Rezai, Putin, AMIA y FMI: una "ensalada" preparada para entorpecer las relaciones exteriores de la Argentina
Al día siguiente de la reunión en Washington entre Santiago Cafiero y Antony Blinken para aceitar las relaciones bilaterales con Estados Unidos y lograr su apoyo en la difícil renegociación con el Fondo Monetario y dos semanas antes de la cumbre entre Alberto Fernández y Vladimir Putin, un "pedido" diplomático motivado en una información nunca confirmada, generó algunos cortocircuitos que fueron magnificados por la oposición y cierto sector de la prensa. La explicación de Cancillería.
En la mañana del miércoles pasado, el agregado de Negocios de Argentina en Teherán. Mario Jorge Jordán desayunaba plácidamente mientras leía los reportes de prensa. Hubo una noticia que le llamó la atención: la agencia de noticias Irán Press consignaba que el vicepresidente iraní Mohsen Rezai, formaba parte de la comitiva que había viajado a Moscú para una misión diplomática de dos días.
Alertado por la circunstancia y con el antecedente reciente del escándalo suscitado por la presencia del funcionario de la república islámica imputado por el atentado contra la AMIA en la asunción del presidente Daniel Ortega, en Managua, Jordán inmediatamente notificó a la Cancillería mediante un cable en el que transcribió la noticia publicada por el portal iraní.
En cualquier redacción del mundo, si un editor hubiese recibido ese texto, le hubiera preguntado al cronista si la información estaba chequeada. Pero la diplomacia tiene códigos diferentes a los del buen periodismo. Tal como recibió el reporte proveniente de la sede diplomática en Teherán, el Palacio San Martín le informó a la Unidad Fiscal AMIA y Mariela Labozzetta, que suplanta al titular Sebastián Basso, le pidió al actual juez de la causa, Marcelo Martínez de Giorgi que requiera a las autoridades rusas la detención con fines de extradición.
Siguiendo con el procedimiento, el magistrado reiteró el pedido de captura del imputado -incluido en las alertas rojas de Interpol- que fue gestionada por la propia Cancillería y las oficinas de Interpol en Argentina. La contestación desde Moscú no tardó en llegar: "la persona mencionada es desconocida para nuestros registros policiales centralizados. En caso que recibamos información adicional, serán puestos en conocimiento".
Una lectura maliciosa de esa respuesta fue: "los rusos protegen al terrorista iraní". El encuadre era perfecto para embarrar la cancha. Repasemos la lectura conspiranoica: "Estados Unidos apuntala a Ucrania frente a Rusia ante un conflicto político que amenaza con escalar y transformarse en un incidente bélico; los iraníes se ponen del lado de los rusos y por eso Rezai visita Moscú; Alberto Fernández viaja en dos semanas para abrazarse con Vladimir Putin, desoyendo los consejos de quienes le piden preservar la relación con Joe Biden para que apoye a la Argentina en la negociación con el FMI". El apocalipsis suena acogedor al lado de este escenario. Y todo originado en un cable de un portal iraní que consignaba la presencia de Rezai en Rusia.
¿No era más lógico suponer que -a lo mejor- el funcionario iraní nunca ingresó al territorio ruso y que por ese simple motivo no figura en ningún registro de Interpol? Solo con recorrer las publicaciones de la prensa y repasar las fotos de la delegación iraní, que encabeza el presidente Ebrahim Raisi, se puede comprobar que la imagen de Rezai no aparece en ninguna.
Pero hay todavía una mirada más retorcida. Una versión publicada este sábado por el diario Clarín afirma que "el Rezai que busca la Argentina fue confundido con otro funcionario del mismo apellido, puntualmente con el jefe del grupo parlamentario ruso iraní, Ebrahim Rezai, quien fue uno de los voceros de la visita oficial que Raisi le hizo a Vladimir Putin esta semana".
Fuentes con acceso al despacho principal del Palacio San Martín le aseguraron a Data Clave que "el procedimiento fue el adecuado, había información periodística en Teherán de que esta persona podría viajar, eso es lo que informó la misión diplomática y eso se transmitió a la justicia". La cancillería deslindó responsabilidades en el poder judicial, que "tenía varias opciones, pedir a Interpol que certifique que esté ahí por ejemplo. Pero preventivamente envió el pedido de captura".
