Acuerdo de Capital Humano y CONIN: improvisación y la sombra de empresarios detrás del reparto de alimentos
Acuciada por las denuncias públicas y judiciales, la ministra Sandra Pettovello pretende sacarse rápidamente de encima el problema de los alimentos guardados a punto de vencerse y el reclamo social de personas que pasan hambre. Para eso forjó un acuerdo con la ONG que dirige Abel Albino, un conocedor de los aspectos científicos que motivan la desnutrición infantil, pero con poca territorialidad y escaso conocimiento de las problemáticas sociales. Las sedes de su fundación son franquiciadas y en su mayoría dirigidas por voluntarios que carecen también de dicho expertise. A tal improvisación se suma la sombra de los posibles beneficios privados, pues CONIN no solo es sponsoreada por las mayores empresas alimenticias, sino que muchos de los voluntarios son empresarios de enorme poder que son proveedores del Estado.
Sandra Pettovello, quien sigue al frente del Ministerio de Capital Humano, puso en marcha -forzadamente- el operativo de distribución de los alimentos próximos a vencerse y que dormían en los depósitos de Villa Martelli, en el Gran Buenos Aires, y de Tafí Viejo, en Tucumán.
Para eso firmó un nuevo convenio con la Fundación CONIN, para este fin, que se suma al que ya había firmado la tarde del 5 de febrero y del que nunca se supo en qué consistía. La organización tiene casi cien centros franquiciados a lo largo y ancho del país, y estos alimentos llegarán a sesenta y cuatro de ellos, que dicen tener centros de distribución, comedores y merenderos.
Repartirán como primer paso 465 mil kilos de leche entre esos 64 centros, lo que da una cifra un tanto excesiva para tan pocos espacios, a menos que de cada uno vuelvan a repartir a otros comedores barriales más pequeños, cosa que no aclaran.
Al revisar algunos de los centros mencionados en la lista, encontramos que por ejemplo en Tandil, la leche llega a un nuevo depósito, al Banco de Alimentos, que solo es un sitio de acopio y no un comedor, por lo que alguien deberá decidir cómo se reparte, a quienes, en que volumen y tiempo, y con qué logística para que esa leche finalmente llegue a los más necesitados. Algo que parece muy lejano de la intención que reza el comunicado distribuido a la prensa donde se afirma que se va a "garantizar una logística rápida, eficiente y sin intermediarios", en el operativo que contará con la colaboración del Ejército Argentino y el Ministerio de Defensa.
CONIN deberá certificar, mediante la presentación de informes, los avances periódicos y en un informe final, el efectivo empleo de los alimentos por parte de los comedores. La intención es buena, lo complejo es que CONIN, que funcionaría como un tercerizado privado para llevar adelante algo que nunca hizo y que es responsabilidad del Estado, no tiene ni el personal, ni la estructura, ni el conocimiento territorial imprescindible para sostener esto en el tiempo, fuera de la coyuntura que podría ser simple voluntarismo. Del mismo modo, el Ejército Argentino no tiene esas funciones de reparto y logística para cuestiones permanentes que corresponden a Acción Social, más allá de catástrofes.
Además, se abren otros interrogantes en estas medidas de último momento que parecen tener más la intención que salir rápidamente del escándalo y la tapa de los diarios, que resolver una problemática compleja, la de la asistencia social no casuística, permanente y organizada, esa "aberración" al decir del presidente Javier Milei.
CONIN: más de cien centros franquiciados en todo el país
CONIN es una organización sin fines de lucro fundada por el Dr. Abel Pascual Albino en Mendoza en 1993, quien tomó el modelo de CONIN Chile, ideado por su fundador el Dr. Fernando Mönckeberg.
Más allá de las opiniones personales del doctor Albino acerca de la transmisión del virus de HIV, de la planificación familiar o incluso del ejercicio de la sexualidad de las que ya hemos dado cuenta en otros artículos de este portal, lo que Albino suele aseverar como datos de su método para combatir la desnutrición infantil no solo no son cuestiones chequeables, sino que en su momento fueron cuestionados por científicos de CONICET.
