Dólar para fin de año: los 3 escenarios que mira el mercado y que no dependen sólo de la deuda
Bajo la condicionalidad al desenlace del canje de la deuda y el grado de eventual flexibilización o no de las restricciones cambiarias, el mercado maneja hoy básicamente tres panoramas, de los cuales a uno le asigna -al día de hoy- las mayores probabilidades, pero nada está dicho.
“¿A cuánto se va a ir el dólar?” Con un sesgo -casi- siempre alcista, que esconde los desajustes de la macro argentina, podríamos decir que se trata de una de las preguntas de cabecera del argentino/a promedio, hoy (y siempre), junto con la de “¿hasta cuándo sigue la cuarentena y/o la pandemia?”.
Lo cierto es que aquel interrogante cambiario vuelve a recobrar protagonismo por estos días, a partir de una brecha que desde mediados de abril no baja del 50%, y que incluso, llegó a sobrepasar el 100% promediando el quinto mes del año: con el dólar mayorista a $67,63, y el blue a $138, un spread de 104% que no se repetía desde 1989 (superando al registrado en el cepo cambiario del último gobierno de Cristina Kirchner).
Desde ese momento se exacerbó en el mercado, y luego en los ahorristas, la expectativa de inminente devaluación del peso, alimentada por la emisión récord del Banco Central, que puso a trabajar a tope la máquina que fabrica billetes para financiar al Tesoro -imposibilitado de salir a tomar deuda al mercado internacional-, con el objetivo de activar la urgente y necesaria ayuda estatal a empresas (ATP), y a los sectores más vulnerables (IFE) que aceleró el gasto, en momentos de un derrumbe de la recaudación (de hasta el 25% en términos reales) por el desplome de la actividad (-26,4% interanual en abril), a causa de la pandemia del Covid-19, y las medidas de confinamiento para mitigarla. Bajo los conceptos de distribución de utilidades y adelantos transitorios, la autoridad monetaria ya le transfirió al Tesoro más de $1 billón de pesos en lo que va del año. Una verdadera montaña de billetes que potenció varios riesgos macro, y se manifestaron en el tipo de cambio y las brechas, estimuladas al mismo tiempo por la incertidumbre en torno a la dilatada renegociación de la deuda soberana en dólares (a su vez el 22 de abril decidió no cancelar el pago de deuda bajo ley extranjera, y a principios de mes se había decretado el reperfilamiento de la deuda en dólares bajo ley local). A la par, el BCRA fue regulando a los bancos para que otorguen créditos a empresas a tasas subsidiadas del 24%, lo que produjo una rápida caída en las tasas de interés en pesos. Por ejemplo, los rendimientos de cauciones llegaron a hundirse a un dígito y los de los plazos fijos a rozar el 17% anual. Eso puso mucha presión al dólar “contado con liqui” (se disparó 32% en abril).
Mayo fue un mes crítico para el Banco Central en materia cambiaria: se potenció la demanda de importadores y ahorristas (se duplicó a 2,4 millones la cantidad de individuos que adquirieron hasta u$s200 para atesoramiento), y disminuyó 19% la liquidación de divisas (en plena temporada de cosecha del agro). Para evitar una mayor depreciación del peso, la entidad que comanda Miguel Pesce debió sacrificar casi u$s980 millones de sus reservas, a partir de intervenciones diarias en mercado de cambios.
Era una dinámica impredecible, con lo cual antes de que finalice el mes el BCRA puso en marcha la ya famosa Comunicación A 7030, con trabas más férreas que prácticamente expulsó del mercado a muchos importadores y generó mucho revuelo en el sector empresario. La norma, que debió ser levemente flexibilizada a los 10 días, le permitió al BCRA recuperar una buena parte de las reservas (u$s655 millones subieron en junio) dilapidadas el mes previo, aunque con un grave perjuicio para los importadores y por ende en la actividad. Previamente, la Comisión Nacional de Valores (CNV) había impuesto un "parking" (plazo mínimo de tenencia de 5 días hábiles como requisito para liquidación de títulos públicos en moneda extranjera) para las operaciones de dólar “contado con liqui” (CCL) y el MEP. El resultado de todas estas disposiciones fue la compresión de las brechas en casi 40 puntos porcentuales en el CCL (de 86% a 47% en un mes y medio), y de 26 puntos en el blue (de 104% a 78% en el mismo lapso).
