Malvinas, un casco y un mensaje de reconciliación a 40 años de la guerra
Mark Eyles Thomas, un exsoldado inglés, viajó a la Argentina para entregar el casco del excombatiente Daniel Sírtori a su familia. La historia de unión y reconciliación que traspasó fronteras.
Hace 40 años, la dictadura cívico-militar dispuso el desembarco en las Islas Malvinas. Participaron un total de 23.428 combatientes argentinos, entre prefectos, gendarmes, Ejército, Fuerza Aérea y Armada, según datos oficiales del Ministerio de Defensa de la Nación.
En los 74 días que duró el conflicto, 649 combatientes nacionales y 255 ingleses perdieron la vida en el campo de batalla. Pero el horror de la guerra no terminó ahí y la cifra de fallecidos se multiplicó por suicidios.
Daniel Sírtori fue uno de los tantos jóvenes que participó en el conflicto del Atlántico Sur. El “Gringo”, como lo llamaban cariñosamente sus amigos, integró el Batallón de Infantería de Marina Nº5 (BIM5) de Río Grande. Tras la guerra formó una familia, pero el 3 de junio de 1999, cuando tenía tan solo 37 años, decidió partir.
Virginia, su hija, creció entre historias sobre la “perla austral”, pero nunca se imaginó todo lo que pasaría tras contactarse con Mark Eyles Thomas, un exsoldado inglés que combatió a los 17 años en Monte Longdon.
Como contó Data Clave, Thomas se comunicó con Agustín Vázquez, un investigador santafesino, a quien le comentó sobre la existencia de un casco utilizado durante la Guerra de Malvinas, con una pequeña inscripción a mano alzada que rezaba “Sírtori”.
Según explicó el veterano inglés, el casco llegó a sus manos por otro camarada -amigo suyo- que estuvo en la batalla de monte Tumbledown, donde también combatió Sírtori.
Un casco y un mensaje de paz
Luego de las gestiones ante la Embajada Argentina en Londres, Thomas viajó desde Reino Unido a la pequeña localidad entrerriana de Chajarí, para devolver el casco como un gesto de reconciliación. La entrega se realizó en una ceremonia íntima, frente a la tumba donde descansan los restos de Sírtori.
Gran parte de las pertenencias de los excombatientes argentinos –cascos, casacas, fotografías y hasta cartas- fueron devueltas por los soldados ingleses, quienes se las llevaron como recuerdos de combate. “En mi cabeza jamás se me pasó preguntarme dónde estaba el casco”, afirmó Virginia en diálogo con Data Clave.
El emotivo encuentro se dio el domingo último. La joven entrerriana estaba nerviosa y no sabía cómo reaccionar: “Cuando lo vi por primera vez, Thomas me abrazó y me dio un beso. Sentí que nos conocíamos desde siempre”. Junto al casco, el veterano le regaló a la pequeña hija de Virginia un oso de peluche y una medalla de la Virgen María. “La cadena de oro perteneció a su padre”, detalló emocionada.
Para Virginia, “las cosas suceden por algo y tienen un sentido”. “Mi papá siempre contaba que se trataban de entender con los ingleses y que eran buena gente. Nunca tuvo odio o rencor. Tras 40 años, Thomas vino al país junto a su esposa, pero no vino como un enemigo, sino a entregar algo de un argentino. El mensaje de paz que quería dar mi papá se está dando ahora”, explicó la hija del excombatiente.
El casco, que fue entregado en una pequeña campana de cristal, permanece intacto como la última vez que lo usó Sírtori. Para sus compañeros de “trinchera” fue recordar aquellos días entre la turba isleña y la neblina del mar austral.
Thomas también donó la medalla que le otorgó su país por su participación en el conflicto bélico, junto con el gorro y su remera del 3º Batallón de Paracaidistas que utilizó en las islas, entre otras pertenencias personales.
"Quiero que sepan que tengo el mayor respeto por todos ustedes. Han combatido con valentía y profesionalismo. Es un honor estar con ustedes”, dijo el veterano inglés, quien expresó su deseo de volver al país.
Y añadió: “Hoy trascendemos todos los límites impuestos por las nacionalidades y barreras diplomáticas. Hoy somos todos parte de una misma familia”.
Durante el acto, un excombatiente argentino se acercó a Thomas y se fundieron en un sincero abrazo. Ambos habían sido enemigos hace 40 años, pero la historia del casco de Sírtori logró unirlos, sin armas ni rencores.