Las grandes estafas económicas han sido un doloroso eco recurrente en la historia de Argentina. Promesas de riqueza inmediata, inversiones sin riesgo y personajes carismáticos que convencen con una mezcla de autoridad y persuasión. A lo largo de los años, estos fraudes se han camuflado bajo diferentes formas: desde los esquemas piramidales hasta las criptomonedas y los supuestos fondos de inversión. Sin embargo, el hilo conductor siempre es el mismo: la desesperación y el deseo de una vida mejor, que termina en la desilusión total.

Las estafas no solo afectan el bolsillo de las víctimas, sino que dejan una profunda cicatriz emocional y social. Miles de personas confían sus ahorros a estos "gurús financieros", solo para ver cómo todo se desvanece en el aire. Lo trágico es que, con cada nuevo caso, parece que la historia se repite, pero con distintas máscaras y métodos. Desde grandes empresarios vinculados al mundo del espectáculo y el deporte, hasta figuras públicas que gozan de la confianza de los medios, todos han encontrado formas de aprovecharse del sistema y del ansia humana de mejorar su situación.

Daniel Viglione: el columnista financiero que engañó a Mar del Plata (1980-2016)

Cinco estafas que marcaron a la Argentina: del criptoimperio de Cositorto al columnista financiero de los 80

Daniel Viglione, una figura de renombre en los medios marplatenses, es uno de los primeros ejemplos contemporáneos de cómo la confianza mediática puede ser aprovechada para perpetrar un fraude financiero. Durante años, Viglione construyó su reputación como analista económico, participando en programas de radio y televisión locales donde compartía sus análisis sobre los mercados internacionales y ofrecía consejos de inversión.

Fue esa misma reputación la que utilizó para convencer a decenas de marplatenses de invertir en sus supuestos negocios, prometiendo rentabilidades exorbitantes. Entre 2010 y 2016, el columnista captó millones de dólares, hasta que la verdad salió a la luz: no había inversiones reales, solo un esquema piramidal destinado a colapsar. Cuando las denuncias comenzaron a acumularse, Viglione huyó, pero fue capturado meses después. En 2019 fue condenado a cinco años y medio de prisión. Un año después, la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantía revisó la condena impuesta y decidió incrementar la pena a 9 años y 4 meses de prisión, decisión que aún no está firme.

Este caso, aunque de una magnitud relativamente menor comparado con los siguientes, marcó un antes y un después en cómo los medios comenzaron a mirar con más cautela a los "expertos" financieros que pululan en la escena mediática.

Enrique Blaksley: el "Madoff argentino" que patrocinaba estrellas (2000-2017)

Cinco estafas que marcaron a la Argentina: del criptoimperio de Cositorto al columnista financiero de los 80

El caso de Enrique Blaksley es uno de los más resonantes de la historia reciente de Argentina. Apodado como el "Madoff argentino", Blaksley llevó el fraude financiero a otro nivel, combinando carisma y conexiones con figuras del deporte y el espectáculo. A través de su empresa Hope Funds, prometía inversiones en proyectos inmobiliarios, tecnología y eventos deportivos, con rendimientos garantizados que parecían irresistibles para miles de inversores.

Blaksley utilizaba su presencia en grandes eventos, como la llegada de Usain Bolt a Argentina, para dar un aire de legitimidad a su negocio. Durante casi dos décadas, mantuvo la fachada de un empresario exitoso, hasta que el esquema colapsó en 2017. Se estima que Blaksley defraudó a más de 300 millones de dólares a miles de ahorristas, incluidos inversores extranjeros. En marzo de 2023, fue condenado a ocho años de prisión por asociación ilícita y estafas.

El colapso de Hope Funds evidenció la facilidad con la que un fraude bien diseñado puede perpetuarse durante años, mientras sus víctimas viven bajo la ilusión de un éxito financiero inminente.

Eugenio Curatola y la abogada detrás del fraude millonario (2008-2021)

Cinco estafas que marcaron a la Argentina: del criptoimperio de Cositorto al columnista financiero de los 80

Entre los fraudes más impactantes en el ámbito de las inversiones inmobiliarias, se encuentra el de Eugenio Curatola y Silvina Amestoy, que además de su abogada era su pareja. El empresario orquestó una estafa monumental, captando más de 90 millones de dólares a través de proyectos inmobiliarios ficticios y préstamos fraudulentos. La clave de su éxito estuvo en la confianza que las víctimas depositaron en su abogada, quien manejaba los contratos y legalizaba las transacciones.

Curatola era un reconocido empresario, con experiencia en el mercado financiero. Hacia fines de 2001, en el medio de la crisis económica y social que atravesaba el país, creó la sociedad “Curatola y Asociados”. Desde esa compañía, ofrecía invertir dólares en el “Forex”, un mercado en el exterior cuyas ofertas, en aquél momento, no estaban autorizadas por la Comisión Nacional de Valores. Pero no cualquiera puede ofertar allí sino que debe haber un intermediario, un “Introducing Broker”, que es nada menos que una sociedad en el exterior con permiso para ofertar.