Los funcionarios consultados por este portal recordaron un episodio similar ocurrido en el 2018 cuando el por entonces embajador macrista Ricardo Lagorio "vivió una situación parecida al enterarse que un iraní con alerta roja visitaba la capital rusa y salió a pedir por los medios a exigir que Moscú lo detenga, como si los procedimientos judiciales fueran tan sencillos y en ese momento nadie tituló, como lo hacen hoy, que aquello era un papelón diplomático, evidentemente hay una doble vara, a menos que queramos vivir en un sistema donde las detenciones sean dictadas por los Ejecutivos".
Desde la cartera que conduce Cafiero explicaron que "no hubo confusión de nombre, porque lo que dice el cable cursado por el embajador es que este iraní podría viajar y la justicia pide la detención preventivamente para el caso que lo haga, es todo eventual, por eso está prófugo".
Este viernes, el embajador argentino en Rusia, Eduardo Zuain, explicó que hay "una política constante" de Argentina para sostener las alertas rojas de Interpol que pesan sobre Rezai "para que puedan ser cumplidas cada vez que uno de los imputados iraníes en esta causa tan sensible y delicada se trasladen a otros países".
Ni Zuain, ni Interpol, ni las autoridades rusas confirmaron el dato que publicó efectivamente Iran Press y cablegrafió Jordán el miércoles, desde Teherán. De hecho cuando el viernes la comitiva oficial que estuvo en Moscú regresó a la capital iraní, no se lo ve, ni se lo menciona a Rezai.
La causa AMIA, o como encubrir el atentado
La justicia argentina vincula a Rezai con el atentado a la mutual judia de 1994 porque, según la "investigación realizada", en noviembre de 1993, participó de una reunión en Mashad, donde se habría decidido perpetrar el ataque en Buenos Aires. A comienzos de los noventa, Rezai era comandante de la Guardia Revolucionaria y en tal carácter, habría estado presente en ese encuentro, según lo acreditaron en la causa siete testigos opositores al régimen iraní, algunos de ellos reservados que declararon en Alemania y Estados Unidos.
Desde el primer momento, el gobierno de la República Islámica de Irán negó haber tenido algún tipo de participación en el acto terrorista y desmintió permantemente la versión de los testigos, a quienes les atribuyó la intención de perjudicar al gobierno de Teherán y perturbar las relaciones con la Argentina, con "letra" de los servicios de inteligencia norteamericanos y de Israel. Sin embargo, desconocieron la posibilidad de presentarse ante la justicia argentina para defenderse de las acusaciones y no aceptan la extradición de ninguno de los acusados, cinco de los cuales viven en Irán e, incluso, desempeñan cargos públicos.
El incidente de esta semana fue utilizado por la dirigencia de Juntos por el Cambio para "construir la hipótesis de una supuesta complicidad entre el gobierno argentino y los imputados por el atentado, desconociendo que todo lo actuado para intentar que la causa avance fue motorizado por el gobierno de Néstor Kirchner y refrendado por las dos administraciones de Cristina", explicó un ex funcionario de la cancillería a Data Clave.
La circunstancia también se produce en un momento clave para la negociación Argentina ante el Fondo Monetario, que requiere del apoyo político del gobierno de Joe Biden. Por eso Cafiero viajó esta semana a Washington y mantuvo un encuentro con el Secretario de Estado Antony Blinken, donde se reiteró el apoyo de la Casa Blanca a las gestiones del gobierno argentino. No es casual que la derecha republicana en los Estados Unidos haya querido instalar la idea de que la administración de Alberto Fernández es condescendiente con los terroristas, para boicotear cualquier posibilidad de acuerdo con el FMI.
Además, la oposición política en Argentina no ve con buenos ojos el viaje de Fernández para sostener encuentros con Putin y Xi Jinping, previstos para los primeros días de febrero, porque fortalecería la consolidación de una política exterior "de tercera posición" que intenta desarrollar el Frente de Todos, manteniendo equidistancia de los conflictos que separan a las grandes potencias pero fomentando los acuerdos que beneficien al país.