La principal crítica radica en que no hay evidencias científicas que avalen sus intervenciones, para muchos más cercanas al asistencialismo que al abordaje interdisciplinario que recomienda la OMS. Norma Piazza, de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) dijo en nota al Diario Perfil y en referencia al método CONIN: “En el caso de la desnutrición crónica, la alimentación incide en un 40% pero el 60% restante tiene que ver con determinantes sociales. Por eso, hablar de darle una caja de leche a cada recién nacido como fórmula para vencer la desnutrición, sin tener en cuenta las características sociales, carece de rigor científico, es anticiencia".
Según la página oficial de CONIN, que no se actualiza desde diciembre de 2022, la Fundación llega a la provincia de Mendoza de la mano de Albino en 1993. Desde esa fecha llevarían 17 mil niños recuperados en los cien centros que tienen en dieciocho provincias. Pero no hay forma de verificar estos datos, ya que son muy escasos los estudios publicados en revistas científicas. En "PubMed", el sitio de publicaciones médicas, solo aparecen dos trabajos realizados en Argentina y por CONIN: uno sobre setenta y cinco pacientes realizado en 2006, y sin conclusiones; y el segundo de 2009, cuando evaluaron a 478 infantes (186 que asistían a los consultorios del organismo y 292 que asistían a otro centro). La conclusión arrojó que no había diferencias en peso y talla entre los pibes de los dos grupos.
Podría inferirse, entonces, que entre el voluntarismo de ciudadanos comunes que, conocedores de barrios y problemáticas por ser parte de la misma trama social, arman un comedor en su propio territorio para asistir a sus vecinos; y la organización de una fundación con ciertos patrones científicos, no hay demasiada diferencia. Porque, quizá, ninguno conozca completamente la problemática a abordar: unos por ser parte de la misma, sin demasiada formación academicista, y otros por no conocer territorios ni problemáticas más allá de la intencionalidad. Entre la solidaridad barrial y la caridad de señoras con tiempo libre, debería haber un espacio para esa "aberración" llamada justicia social organizada y a cargo del Estado.
Voluntarismo y negocios: grandes empresarios detrás de CONIN
Al tener sus centros franquiciados, cualquiera que cumpla mínimos requisitos que no son públicos, puede abrir una sede de CONIN en su localidad y tener el aval del sello creado por Albino. En La Plata, por ejemplo, hay dos sedes. Puede accederse a toda la información en la página web de la sede de la ciudad de las diagonales, muy bien estructurada. Una en Los Hornos y otra en Ringuelet.
Quien dirige la Fundación en la capital de la provincia es la señora Yolanda Di Sarli, una empresaria agropecuaria sin ningún estudio ni experiencia previa en cuestiones asistenciales. La particularidad es que está casada con con Carlos Condorelli, el segundo del megaempresario Paolo Rocca, responsable del Holding Techint y uno de los mayores proveedores del Estado.
Por lo que cabe preguntarse si detrás de este convenio entre el Ministerio de Capital Humano y CONIN no está la mano interesada de diversos sectores empresariales que podrían verse favorecidos. CONIN tiene, además y siempre según su sitio oficial, el apoyo de diversas fundaciones, como la "Fundación Carrefour" o la "Fundación IRSA"; y de diversas empresas de las que tomaremos el registro de aquellas relacionadas con la industria alimenticia: Wallmart, Hipermercados Libertad, Mastellone, Ledesma, Pescarmona, Danone, Embotelladora Del Atlántico, Coca Cola, Cabrales, Bimbo, Adecoagro (con sus marcas Alimentos Molinos Alas, Las Tres Niñas, Arroz 53, Leches y Arroces Apóstoles, Azúcar y Leche Montealegre, Leche Angelita), todas empresas elaboradoras, envasadoras o distribuidoras de la mayoría de los alimentos de primera necesidad que deberían ir a los comedores.
La tasa de indigencia en Argentina cuando asumió el gobierno libertario era del 9,6% de la población. Cinco meses después es del 17,8%. Casi 18 personas sobre cien no tienen para comer en un país hecho de pan. Eso, sin contar el porcentaje de pobreza compuesto por personas que comen, pero no siempre como sería lo justo en calidad y cantidad. Que estas medidas de dejar que los privados hagan lo que tiene que hacer el Estado, no sea un negocio para los pocos de siempre.