Vaivenes y contradicciones del gobierno en el manejo de la soberanía sobre Malvinas
El reciente acuerdo sobre vuelos a las islas abre un interrogante sobre la siempre esquiva postura en la temática. Las críticas al discurso de Milei y las polémicas.
La reciente declaración de la canciller Diana Mondino en respaldo al acuerdo para reanudar los vuelos entre Argentina y las Islas Malvinas ha vuelto a poner sobre la mesa las inconsistencias en la postura del gobierno argentino sobre la soberanía de las islas. Mondino, quien aseguró que “la soberanía está totalmente resguardada”, insistió en que este nuevo acuerdo no afecta la convicción de que “las Malvinas son y serán argentinas”. Sin embargo, las críticas han surgido rápidamente ante lo que se percibe como una concesión a Reino Unido, en un tema que históricamente ha sido delicado para la política exterior argentina.
El acuerdo que habilita vuelos semanales desde San Pablo a las Malvinas, con una escala mensual en Córdoba, fue discontinuado en 2020. La reanudación de este servicio, tras negociaciones con el Reino Unido, ha generado confusión, dado que la soberanía sobre las islas ha sido un tema central en la política argentina desde el conflicto de 1982. Para Mondino, este acuerdo responde a “cuestiones humanitarias”, permitiendo la identificación de soldados caídos y facilitando vuelos para familiares. “La soberanía está completamente resguardada”, afirmó en declaraciones radiales, a la vez que subrayó que los kelpers, como se refiere a los isleños, “son habitantes que tienen ocupado el territorio argentino”.
Este nuevo giro en la relación bilateral entre Argentina y Reino Unido no es el primero que evidencia tensiones internas dentro del gobierno. En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Javier Milei no mencionó explícitamente la cuestión de Malvinas, lo que encendió alarmas entre sectores políticos y de derechos humanos que ven en esta omisión un desinterés por la histórica disputa. Mondino justificó esta ausencia afirmando que en ese espacio, las prioridades internacionales giraban en torno al terrorismo y los conflictos globales, dejando en un segundo plano la cuestión de la soberanía.
El manejo de la cuestión Malvinas ha sido errático en los últimos años, independientemente de los cambios de gobierno. Desde los acuerdos de Madrid en 1990, que establecieron el llamado "paraguas de soberanía" para permitir negociaciones sin afectar el reclamo territorial, Argentina ha oscilado entre momentos de acercamiento pragmático y gestos más confrontativos. Durante la administración de Cristina Fernández de Kirchner, la política hacia las Malvinas adoptó un tono más duro, en contraposición a los acercamientos diplomáticos más recientes, como los impulsados por el ex presidente Mauricio Macri. Ahora, bajo el gobierno de Milei, se ha dado un nuevo giro con este acuerdo que ha generado interrogantes sobre la continuidad de una estrategia clara.
Mondino ha defendido esta ambivalencia, argumentando que la soberanía no está en discusión en el acuerdo con el Reino Unido, sino que se trata de avanzar en otros temas para mantener una relación activa. Sin embargo, este enfoque pragmático parece estar en contradicción con la postura histórica que muchos sectores han defendido, especialmente en un momento en que otros temas, como el reclamo territorial en foros internacionales, han sido relegados.
La postura del gobierno actual también choca con los discursos más radicales de Javier Milei, quien durante su campaña electoral se manifestó con firmeza sobre la soberanía de las islas asegurando que eran territorio de Reino Unido, aunque su gobierno hasta ahora ha mantenido una línea más difusa. Esta falta de coherencia ha derivado en críticas tanto dentro como fuera del oficialismo, que ve en estas negociaciones una peligrosa relajación de la defensa del reclamo argentino.
Las contradicciones en la política exterior sobre las Malvinas se vuelven aún más evidentes cuando se observan las declaraciones de figuras clave en la administración. Mondino, por un lado, asegura que los vuelos son una medida humanitaria, mientras que sectores opositores denuncian una concesión innecesaria que debilita la posición argentina en el escenario internacional. Este tira y afloja refleja la falta de una estrategia firme en torno a uno de los temas más sensibles para la identidad y la soberanía del país.
Mondino ha tratado de aplacar las críticas señalando que “la Argentina y el Reino Unido deben negociar” sobre la soberanía en algún momento, pero este tipo de declaraciones parecen más retóricas que reales, especialmente cuando el gobierno evita tomar posturas firmes en foros internacionales o en espacios clave como la ONU.
El debate sobre la cuestión de soberanía en Malvinas se mantendrá en la agenda internacional, mientras la administración de Javier Milei enfrenta críticas internas por su manejo ambiguo de uno de los temas más sensibles para la política exterior argentina.