A contramano del mundo y del sentido común
Tres lecciones de la economía y el crudo diagnóstico del país. El panorama de la post-pandemia va a ofrecer abundantes oportunidades de inversión, pero el Gobierno hace todo lo posible para que Argentina sea un mero espectador
Los recientes intentos de un impuestazo a la riqueza son sólo el último ejemplo de que el gobierno argentino no sólo va a contramano del mundo, también va a contramano del sentido común. Mientras el mundo intenta mantener sus economías a flote a la par de lidiar con Covid-19, el oficialismo parece empecinado en destruir lo poco que queda de la economía con vergonzosos resultados sobre la pandemia. Da la impresión de que cada semana nos enteramos de una nueva empresa que se va del país, alguna aerolínea que deja de operar, o de grandes inversiones que miran otros horizontes más prometedores y amigables que lo que este país puede ofrecer. Esto no es otra cosa que menos empleo, menos ingresos y, por lo tanto, mayor pobreza.
La economía nos ofreces tres lecciones sobre crecimiento económico. La primera lección es que, en el corto plazo, hay tres motores por los cuales un país puede crecer. Inversión en bienes de capital. Inversión en capital humano. Adquirir tecnologías existentes. Lo hecho hasta ahora por el gobierno no hace más que aumentar cualquier inversión en capacidad productiva.¿Qué está haciendo el gobierno para atraes este tipo de inversiones?
La segunda lección es que en el largo plazo el crecimiento de un país depende de la adopción de nuevas tecnologías. Esto requiere grandes y riesgosas inversiones. Argentina es, sin embargo, el paradigma de la inseguridad jurídica. ¿Qué está haciendo el gobierno para incentivar el desarrollo de nuevas tecnologías de punta?
La tercera lección es que materializar crecimiento a largo plazo requiere de un marco institucional apropiado. Si las reglas de juego incentivan la viveza criolla y el clientelismo político, en lugar de incentivar y promover la iniciativa privada, es de esperar que sobre de lo primero y falte de lo segundo. El gobierno no tiene reparos mostrar su autoritarismo ni su sesgo anti-mercado.
Tomar nota de estas lecciones es fundamental para Argentina. El país, tras décadas de inflación, crisis de deuda, crisis cambiarias, y confiscación de depósitos, no posee ahorros propios. Eliminar 13 ceros a la moneda y vivir de déficit fiscal en déficit fiscal no es gratuito. El no tener ahorros propios implica que es necesario poder atraer inversiones que generan trabajo y produzcan de manera eficiente bienes y servicios. A contramano de lo que sostiene el gobierno, no hay un problema de escasez de dólares. Los dólares son posiblemente el bien de mayor abundancia a nivel mundial. Lo que hay es un problema de desequilibrios económicos, una manifiesta falta de seguridad jurídica, y un gobierno incapaz de generar cualquier tipo de expectativas positivas.
La economía post-pandemia va a ofrecer abundantes oportunidades de inversión. Gran cantidad de negocios que buscarán financiamiento para abrir sus puertas nuevamente. Gran cantidad de nuevos negocios que intentarán ofrecer nuevos productos y servicios. Y también gran cantidad de negocios que, operando a media máquina durante la pandemia, van a necesitar financiamiento para volver a producir a su máxima capacidad. En una economía que promete ser muy competitiva en atraer fondos de inversión, el gobierno corre a contramano del mundo haciendo todo lo posible por lograr que Argentina sea un mero espectador, en lugar de un protagonista, de una sostenible recuperación económica.
*Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.