El Instituto Nacional de estadística y Censos (Indec) dará a conocer este lunes el resultado del intercambio comercial de diciembre y el acumulado de todo el 2024, que según estimaciones privadas superará los US$ 18.000 millones.

Hasta noviembre las exportaciones habían acumulado un crecimiento del 18%, gran parte de ello por la recuperación de las ventas agrícolas luego de un 2023 signado por la sequía. En tanto, las importaciones caían 20% debido a la menor actividad económica.

Pero para el 2025, un año en que el Gobierno necesita hacerse de dólares para pagar sus deudas financieras, el escenario se presenta más complejo. El sector agrícola, si el clima acompaña, volverá a exportar poco más de los US$ 25.000 millones que vendió durante el 2024.

Además, nuestros principales socios comerciales, Brasil y China, muestran un menor crecimiento de sus economías lo cual no solo hace que compren menos productos, sino que esa situación podría generar un mayor nivel de exportaciones de parte de esas naciones.

En el caso de Brasil los economistas consultados por el Banco Central de ese país, esperan un crecimiento de solo el 2% y para China, los privados calculan un 4% luego de haber aumentado su PBI el 5% en el 2024.Si comienzan a tener mayores saldos exportables, Argentina podría ser un mercado interesante, ya que se espera que, con un crecimiento del 5 de su PBI para este año, requiera de más insumos importados.

Pero, además, el Gobierno decidió que el peso solo se devalúe 1% desde el primero de febrero, lo que incrementa aún más el retraso cambiario, que por ahora se refleja en el déficit de la balanza del sector turístico.

A esto habrá que agregarle que el ministro de Economía decidió flexibilizar las reglas anti-dumping, lo cual implica mayores facilidades para las importaciones.

Y la posibilidad que, como ocurrió en los 90’, esto se extienda al sector de los alimentos, para mantener “a raya” la inflación que el gobierno quiere que sea del 18 %, contra el 117 % con el que terminó el año pasado.

En resumen, todos estos factores, exportaciones “estancadas” y la posibilidad de mayores importaciones ya sea por el rebote económico, o por las mayores facilidades para importar ante un dólar estancado, ponen en duda la posibilidad de repetir un modesto superávit comercial que apuntale las cuentas del Estado.