El triunfo de Donald Trump en las elecciones de EE.UU podría traer beneficios en los activos financieros a corto plazo para Argentina, pero plantea desafíos macroeconómicos para los países emergentes, especialmente en términos de estabilidad y competitividad.

Con un dólar fortalecido y un entorno global más proteccionista, Argentina deberá ajustar sus políticas macroeconómicas para reducir la volatilidad cambiaria y asegurar estabilidad a largo plazo

El equipo económico deberá replantear su estrategia de continua apreciación del peso en este nuevo contexto global, teniendo en cuenta que será más riesgoso salir del CEPO en esas circunstancias. 

A pesar de que Trump asumirá en enero de 2025, los mercados estadounidenses ya muestran optimismo ante sus posibles políticas, lo cual también impulsa temporalmente a los activos argentinos considerando que tendrá el respaldo en su relación con el FMI.

El fortalecimiento de los activos argentinos refleja un contexto geopolítico positivo, pero la anticipada guerra comercial entre EE.UU. y China podría afectar a las economías emergentes, incluyendo a Argentina.

Si China responde a las restricciones comerciales de EE.UU. con estímulos económicos, podríamos ver un efecto positivo sobre los commodities, compensando en parte las bajas derivadas de la tensión global.

Para mantener el superávit fiscal y comercial en 2025, Argentina debe adaptarse a las nuevas condiciones globales. Aunque las políticas de Trump no favorecen la competitividad de los países emergentes, una estrategia basada en inversión vinculada al RIGI y reducción de impuestos podría mitigar estos efectos.

El triunfo de Trump también refuerza políticamente a figuras como Milei, impulsando movimientos ideológicos de cambio en el ámbito global.