En un viernes negro a nivel global, fundamentalmente por los temores de una recesión en EEUU, los dólares paralelos subieron, al igual que el riesgo país. Esto se da en un contexto en donde, a pesar de la convicción oficial de los últimos anuncios monetarios y las novedades económicas que el equipo económico dejó trascender luego de una reunión con ALyCs, el mercado no termina de estar convencido de cómo se están ponderando las prioridades cambiarias.

En el frente fiscal puede decirse que se aprecia una mayor certidumbre, más allá de que persisten dudas en i) el registro presupuestario de compromisos de pagos -a Cammesa, por ejemplo- o de capitalización de deuda, en ii) la sostenibilidad en el ahorro de algunas partidas (previsional, obra pública, universidades), y en iii) cómo se compensará a futuro la ausencia de recaudación del impuesto País.

Esa relativa certidumbre proviene de la convicción del gobierno por mostrar resultados fiscales sólidos y de que todavía se cuenta con un margen de maniobra en caso de que se quiera compensar aumentos de gastos en algunas partidas, por ejemplo, mediante un menor gasto tributario (exenciones impositivas), o los nichos de ineficiencia estatal.

Sin embargo, en el frente monetario/cambiario persisten dudas respecto de si el flujo de entrada de dólares por el balance comercial será suficiente para afrontar el flujo de salida (Bopreales, resto de la deuda en dólares). 

Estas dudas las compartimos, especialmente por nuestro entendimiento de que el saldo de dólares, aun siendo positivo a partir de agosto o septiembre luego de meses de déficit en la cuenta comercial energética, se sustenta muy fuertemente por la alicaída actividad económica.

Si se evidenciara un deseado repunte en los próximos meses, las importaciones comenzarían a salir de su letargo (hoy realmente están un mínimo) y habría más tensiones sobre las cuentas en dólares.

En ese marco, el gobierno dejó trascender la noticia de que tiene asegurado por un año y medio los pagos de capital de toda la deuda pública en dólares, pero eso no terminó de disipar las dudas, como tampoco la afirmación de tener un Repo ya acordado con bancos del exterior.

Por supuesto, en caso de que esto se verificara y la contabilidad de reservas internacionales mostrará un incremento sustancial, el panorama podría cambiar. Por el momento, con este panorama de turbulencia en los mercados internacionales, el riesgo país se ubicó nuevamente arriba de los 1600 pbs. Como consecuencia de todo esto, persisten las dudas sobre lo adecuado de este nivel de tipo de cambio.

Si bien el mercado de futuros sobre el dólar oficial muestra confianza en que no se moverá mucho de acá a fin de año, los dólares financieros no logran acercarse al dólar importador (unos $1100), lo que indica también dudas respecto al levantamiento del cepo.

Por último, las dudas en el frente monetario también incluyen lo que llamaron la fase II del programa. A pesar de la fuerte gesticulación para una “emisión 0”, lo cierto es que la base monetaria podría más que duplicarse para llegar al límite autoimpuesto, con lo que resulta una meta difícil de entender: muy laxa para el corto plazo, muy dura para el mediano plazo.

Si a esto le sumamos dificultades para entender a dónde lleva este proceso (¿competencia de monedas? ¿definida cómo? ¿salida del cepo? ¿dolarización endógena?) es posible que se requieran nuevos anuncios, esperando esta vez que sean más consistentes, que propicien una actualización del acuerdo con el FMI y faciliten un colchón de dólares más abultado para administrar la transición.