El Papa cruzó la Puerta Santa y emocionó a miles: “Comparto la experiencia de sentirnos débiles y dependientes”
Después de casi 40 días entre internaciones y reposo, el Sumo Pontífice se dejó ver ante miles de fieles. En silla de ruedas y con oxígeno, participó del Jubileo de los Enfermos y habló, por escrito, de su lucha contra la enfermedad y de la exclusión que sufren quienes están débiles.
Después de semanas de rumores, partes médicos reservados y una presencia ausente, el Papa Francisco volvió a aparecer en público este domingo, desatando una oleada de emoción entre los fieles reunidos en la Plaza San Pedro. No fue una reaparición cualquiera: el pontífice llegó en silla de ruedas, con asistencia de oxígeno y visiblemente debilitado, luego de atravesar una neumonía bilateral que, según fuentes eclesiásticas, "llegó a amenazar su vida".
Con 88 años, Jorge Bergoglio volvió a mostrarse justo en medio de la misa del Jubileo de los Enfermos, un evento especialmente simbólico en el marco del Año Santo y, más aún, por la delicada situación de salud que él mismo viene atravesando. Apenas llegado al centro de la plaza, se escuchó su voz apagada pero firme: “Buen domingo a todos. Muchas gracias”. Fue lo único que alcanzó a decir en público. Después, el clima fue de aplausos, lágrimas y gritos espontáneos de “¡Viva el Papa!”.
La Santa Sede informó que antes de su breve aparición, el Santo Padre se había confesado, rezado y cruzado la Puerta Santa de la basílica. Una señal fuerte: no sólo de su voluntad de mantenerse cerca del pueblo, sino también de su propio camino de introspección y fe frente a una enfermedad que lo obligó a una internación de más de cinco semanas.
Durante la misa, que fue presidida por el arzobispo Rino Fisichella, se leyó un mensaje escrito por el propio Francisco. Allí compartió con los presentes una reflexión personal que tocó una fibra íntima: “Comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás”. Sus palabras resonaron fuerte no sólo por la sinceridad, sino también por lo que representan en una figura como la suya, acostumbrada a liderar pero ahora empujada a mostrarse vulnerable.
El Papa también citó a su antecesor, Benedicto XVI, y cargó contra la cultura que margina a los enfermos. “Una sociedad que no acepta a quienes sufren es cruel e inhumana”, sentenció en su carta. Fue un mensaje que pareció tener más destinatarios que los que estaban en la plaza: un llamado a revisar la manera en que el mundo trata a los cuerpos frágiles y a los que no pueden sostenerse solos.
En paralelo, desde el Vaticano se difundió el texto completo del Ángelus dominical, que Francisco no logró leer en persona. Allí, el pontífice pidió mejorar las condiciones laborales de médicos y enfermeros, además de reclamar mayor inversión estatal en el sistema de salud pública. “La atención a los más vulnerables no puede depender del bolsillo de cada uno”, se leyó en el mensaje.
El Jubileo de los Enfermos, parte de la agenda del Año Santo convocado por el propio Francisco para 2025, continuará durante los próximos días con actividades vinculadas a la inclusión, la fe y la salud como derecho. Aunque no está confirmado que el Papa vuelva a participar de manera presencial, su breve paso de este domingo ya marcó el tono del evento.