Argentina que supo ser el “granero del mundo” por su excelente performance técnico-productivo en exportaciones del sector agropecuario, luego de décadas de inadecuadas políticas, animadversión ideológica contra el “campo”, regulación de los mercados e intervenciones sindicales perjudiciales, ha relegado su importancia estratégica en el comercio mundial impactando negativamente en el sector, con el deterioro consecuente de la actividad en general y las economías regionales en particular.  

Por esto es que, otrora prestigiosas y significativas empresas, hoy están en crisis producto de sus malas administraciones, pero también por las intromisiones perjudiciales del Estado como ocurre en el caso de la Cooperativa láctea SanCor, que expone serias dificultades financieras desde el año 2017, manteniendo caídas en los niveles de producción, pérdida de mercados y elevados niveles de endeudamiento.  

Sancor se formó en 1938 por la iniciativa de 16 cooperativas de Santa Fe y Córdoba que se unieron con el objetivo de impulsar la actividad láctea en el interior del país y trabajar técnicamente en conjunto a una escala considerable, y así promover el empleo genuino y evitar el desarraigo de los pueblos. Luego, fue creciendo e incorporó la producción y distribución de una amplia gama de productos como manteca, caseína, dulce de leche, quesos, leche pasteurizada, yogures, flanes y postres, todo con gran éxito convirtiéndose en un emblema nacional.  

Su crecimiento fue tal que en 1986 abrió la sucursal SanCor do Brasil y en 2002, inauguró la planta de AFISA (Arla Foods Ingredients S.A.) en Córdoba para la elaboración de proteínas de suero de queso, al formar un joint-venture con la sueco-danesa Arla Foods. Actualmente, cuenta con 6 plantas industriales en en Córdoba (Devoto, Balnearia, La Carlota) y Santa Fe (San Guillermo, Sunchales, Gálvez) y la participación de 294 productores de leche, 50 cooperativas asociadas y más de 2.028 empleados en los centros industriales. 

Sin embargo, como consecuencia del marco detallado y potencializado por un management falto de idoneidad que nunca estuvo a la altura de las circunstancias, generaron para SanCor una enorme caos que hoy significa deudas con AFIP, con el Estado y con acreedores varios, incluyendo facturas impagas de Venezuela por 18 millones de dólares de exportaciones. Pero además, con una gran turbulencia interna producto de un largo conflicto con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), quienes por medio de asambleas y paros, impiden el normal desenvolvimiento de la actividad, generando pérdidas y bajas en la producción de lácteos y derivados. El conflicto radica en que ATILRA aduce que no se pagan los salarios correspondientes, ni en los tiempos acordados, y por eso exigen un cambio en la administración del negocio.  

Para lograrlo, y como en muchos otros casos, sin fundamento ni estudio previo, propusieron usar el fideicomiso como si fuera una “solución mágica”. Así, impulsaron en enero de 2022 la creación de un fideicomiso, no público y de administración, llamado “SanCor Capital”, donde el fiduciante era un grupo de empresarios reunidos en Fidulac SA, y la Cooperativa SanCor. Para ello, designarían como fiduciario al banco estatal BICE y el aparente objetivo principal sería acceder a la controlar y administrar el negocio de la futura SanCor. Todo esto, según afirmaban, con el objetivo de “salvar” la empresa y con el apoyo de funcionarios y ex funcionarios de áreas relacionadas con esta problemática. 

Para financiar este proyecto, los empresarios intentaron negociar con el Banco Nación aportes por 60 millones de dólares, pero la propuesta no prosperó, ya que se supo, el BNA ya había quedado muy expuesto por el affaire del caso Vicentin. Al no lograr el financiamiento prometido el fideicomiso privado se cayó. Pese a ese fracaso inicial, Fidulac SA volvió a la carga y con el apoyo del gremio, impulsó a mediados de 2023 un fideicomiso financiero (FF) y público denominado “Sancor Láctea”. Esto implicaba presentar el proyecto ante la CNV quien podría aprobar la oferta pública, con el objetivo de aumentar el capital de trabajo y la producción para saltar de 700 mil litros diarios a 1,5 millones de litros, con un horizonte de 15 años, donde el repago de los VRD emitidos sería a través de la cesión de cobros de las plantas productoras al fideicomiso. Para ello, contarían con BICE Fideicomisos como fiduciario.  

Pero esta propuesta aparentemente no satisfizo los controles profesionales de la CNV, que expuso las debilidades del fideicomiso proyectado, explicando que la deuda a valor libro era de 55,4 millones de u$, pese a que el sindicato calculaba un monto 4 o 5 veces mayor. Además, llamó la atención sobre que la propuesta operativa demandaría una fuerza de trabajo menor a la mitad de los empleados, con lo que habría una necesidad de generar despidos. También, detectaba que los aspirantes a conducir y gestionar el fideicomiso no tenían experiencia previa ya que la SA “Fidulac”, constituída en el 2021, no presentaba actividad y tenía un capital social mínimo.  

En consecuencia, el proyecto de FF se frustró nuevamente, y la cooperativa SanCor sigue a la deriva con futuro incierto, trabajando en medio de conflictos permanentes con la dirigencia gremial, que obviamente vio frustrado su objetivo.  

Vale aclarar lo llamativo de todo este procedimiento expuesto, ya que SANCOR, anteriormente y en dos oportunidades, había recurrido a lanzar dos FF que fueron aprobados por la CNV, pero que además gozaron de buena salud ya que cumplieron con sus compromisos. 

Desde la AAFyFID, celebramos toda vez que se proponga utilizar al fideicomiso como herramienta transformadora, sea para el financiamiento como para el salvataje de empresas, pero siempre en apoyo de la economía real y la creación de empleo genuino. Sin embargo, casos como el descripto, plantean serios interrogantes respecto a los objetivos y procedimientos diseñados por los cuales se recurre a la figura del fideicomiso, que por lo negativo, coincide con el análisis que habíamos hecho oportunamente con el intento de fideicomiso para controlar Vicentin.  

En ambos casos vemos similitudes difíciles de comprender ya que se trata de importantes  empresas alimenticias que caen en graves problemas financieros y requieren de un importante proceso de  saneamiento y reingeniería profesional, pero para diseñar ese salvataje, los decisores no recurren a las prácticas criteriosas de la ciencia y el mercado donde existen inversores que aportan capital a riesgo, para obtener su retorno del resultado eficiente de las empresas, sino que pareciera que el norte consiste en obtener el control de ellas y la “toma de poder” con el argumento del salvataje.  

Sabemos que el fideicomiso es una herramienta excepcional para impulsar las inversiones y la producción, y que adecuadamente utilizada, podría ser clave para la recuperación de SanCor en la obtención de financiamiento del capital de trabajo y aumentando su producción actual acorde a su capacidad total.  

Para concretarlo, se requiere liberar la fuerza del impulso privado donde dueños y managers deben solventar su riesgo con una visión estratégica de negocios, contando con un sólido marco de seguridad en el que las relaciones con el sindicato se focalicen en la productividad, para la mejor defensa de los intereses de los trabajadores, y donde el Estado no confunda su rol inmiscuyéndose en actividades que no le son propias

Además, y si las empresas recurren a instrumentos como el fideicomiso, ellas mismas deben planificarlo con el mejor asesoramiento técnico posible para poder gestionar los proyectos y recursos, identificar la sostenibilidad empresarial y seleccionar fiduciarios y operadores con idoneidad y track récord, debiendo esperar de los gobiernos, solamente, que desde la macro habiliten el marco adecuado para impulsar el crecimiento en este caso, de la actividad lechera en Argentina aprovechando el enorme potencial del sector y sus productores.