Argentina no tiene un plan de contingencia
La apuesta está atada a postergar los pagos a organismos internacionales, a que no nos arrastre la crisis brasileña y a que las materias primas agrícolas no sufran una brusca baja. Cualquier variación de este escenario echa por tierra las posibilidades de un dólar en torno de $200 para fin de año. Estamos en una economía frágil, sin viento de cola y con amenazas permanentes.
La economía argentina va rumbo a un escenario incierto, no hay plan de contingencia posible con la enorme volatilidad internacional. La suba de la tasa de retorno de los bonos de tesorería americano, la revaluación del dólar y la devaluación de las monedas emergentes son una amenaza a la estabilidad económico y financiera de argentina. A todo esto, habría que agregarle que los problemas financieros del mercado americano podrían truncar la suba de las materias primas agrícolas, y la devaluación del mundo emergente agregar oferta de mercadería al mercado.
Si bien estamos perdiendo viento de cola, el gobierno está llevando adelante medidas que contemplan un plan de contingencia posible. Este escenario mundial le dio pie al gobierno argentino a solicitar una postergación de todos los pagos a organismos financieros internacionales, esto implicaría postergar por un año las erogaciones que se pensaban realizar al FMI y el Club de Paris, esto implica una suma de U$S 7.500 millones. Por otro lado, Argentina recibiría un desembolso del FMI por U$S 4.354 millones que vendría a incrementar las reservas del Banco Central.
Si Argentina no realiza desembolsos a los organismos financieros internacionales durante el año 2021, podría consolidar una posición de reservas en torno de los U$S 44.000 millones, con una buena administración, podríamos decir que dichas reservas se podrían mantener en torno a estos valores hasta finales del año 2021.
Por el lado de los pasivos del Banco Central estamos ante un final abierto. Nadie puede saber a ciencia cierta qué sucederá con la pandemia en Argentina. Es muy probable que nuevas restricciones atemperen el crecimiento económico, lo cual tendrá su implicancia en los ingresos fiscales, y se recurra a incrementar los gastos del Estado, esto dejara un alto déficit fiscal, que se deberá financiar con emisión monetaria. En el peor escenario los pasivos del Banco Central podrían trepar a $ 8.000.000 millones, eso nos dejaría un dólar de equilibrio en $ 180 para fin de año. Esto implica que el gobierno tiene chances de que el dólar no se espiralize a la suba, aunque no descartamos que con ese dólar de equilibrio los dólares alternativos no se ubiquen en niveles de $ 200.
Para no ilusionarnos, debemos decir que esto solo sucedería, si solo sí, el gobierno logra postergar para el año 2021 todos los vencimientos que tiene por delante con el FMI y el Club de Paris; la crisis de Brasil no arrastra a una corrida en Argentina; las materias primas agrícolas no sufren una brusca baja; y la tasa en Estados Unidos limita la suba a niveles del 2% anual. Cualquier variación de este escenario echa por tierra las posibilidades de un dólar en torno de $ 200 para fin de año, y habría que proyectar un valor muy por encima de la cifra citada.
En conclusión, Argentina carece de un plan de contingencia que vaya más allá de postergar pagos con los organismos financieros internacionales, cuidar las reservas existentes y rezar para que la crisis sanitaria no sea de igual magnitud que la vivida en el año 2020. Estamos en una economía frágil, sin viento de cola y con amenazas permanentes, una verdadera odisea con tramos de bienestar (recibimos fondos del FMI y postergamos pagos) y con tramos incomodos que nos pueden hacer naufragar, como una nueva crisis sanitaria o la devaluación del real en Brasil.