Curatola creó, entonces, “Vanderbelt Management Group” o “Forexvan”, que oficiaba de “broker” y que supuestamente era manejada por terceros. Desde allí, se realizaban, según lo que les decía el condenado a sus clientes, las inversiones en el Forex. El depósito mínimo para entrar en el negocio era de cinco mil dólares, aunque en el expediente constan inversiones de hasta 100 mil. Según la investigación, Curatola y su entorno cercano crearon varias sociedades offshore, que operaban desde las Islas Vírgenes Británicas, aunque, como allí no se puede tener una sociedad física, se constituyeron también en Panamá. Ambos lugares son lo que se denominan como “paraísos fiscales”.

Las inversiones, luego de ser depositadas en los paraísos fiscales, eran giradas a una cuenta en Bermudas y luego a varias cuentas que tenían en Estados Unidos. Como todo el dinero pasaba por ese país, se le dio intervención a las oficinas que el Tesoro de Estados Unidos y el FBI tienen en Argentina. Si bien se contó con la colaboración de ambas dependencias, nunca se pudo determinar donde está el dinero.

Las víctimas de las estafas residían en la Capital Federal, Azul, Tandil, Olavarría, Mar del Plata, Bariloche y La Pampa. Al comienzo de la operatoria, algunas personas lograron retirar su dinero más “un plus”, lo que generó que más gente volcara su dinero a “Curatola y Asociados”.

Hacia fines de 2004, ya ningún cliente pudo realizar extracciones. Las primeras denuncias se registraron entre septiembre y octubre de 2005. La causa estuvo a punto de prescribir pero en 2014, Curatola aceptó su responsabilidad en la maniobra y fue condenado a cinco años de prisión. La abogada Amestoy peleó en juicio su responsabilidad y perdió: fue condenada a siete años de cárcel.

Turismo Felgueres: el fraude vacacional de Gregorcic y Berra Rojo (2012-2022)

Cinco estafas que marcaron a la Argentina: del criptoimperio de Cositorto al columnista financiero de los 80

Con la promesa de viajes de lujo a destinos paradisíacos a precios irrisorios, Máximo Gregorcic y Mario Gerardo Berra Rojo, responsables de la agencia Turismo Felgueres, llevaron a cabo una estafa que alcanzó proporciones internacionales. Su estrategia consistía en vender paquetes turísticos a personas de clase media y alta, quienes pagaban por adelantado sus vacaciones soñadas, solo para descubrir que los viajes nunca se concretaban.

A lo largo de una década, Gregorcic y Berra Rojo lograron captar más de 18 millones de dólares. La trama se desmoronó cuando cientos de clientes comenzaron a denunciar que sus vuelos y reservas hoteleras habían sido cancelados sin explicación alguna. La justicia amplió recientemente las acusaciones en su contra, y el caso sigue en curso, con la expectativa de que la sentencia sea contundente dada la magnitud del fraude. Este esquema puso en evidencia las lagunas en la regulación del turismo y la confianza ciega en agencias que operan sin supervisión estricta.

Leonardo Cositorto y el criptofraude de Generación Zoe (2017-2023)

Cinco estafas que marcaron a la Argentina: del criptoimperio de Cositorto al columnista financiero de los 80

El caso más reciente, y quizá el más mediático, es el de Leonardo Cositorto y su empresa Generación Zoe. Utilizando el atractivo de las criptomonedas y el coaching financiero, Cositorto atrajo a miles de inversores, prometiendo retornos imposibles de lograr. A diferencia de otros fraudes, Generación Zoe operaba en múltiples países de Latinoamérica, ampliando su alcance y sofisticación.

Cositorto se presentaba como un gurú financiero y espiritual, prometiendo a sus seguidores no solo riquezas, sino también una vida plena a través de la "educación financiera" que ofrecía en su red. A medida que el esquema se expandía, las denuncias comenzaron a llegar, pero Cositorto logró escapar a República Dominicana. Finalmente fue extraditado a Argentina, y el 16 de octubre de 2024 comenzara el juicio oral en su contra, con más de 160 testigos dispuestos a declarar.

Este caso marcó un hito en la historia de las estafas en Argentina, no solo por la cantidad de dinero involucrado, sino por la utilización de las criptomonedas como señuelo, una tendencia que seguirá evolucionando en el futuro.

A lo largo de los años, estas estafas han evidenciado las vulnerabilidades del sistema financiero y las carencias en los mecanismos de regulación y control en Argentina. Con la proliferación de nuevas tecnologías como las criptomonedas, los fraudes se han vuelto cada vez más complejos. Las víctimas siguen luchando por recuperar sus ahorros, mientras los responsables, en su mayoría, enfrentan condenas que muchos consideran insuficientes frente a la magnitud de sus crímenes.