Reservas, economía bimonetaria y dolarización, ¿por qué dominan la agenda?
Conceptos cruciales al considerar la implementación de la política monetaria.
La interrelación entre los conceptos de reservas internacionales, economía bimonetaria y dolarización es un tema crucial al considerar la implementación de la política monetaria. Y se debe a que, dependiendo del nivel de activos externos netos y el grado de bimonetariedad que enfrenta una economía, podría estar más o menos cerca de llevar a cabo un proceso de dolarización, en caso de que -por supuesto- ese sea el objetivo último del responsable de la política económica. Pero ¿qué indican realmente estos conceptos?
Las reservas internacionales son, por definición, un instrumento que los bancos centrales utilizan para asegurar la liquidez y hacer frente a contingencias futuras, así como también para enfrentar cambios repentinos en los flujos de capitales. Según el B.C.R.A, las reservas internacionales brutas se definen como el oro en lingotes y los activos externos disponibles de inmediato y bajo el control de la autoridad monetaria, las cuales están destinadas a satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos, intervenir en los mercados cambiarios para influir en el tipo de cambio, y cumplir con otros fines conexos, como el mantenimiento de la confianza en la moneda y la economía, y/o servir de base para el endeudamiento externo. Por su parte, las reservas internacionales netas son aquellas que resultan al restar de las reservas internacionales brutas todos los compromisos de pago (obligaciones) en moneda extranjera que tiene la autoridad monetaria. Ahora, para los cálculos de los niveles de optimalidad de los activos externos, se toman en cuenta los niveles brutos.
Una economía es bimonetaria si coexisten dos patrones monetarios diferentes, es decir, hay co-circulacion de monedas; en Argentina, por ejemplo, el peso argentino y el dólar norteamericano. ¿Por qué razón? Pues ambas cumplen las funciones del dinero: medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. Cuando la economía es de este tipo, las funciones se realizan en dos monedas diferentes:
⦁ Bimonetariedad contractual: La moneda nacional deja de ser medio de cambio generalmente aceptado y el intercambio comienza a realizarse en moneda extranjera.
⦁ Bimonetariedad numeraria: La moneda doméstica deja de ser el numerario de la economía, es decir, para fijar los precios y salarios, y estos comienzan a referenciarse en la otra moneda.
⦁ Bimonetariedad financiera: Los depósitos bancarios, para que el dinero cumpla la función de reserva de valor, pueden realizarse también en moneda extranjera.
Los números al año 2023 según las reservas, sean brutas o netas, se muestran en los siguientes gráficos.
Pareciera, entonces, que las reservas internacionales atenderían dos demandas diferentes: la de la autoridad monetaria (demanda pública) y la de los particulares (demanda privada).
Si la autoridad monetaria comienza a perder credibilidad, peligrará la estabilidad de la moneda doméstica y comenzará a perder su función de reserva de valor. Según indica Vilma Hidalgo De los Santos, profesora de la Universidad de La Habana, primero se utiliza la moneda para atesoramiento (los ahorros de los argentinos están en su mayoría en dólares). Si la credibilidad del hacedor de política monetaria no se restablece, la moneda extranjera comienza a ser utilizada para realizar transacciones (comprar y vender bienes y servicios); y si los individuos siguen sin confiar en la autoridad monetaria, la moneda extranjera se transforma en el numerario de la economía (se utiliza para fijar precios y salarios). Llegados a este punto, la sustitución de moneda doméstica por moneda extranjera es total y podría hablarse de dolarización de la economía.
El proceso de dolarización propiamente dicho implica que todo el dinero doméstico (billetes y monedas en circulación más depósitos bancarios) es reemplazado por la moneda extranjera, en este caso el dólar norteamericano. Esto genera que la autoridad monetaria no pueda emitir (pues no tiene la potestad de hacerlo en moneda extranjera) y el circulante del “nuevo patrón monetario” esté ligado a su entrada o salida a través del comercio exterior.
Cuando la sustitución de monedas es realizada en todas las funciones del dinero, la economía corre el riesgo de transformarse en una bimonetaria. Las políticas económicas (monetarias, cambiarias) que funcionan para las economías monomonetarias ya dejarían de funcionar, pues la elasticidad de la demanda de moneda doméstica aumenta y la variación de los precios domésticos también. Si aumentan las expectativas de inflación de los agentes, estos cambiarán la moneda nacional por la moneda extranjera más rápido o bien intentarán liquidar sus tenencias de efectivo a través de la compra de bienes y servicios, generando el consecuente aumento en el nivel de precios.
Esta bimonetariedad genera efectos sobre las funciones u objetivos de la autoridad monetaria, quien deberá velar por la estabilidad de la moneda nacional, como así también actuar como prestamista de última instancia.
Es importante destacar que una vez que una economía se convierte en bimonetaria producto de las inestabilidades macroeconómicas, principalmente la inflación, es muy difícil el retorno a una economía con una única moneda. Es decir, aun cuando el contexto macroeconómico se estabilice y no haya incentivos en los agentes económicos a deshacerse de la moneda nacional, los niveles de dolarización no se reducen; se produce lo que llamamos “efecto histéresis”.
Entonces, y a modo de conclusión, hoy Argentina es una economía bimonetaria de facto. La elección de llevar o no adelante un proceso de dolarización necesitaría contar con un nivel lo suficientemente elevado de reservas internacionales para no deprimir los ingresos de la población. Asimismo, para garantizar un proceso de dolarización exitoso, es condición necesaria que la economía cuente con superávit fiscal, pues la única herramienta que le queda al hacedor de política económica en una economía dolarizada es la política fiscal. Si se toma como ejemplo el caso de Ecuador (economía dolarizada de jure en el año 2000), la estabilización en materia monetaria es inmediata. Sin embargo, la indisciplina fiscal hace que se sucedan diferentes crisis de índole social y económica. Es decir, la dolarización no es una solución en sí misma.