Bajo esta coyuntura de controles y trabas, y emisión inédita, en lo que va del año hasta este lunes los dólares oficiales suben un 18,4% (mayorista a $70,82, minorista en promedio, a $74,61, y el solidario, a $97), las cotizaciones bursátiles trepan un 46% (CCL, a $108,11 y MEP, a $106,70), y el blue acumula un alza del 62% (a $127), frente a una inflación estimada durante el primer semestre en torno al 14-15%. Pero volviendo a la pregunta inicial, ahora con un tono de temporalidad, ¿a cuánto va a estar el dólar a fin de año? Bajo la condicionalidad al desenlace del canje de la deuda y el grado de eventual flexibilización o no de las restricciones cambiarias, el mercado maneja hoy básicamente tres escenarios, de los cuales a uno le asigna -al día de hoy- las mayores probabilidades, considerando, claro está, que en un país como Argentina las proyecciones pueden virar 180 grados de la noche a la mañana.
Escenario 1: dólar entre $80 y $85; brecha del 50% (blue cerca de $125)
Sobre la base de un acuerdo de la deuda con los acreedores, y el retorno de Argentina a los mercados internacionales, algo que despejaría una parte de la incertidumbre de cara al futuro inmediato (el mercado además espera conocer cómo será el plan post pandemia para salir de la crisis), los analistas prevén un dólar mayorista para fin de año de entre $80 y $85, con una brecha del 50%, que ubicaría a los dólares paralelos en torno de $125 (menor al valor de hoy del blue). “Podemos ir a este escenario cambiario tranquilo si arreglamos la deuda, y logramos conseguir crédito”, opina el analista financiero Salvador Di Stefano. “Hasta ahora el Gobierno lo que ha mostrado en materia política monetaria son dos atributos: la tasa interés real negativa contra la inflación (salvo en junio), y un dólar acompaña a la inflación”, describe Di Stefano. Teniendo en cuenta una inflación proyectada por el mercado para 2020 levemente por encima del 40%, este escenario podría implicar cierto atraso cambiario, sobre todo si el Gobierno decide extremar los controles, a pesar de haber renegociado la deuda. “La Comunicación A 7030 permanecería vigente, una decisión que no sería una buena salida porque no es sostenible en el corto plazo, e incluso podría llevar a una devaluación a principios del año que viene”, advierte Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, quien estima que bajo la premisa detallada “estimamos que la inflación bajaría mucho este año, en comparación con 2019 (casi 54%), y podría rondar el 40%, pero no sería un escenario tan sostenible”. Para Juan Ignacio Paolicchi, economista de la consultora Eco Go, “si creemos que se va a negociar de manera exitosa el canje de la deuda, con un esquema de mediana consistencia fiscal, es decir, se logra desarmar parte de la expansión fiscal que hubo hasta ahora, considerando que eran gastos transitorios producto de la pandemia, y a su vez el BCRA sigue absorbiendo el excedente de liquidez que tuvo que emitir para financiar al Tesoro, la verdad es que hay margen para que la inflación cierre debajo del 40%, y el tipo de cambio no se mueva significativamente, es decir, a una variación mayor al 2,7% o 2,8% mensual como viene ocurriendo hasta ahora”. A diferencia de Rajnerman, Paolicchi cree que en ese escenario “se deberían liberar algunas regulaciones en el mercado cambiario, entonces habrá más margen para que la actividad se recupere porque no tendrías tan imposibilitadas las importaciones”, aunque descarta que se levante el cepo: “Eso no va a pasar”, proyecta. Es decir, seguiría el cupo de u$s200 mensuales por persona.
