Más de 7 millones de niños viven en hogares que no pueden garantizar la alimentación diaria
La crisis económica ha llevado a que millones de familias argentinas enfrenten graves dificultades para alimentar a sus hijos. Un nuevo informe de UNICEF revela que un millón de niños se acuestan sin cenar cada noche, mientras que la mayoría de los hogares ha tenido que reducir el consumo de alimentos esenciales.
Argentina se enfrenta a una crisis alimentaria que afecta a los sectores más vulnerables: los niños y adolescentes. Según un reciente informe de UNICEF, un millón de niñas y niños en el país se van a dormir sin cenar cada noche, una situación que expone la magnitud de la pobreza que desde hace décadas golpea a la sociedad. Ante este panorama, UNICEF Argentina lanzó hoy la campaña "El hambre no tiene final feliz" con el objetivo de concienciar a la población y generar un cambio.
Más de siete millones de niños y adolescentes viven en situación de pobreza en Argentina. La inflación persistente y el estancamiento económico que atraviesa el país han mermado la capacidad de generación de ingresos en millones de hogares, lo que ha provocado que muchas familias recurran a medidas desesperadas para poder subsistir. En un conmovedor spot publicitario, UNICEF muestra a una madre y su hijo en la angustiosa situación de tener que acostarse sin cenar, una realidad que refleja lo que sucede en miles de hogares argentinos cada noche.
El endeudamiento es una realidad ineludible para muchas familias. El 23% de los hogares en Argentina está endeudado, y más de la mitad de estos pertenece al 40% más pobre de la población. En los hogares con niñas y niños, un 31% ha tenido que recurrir a préstamos o comprar alimentos “fiados” en comercios para poder subsistir. Además, un 41% de los hogares ha agotado sus ahorros para cubrir gastos corrientes, mientras que un 45% ha incrementado el uso de la tarjeta de crédito para la compra de alimentos.
Estos datos son preocupantes porque reflejan una profunda crisis en la capacidad de los hogares para asegurar una alimentación adecuada. En 3,3 millones de hogares, donde viven casi 7 millones de niñas y niños, el 90% ha dejado de comprar alimentos esenciales como leche, carnes y lácteos. Este impacto es aún más severo en hogares que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Prestación Alimentar, donde el 67% ha reducido la compra de estos productos básicos. Incluso en hogares con jefes o jefas de familia registrados, el 35% ha tenido que recortar su consumo de alimentos fundamentales.
La gravedad de la situación se evidencia en que más de 1 millón de niñas y niños han tenido que saltearse al menos una comida diaria por falta de dinero, lo que representa un 7,4% del total. Entre los adultos, la situación es aún más severa: un 30% se ha visto obligado a saltear comidas. En los hogares donde los niños se ven forzados a omitir alguna comida, el 94% de los adultos también lo hace, lo que demuestra la extrema vulnerabilidad de estos núcleos familiares.
Los hogares más afectados no solo enfrentan la privación de alimentos, sino que también exhiben mayores niveles de endeudamiento y utilizan estrategias que tienen consecuencias negativas a largo plazo. Estas incluyen la reducción del consumo de alimentos nutritivos, sustituyéndolos por opciones más baratas y menos saludables, como fideos, harina y pan, lo que compromete el bienestar general de los niños y adultos.
La situación es aún más preocupante cuando se considera que un 6% de los adolescentes en Argentina no están seguros de si podrán completar la educación secundaria. Este dato resalta las dificultades que enfrentan los jóvenes para equilibrar las demandas laborales y educativas, en un contexto donde las presiones económicas son cada vez mayores.
Durante el último año, aproximadamente un cuarto de los adolescentes ha comenzado a realizar tareas laborales, y un 12% de ellos se encuentra activamente buscando empleo. Sin embargo, esta participación laboral temprana tiene un costo alto en el vínculo de los adolescentes con la educación. Según el informe, un 4% de los adolescentes que trabajan no asisten a la escuela, en comparación con el 1% entre quienes no trabajan.
Las declaraciones de Alejandra Beccaria, oficial de Evaluación y Monitoreo de UNICEF, revelan que la situación de los hogares ha empeorado con respecto al año anterior. En 2023, un 6,4% de los hogares con niñas y niños se veía obligado a saltear comidas, mientras que en 2024 esta cifra aumentó al 7,4%. Carolina Aulicino, oficial de Políticas Públicas de UNICEF, agregó que en el caso de los adultos, la situación es más grave: en un 30% de los hogares, los adultos tuvieron que saltearse una comida por falta de dinero, un aumento en comparación al 28% registrado en 2023.
Este contexto plantea un panorama sombrío para el futuro de millones de niñas y niños en Argentina. La reducción en el consumo de proteínas y lácteos, esenciales para el desarrollo infantil, es solo uno de los múltiples efectos colaterales de una crisis que amenaza con dejar secuelas profundas en la salud y el desarrollo de las generaciones más jóvenes.
Si bien las políticas públicas, como los aumentos recientes en la AUH y la Prestación Alimentar, han intentado paliar la crisis, los datos indican que estas medidas no son suficientes para revertir la tendencia. La magnitud del problema requiere de una respuesta más integral y sostenida que contemple no solo transferencias directas, sino también un enfoque que ataque las causas estructurales de la pobreza. En particular, la falta de empleo y la insuficiencia de ingresos continúan siendo los factores críticos que perpetúan la inseguridad alimentaria en los hogares más vulnerables del país.