1. Introducción

La Argentina es una economía con escaso flujo de dólares receptivo. Con bajos ingresos de dólares por inversión extranjera directa, salida crónica de capitales por movimientos financieros, egreso regular de divisas por envío de utilidades de empresas multinacionales, mínima cantidad de empresas multinacionales argentinas enviando utilidades desde el exterior y crónicos déficits en la balanza de servicios; la balanza comercial de bienes (lo que se conoce usualmente como “balanza comercial”) es el principal recurso de acceso de dólares para la economía argentina.

La Argentina, por eso, suele tener serias dificultades cuando acumula déficits en sus balanzas comerciales (tal el caso del reciente año 2023). Puede decirse a esta estatura del año que; después de un año muy deficitario (2023) con un resultado negativo en casi 7.000 millones de dólares; en el presente 2024 Argentina logrará un superávit en la balanza comercial tan holgado, medido nominalmente y en dólares corrientes, como jamás en la historia. Estaremos (nominalmente), en esta materia, ante un ejercicio récord.

2. El resultado y la historia:

Efectivamente, conforme lo que puede, razonablemente -proyectando-, esperarse en base a los 9 meses ya medidos -los datos oficiales de 2024 llegan hasta septiembre-, y según puede observarse con el siguiente cuadro (con fuentes del INDEC), Argentina logrará en 2024 el mayor superávit nominal histórico.

2024: el mayor superávit comercial nominal argentino de la historia

3. Evaluación

El fenómeno descripto se basa en diversos motivos.

En primer lugar, las exportaciones se recuperan en lo trascurrido del año en curso (suben alrededor de 15%) en base a tres grandes razones: la mejora climática post sequía que permite mayores exportaciones de origen agropecuario (36% de alza en MOA y 24% de suba en PP), la recuperación de las exportaciones de MOI (26%) y el relevante crecimiento de exportaciones de energía y petróleo (12%).

En segundo lugar, las importaciones caen inusitadamente (baja de 24%) en el año por tres razones: en primer lugar, hubo una devaluación que en el inicio del año las encareció, en segundo lugar, hubo diferimientos impuestos por regulaciones del BCRA y en tercer lugar la recesión debida al ajuste macroeconómico debilitó la demanda.

Debe decirse que, desde el punto de vista cambiario, lo referido es muy útil para una necesidad puntual del país en 2024: contar con ingreso neto de divisas (por el estado en el que se encontró al stock de reservas del BCRA, la necesidad de cubrir obligaciones -públicas y privadas- en el exterior y el requisito de conceder buena previsibilidad cambiaria para producir reformas (algunas ya ejecutadas y otras pendientes).

Sin embargo, debe advertirse que -más allá de la perspectiva estrictamente cambiaria (prioridad 2024)- para la salud de la economía debe preverse para el futuro cercano una mejor performance exportadora (Argentina debería duplicarlas medidas en dólares en relación al último resultado anual -2023- para tener números que sean acordes a la dimensión de su PBI comparándolo con el promedio mundial) y especialmente debe multiplicarse (aún más que duplicase) las importaciones para mejorar la competencia, lograr acoplamiento tecnológico internacional, mejorar la tasa de inversión e incrementar la competitividad productiva. Es destacable, lamentablemente que la tasa de apertura (que se calcula sumando exportaciones más importaciones y relacionándolas con el PBI medido en dólares) en Argentina fue en el último registro anual (2023) la tercera menor del mundo según los informes del Banco Mundial: el ratio en Argentina dio apenas un 27% (en Latinoamérica fue 49% y en el mundo 63%). Por lo que lo esperable, luego de la emergencia (cambiaria), es lograr más comercio internacional en general, más exportaciones y más importaciones (aun con menor saldo comercial).

Dicho sea de paso, un dato no menor relativo a las cifras mostradas es que (si se confirma la previsión para 2024) desde inicios de siglo Argentina tuvo un superávit comercial acumulado de 200.430.808 millones de dólares. Y pese a ello prácticamente vivió padeciendo problemas cambiarios. Lo que muestra por un lado la sangría de dólares padecida por los otros canales y por el otro que lo que cuenta es la balanza de pagos en su totalidad y no el mercantilismo cambiario

Todo lo referido más arriba, además, permite asumir que, en la hipótesis de un crecimiento del PBI en 2025 (de 5%), las importaciones crecerán en mucho más que las exportaciones y el saldo comercial (que es esperable siga siendo superavitario) sea mucho menor al récord de 2024. Por un lado, debe decirse que el Presupuesto confeccionado por el Gobierno prevé un superávit comercial para 2025 (la diferencia entre las exportaciones y las importaciones de bienes) de poco más de US$ 20 mil millones -lo que superaría el récord nominal de 2024- producto de un incremento del 9% en las exportaciones y del 13,4% de las importaciones (que para el corriente 2024 están cayendo más del 20%); pero por otro lado es admisible que esta cifra será difícil de obtener por la alta probabilidad de una mayor suba de las importaciones en relación a lo previsto en el proyecto de Presupuesto.

Debe considerarse, por su parte, que el saldo de la balanza comercial de bienes siempre se choca con crónicos y persistentes déficits de la de servicios (la que, sin excepción, da saldos negativos año a año y también lo dará en 2024). Es -a priori y con números muy preliminares- proyectable un déficit de la balanza comercial de servicios en 2024 de 4.950 millones de dólares (el déficit de 2023 fue de 6.416 millones de dólares).

Por último y sin perjuicio de lo anterior, debe decirse, en una mirada de mayor plazo, que -desde la perspectiva productiva- lo más importante será tener un intercambio comercial general -bienes más servicios, compras más ventas- robusto (que en Argentina debería ser del doble que el del resultado del último ejercicio, el de 2023), aun sin un superávit tan generoso.

Pero, considerando la especifica necesidad cambiaria de 2024, la noticia del récord nominal en el superávit es de destacarse.