Escenario 2: dólar entre $90 y $95; brecha del 70% (blue en torno a $150)
En el mercado, creen que, si la Argentina consigue a acordar la deuda, cerrando incluso un trato parcial, pero se le complica conseguir financiamiento en los mercados internacionales, el dólar mayorista podría cerrar el año entre $90 y $95, con una brecha del 70%, lo que proyecta al blue por encima de $150. “El déficit sería más alto que en el escenario 1, la emisión monetaria seguiría siendo importante y en algún momento eso va se a trasladar inflación, por lo que el dólar va acompañar esa suba de precios”, considera Di Stefano. En tanto, el economista jefe de Ecolatina cree que el tipo de cambio mayorista terminaría el año por encima de $90, en la zona de $91 y $92, y siempre por debajo de $95, si se flexibiliza la Comunicación A 7030. “Entendemos que, si se resuelve el tema deuda, el próximo mes podría no prorrogar más las restricciones impuestas a fines de mayo, lo que le reabre la puerta a muchas empresas para que vuelvan al MULC”, dice. Esto generaría “un poquito más de presión sobre el tipo de cambio, en un contexto donde la inflación se aceleraría sobre todo a la salida de la cuarentena, lo que impulsaría al precio del dólar”, agrega. Por su parte, el economista de Eco Go puntualiza que “si se cierra un acuerdo de la deuda a medias, como pareciera lo más probable hoy, la inflación sería un poco más alta que el 40%, y en consecuencia el tipo de cambio se depreciaría más”. Al día de hoy, y con algunos matices, este sería el escenario con mayores probabilidades, según los especialistas del mercado.
Escenario 3: dólar entre $105 y $110; brecha del 100% (blue camino a $220)
Si Argentina no consigue refinanciar la deuda, el mercado descuenta que el Banco Central debería emitir mucho más dinero y toda la economía “tendría muchos problemas para salir de la crisis”, advierte Di Stefano. En dicho escenario, considerado hoy disruptivo o poco probable, el dólar podría dispararse hacia una franja entre $105 y $110 para fin de año, con una la brecha que saltaría al 100%, lo que presagia un dólar blue de $220. “Si no arreglas la deuda, no tenés constancia fiscal y monetaria, probablemente tengas una mayor inflación y el punto de partida para crecer en 2021 es más bajo, con la particularidad de que el año que viene es electoral entonces hay que ver cuánto margen existe para bajar el déficit fiscal. El Banco Central tendría menos margen para controlar el tipo de cambio, los controles serían mayores, la inflación sería más alta, y la actividad sería más baja más en 2021”, proyecta Paolicchi, Aunque aclara que hoy “no vamos a un escenario disruptivo como este, me parece que el canje puede tener un grado de adhesión del 40% y en ese escenario se tendrían más márgenes que en el caso de un default total, pero a su vez hay un poco de ruido porque no cerraste con todos y no se activaron las CACs (Cláusulas de Acción Colectivas)”. Si no hay arreglo de la deuda, “se dispararía la incertidumbre y habría un rebote sobre todos los mercados paralelos, lo que generaría menos oferta neta de divisas en el mercado oficial, como pasó en mayo cuando la brecha era muy alta, y había muchas expectativas de devaluación, no tanto por un tema fundamental macroeconómico, sino más bien por la disparada de los dólares paralelos, que hacía pensar que el dólar oficial estaba atrasado, entonces nos empezamos a quedar sin divisas en el MULC”, estima Rajnerman. Con lo cual el Banco Central, agrega, “tendría que extremar todavía más el control de cambios y devaluar un poco. Ahí la inflación se dispara y superaría a la registrada en 2019, porque el dólar paralelo y el financiero empezarían a ser más relevantes para la formación de precios”.