en este documento proporciona los datos de  Cepal al respecto.

La Argentina y su caída en el stock de inversión extranjera directa mundial

Además, en la misma comparación efectuada por Cepal, como se ve más abajo, Argentina es el segundo país con menor relación IED/PBI en la región.

La Argentina y su caída en el stock de inversión extranjera directa mundial

Si se efectúa una mirada más amplia, se constata que en el planeta todo, en lo transcurrido del siglo XXI, el stock de IED creció 6 veces (el stock mundial  actual supera los 49 billones de dólares) y en la comparación entre la  evolución del stock de inversión extranjera en Argentina y el del mundo la Argentina desciende desde 0,9% del stock planetario (a inicios del siglo) hasta  menos del 0,3% del total global (en la actualidad). 

La Argentina y su caída en el stock de inversión extranjera directa mundial

En el total regional a la fecha de stock de inversión extranjera hay dos grandes  economías que cuentan con la enorme mayoría concentrada:  

Brasil es -por lejos- el mayor atractor, ya que cuenta hoy en su territorio  con 36% del total regional;  

Mientras, México cuenta con el 25% de ese total.  

Luego, ya con menores proporciones, Chile cuenta con casi el 9%; 

Colombia computa casi 8%,  

Perú aloja algo más del 4%  

y -recién después- Argentina muestra 4% del total.  

A inicios del siglo Argentina era la 3ra en este ranking que hoy la encuentra  6ta. 

Así, si bien la dimensión de cada economía es muy diferente, el alza proporcional de cada una califica la performance.  

En el caso argentino, además, existen dificultades que distorsionan (elevándolos artificialmente) los datos anuales en comparación con sus vecinos, por nuestros peculiares marcos regulativos: en 2023, por caso, la  Argentina aparece como incrementando su flujo de IED pero con bajísimos  aportes de capital y la razón de ello es que las restricciones cambiarias han obligado a las empresas extranjeras en nuestro país a administrar transitoriamente la imposibilidad de remitir utilidades a través de forzados  préstamos o reinversiones mientras aguardan un régimen que vuelva a  respetar su autonomía -aún pendiente por el cepo cambiario-. 

Una referencia adicional que puede efectuarse es que, como otra cara de la  moneda, además Argentina es un país con escasísima emisión de inversión al  exterior, lo que muestra la baja internacionalidad de sus empresas:

La Argentina y su caída en el stock de inversión extranjera directa mundial

Conclusión

Los países más prósperos gozan de la participación en sus economías de abundante inversión extranjera, porque ello les facilita la formación de capital, agiliza el acople tecnológico internacional, mejora la calidad del empleo, incentiva el comercio exterior por la mejor participación en cadenas globales de valor y mejora la productividad sistémica mientras activa la organización de redes locales en las que numerosas pymes se transforman en proveedoras o aun clientes de grandes compañías internacionales. 

Pues en Argentina, en tránsito hoy hacia reformas de fondo, hay diversas condiciones pendientes para la recuperación en esta materia. Y una de ellas es recuperar la atractividad hacia la inversión internacional.