La semana terminó con días un poco más calmos, luego de un  inicio de semana agitado en donde reinó la incertidumbre y  diversas conjeturas sobre el próximo acuerdo con el FMI. Hoy el riesgo país se ubica en 769 pb, luego de tocar los 787 pb, y los dólares financieros se ubican de nuevo por debajo de los $1300. En síntesis, la turbulencia parece haber amainado al menos, pero con indicadores de riesgo en niveles más altos respecto de la semana anterior, lo cual indica que persiste una expectativa difusa y dudas respecto del futuro inmediato.

Antes de contextualizar estos movimientos financieros, pasemos revista rápidamente de los indicadores recibidos esta semana. El PBI mostró  un buen crecimiento en el último trimestre del año (+1,4 t/t),  levemente por arriba de lo que se esperaba, con un fuerte  incremento de la inversión (+11% t/t, que se suma al +10% del  3T), poniendo de nuevo la ratio Inversión / PBI en un nivel de 19%  (sigue siendo un nivel bajo).

Desde lo fiscal, la buena noticia es que no hubo novedades  respecto a la historia reciente, con febrero volviendo a mostrar  un superávit financiero, aunque ahora con gastos creciendo  bastante por arriba, en términos anuales, que los ingresos,  como consecuencia de la base de comparación (el año pasado  con gastos muy deprimidos y con impuesto país).

En un contexto  desinflacionario, la movilidad jubilatoria hará que el gasto suba  en términos reales por el rezago en la base de cómputo, y eso  debería ir compensándose con menores subsidios (energía,  especialmente).

El dato de la semana que sería el mayor llamado de atención es  el relacionado con el comercio exterior de bienes. Las  exportaciones tuvieron un buen desempeño (casi 2% mensual  en términos desestacionalizados), pero las importaciones  crecieron 9% m/m desestacionalizado. Es decir, el superávit  logrado durante el 2024 se estaría esfumando y a este resultado  de bienes hay que sumar el saldo claramente deficitario en  servicios, fundamentalmente por turismo, pero también en  otros rubros.

Como insistimos frecuentemente, esta es la  variable que más atención hay que darle dada la dificultad  histórica de nuestro país de conseguir divisas (y estamos en un  contexto de reservas netas de dólares negativas). Sin dudas que meter en escena a un inminente acuerdo con el  FMI, con DNU incluido, gatilló ansiedades varias, sobre todo  porque se conocían de antemano las posturas de las dos partes  negociadoras.

Así, con el DNU, anuncios no muy claros de  funcionarios, y con el acuerdo en primera plana, comenzó un  festival de especulaciones que se manifestaron a través de los  mercados de títulos, bancarios y de futuros, los cuales se vieron  afectados también por la incertidumbre respecto al aval del  Congreso al DNU.

Con el DNU aceptado, y con cierto  convencimiento de que la estrategia cambiaria no se moverá  mucho, bajó la temperatura. Pero el trasfondo de todo el hormigueo financiero sigue siendo  si el FMI acepta o no dar fondos frescos a cambio de…nada. En  realidad, “nada” no es poco: es mantener lo que ya se hizo,  especialmente la conducta fiscal. Pero no hay dudas de que el  staff de ese organismo ya aprendió que el número reciente de las importaciones resulta importante, dado que podría inquietar a los economistas del Fondo sobre la dinámica futura. 

Incluso hubo rumores de que la posición del presidente de la Nación y la del ministro de Economía difieren en cuanto a los costos y beneficios de flotar sin restricciones o mantener un esquema similar al de ahora. Lo hemos dicho, hoy hay un gran inconveniente de hacer lo que una política prudencial indicaría (poner una paridad cambiaria que mantenga a raya las importaciones y de un poco más de aire al sector transable), ya sea con flotación, ya sea con administración del dólar, ya sea con cepo o sin él.

El inconveniente se llama “elecciones”, dado que el gobierno quiere llegar a las mismas sin ningún tropezón en el camino con el índice mensual de precios. Devaluando un poco o dejando libre la paridad (con altos riesgos de que suba un poco) es claro que algunos precios, transitoriamente, se van a mover. Los hitos electorales no deberían modificar la ejecución de políticas públicas sanas. Pero como la oportunidad política y el desvío de esas políticas sanas ha sido la norma, en algún momento no estaría mal discutir la dinámica electoral (la oportunidad y conveniencia del “medio término”) en Argentina.

Los rumores sobre un programa por USD 20 MM cobraron fuerza. El martes, con la reapertura de los mercados, veremos la probabilidad que se le asigna a este rumor. Pero, hasta tanto se llegue a un acuerdo, consideramos que veremos días de alta volatilidad, con cambios de humor repentinos, en un contexto en donde las ayudas para mantener las reservas más o menos en línea (blanqueo, préstamos en dólares, emisión de ONs, carry, etc) se irán apagando.