Dólar soja y nueva deuda: manotazos de ahogado para un Banco Central quebrado
Apostar a solucionar los problemas adelantando ingresos y aumentando la deuda solo empeora nuestras perspectivas económicas a futuro.
El nuevo dólar soja es otro ejemplo de la arbitrariedad de los “policy-makers” en definir políticas transitorias con precios inventados para buscar sacar provecho de beneficios hoy a costa de mayores problemas en el futuro. No solo son un ejemplo de discrecionalidad, sino también de falta de responsabilidad. Cualquier empresa que comprara a un precio más alto del que vende quebraría al poco tiempo. Sin embargo, el BCRA hace justamente eso.
Con este esquema de tipos de cambio múltiples, cuando el Central compra los dólares del complejo sojero los paga $230 ($76 van al Tesoro en forma de retenciones y el exportador percibe un dólar de $154) y cuando se los va a vender a los importadores lo hace a $169. En otras palabras, está comprando “caro” y vendiendo “barato”, generando mayores inconsistencias en su balance.
En las primeras cinco jornadas el nuevo ‘dólar soja’ acumula operaciones por 1,806 millones de toneladas y acumula US$ 457 millones para operar en el MULC. Si bien el objetivo de conseguir dólares para reforzar las reservas se lograría, la realidad es que se hace a costa de una mayor emisión monetaria, ya que es el único instrumento que hay para cubrir la diferencia entre dólar soja y el tipo de cambio oficial mayorista.
Este problema está causado principalmente por el CEPO que fija precios artificiales en el tipo de cambio, y que en consecuencia hace imposible pensar en un proceso genuino de acumulación de reservas netas. Por eso es que vemos al BCRA hacer malabares contables y al gobierno en general endeudándose para mostrar y conseguir liquidez en divisas para intervenir en el mercado cambiario.
El segundo gran eje de acción del gobierno en los últimos meses ha sido avanzar en destrabar mayores emisiones de deuda, ya sea en el mercado local o con organismos internacionales. Por ejemplo, hace poco el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó un nuevo crédito por US$ 500 millones. Con esto, la deuda pública de la Administración Central supera los US$385 mil millones.
¿Por qué el gobierno sigue tomando deuda y se volvió a implementar el “dólar soja”? Muy simple, el Banco Central no para de perder reservas y estas medidas actúan como un manotazo de ahogado. El objetivo de ambas medidas es incrementar las reservas netas del Central, tanto para cumplir con las metas del FMI como para financiar el déficit fiscal e intervenir en el MULC para sostener un esquema cambiario inconsistente.
Es cierto que la situación económica es muy delicada, que el sendero de deuda no es sostenible y que el balance del BCRA está en terapia intensiva. Pero apostar a solucionar los problemas adelantando ingresos y aumentando la deuda solo empeora nuestras perspectivas económicas a futuro. De cara a 2023, con este esquema monetario y precios artificiales en el mercado cambiario, la probabilidad de recesión por falta de insumos importados se hace más grande.
Al no poder importar, muchos sectores no podrán producir y eso afecta directamente los puestos de trabajo y los salarios reales. Achicar la brecha cambiaria es fundamental para evitar el desfinanciamiento del BCRA y poder hacer frente a las necesidades de insumos importados. Todo esto, sumado a los desequilibrios fiscales, nos lleva a pensar que la inflación del 2023 será significativamente mayor a la del 2022.