Esta semana, en Córdoba, la policía fue a buscar a José Antonio Maidana a su casa para devolverlo a la cárcel de donde no debía haber salido: desde su computadora y en su hogar, dedicó horas y horas a distribuir pornografía infantil. En Mendoza, Armando Osvaldo Fernández, condenado por más de cien homicidios y la apropiación de una niña nacida en cautiverio, paseaba por la calle cuando fue sorprendido por transeúntes que lo reconocieron. El goce de la impunidad de los que nunca se arrepintieron.  

José Antonio Maidana, genocida y pedófilo

En mayo de 2020 el criminal José Antonio Maidana, que estaba preso en la cárcel de Bouwer, volvió a su casa de la calle Independencia 362 del barrio "Nueva Córdoba". Sin siquiera un GPS o una tobillera como único control, desde entonces y hasta ahora llevó la de cualquier vecino que no arrastra en su conciencia los crímenes más atroces que puedan cometerse. 

Logró el beneficio porque los jueces consideraron que por su litiasis renal, merecía un tratamiento fuera del penal. Se lo concedió el Tribunal de Bahía Blanca que, aún dando cuenta del informe médico que decía que Maidana estaba "lúcido, sin foco motor, en buen estado general, hemodinámicamente estable". Sin embargo también djeron que “las condiciones generales del alojamiento (el Penal) no permiten cumplir con los recaudos extremos que una persona de su riesgo necesita”. Era tiempo de pandemia y cuando tantos se quejan de la "suelta de presos" nunca, en general, mencionan a los cientos de genocidas que volvieron a sus casas. 

En ese momento el gobierno de la provincia de Córdoba sancionó el decreto N° 384 que elaboró todo el plan de acción frente al virus. En virtud de esa medida y al considerar que no había un agravamiento arbitrario de las condiciones de detención, la justicia cordobesa negó doscientos cincuenta y cuatro habeas corpus de privados de libertad en el Penal de Bouwer. Sin embargo, Maidana no solo volvió a su casa: lo hizo sin tobillera. Estaba preso desde 2016, aunque su detención había sido ordenada tres años antes, por lo que su paso por la cárcel fue realmente breve en proporción a los delitos imprescriptibles que cometió. 

José Antonio Maidana era teniente del Ejército Argentino. Fue procesado por delitos de lesa humanidad en la Megacausa Zona 5 de Bahía Blanca, cuando se desempeñó, entre 1976 y 1977 como Jefe de la "Compañía de Combate Mayor Keller" y Jefe de la Sección Arsenales en el Batallón de Comunicaciones 181. Previamente había sido parte del "Operativo Independencia", en Tucumán. 

Cuando tuvo que declarar, lo hizo desde su casa, pues ya gozaba de ese privilegio. Negó todo: negó haber secuestrado, torturado, asesinado. Dijo que se le imputan delitos falsos, delitos que nunca existieron para él. En las audiencia número 80 y 81 de la Megacausa, sentado en el living de su casa, dijo sentirse orgulloso de haber "combatido a la subversión con la mayor virulencia", aunque no explicó con qué métodos. 

También dedicó un tiempo, desde la virtualidad, para descalificar e insultar a fiscales, jueces, querellantes, testigos, víctimas y hasta a sus propios superiores militares. Dijo ser una víctima de persecusión política, y todo el tiempo tuvo un discurso reinvindicativo del terror como herramienta del Estado. El presidente del Tribunal le exigió respeto y moderación en el lenguaje al hombre que no dejaba de mostrar su indignación. La fiscalía, aunque tolerante con el derecho a defensa de Maidana, solicitó suprimir fragmentos de la audiencia donde el imputado excedió su defensa con injurias y agravios.

Pero poco antes de navidad, el 20 de diciembre, el digno hombre de armas volvió al Penal de Bouwer. Es que desde esa misma computadora que lo mostraba en el living de su casa de la calle Independencia 362 del Barrio de "Nueva Córdoba", pasó buena parte de su tiempo libre y doméstico dedicado a la producción de material de pornografía infantil

Para el criminal Armando Osvaldo Fernández no pasó el tiempo

E 27 de diciembre, el mismo día que Estela de Carlotto y Tati Almeida, en representación de Abuelas de Plaza de Mayo, anunciaban el hallazgo del nieto restituído número 138; un apropiador caminaba libre sin custodia por la calle, e insultaba a transeúntes que lo reconocieron, aunque teóricamente está con prisión domiciliaria. 

Armando Fernández
Armando Fernández

Él mismo lo dijo a voz en cuello: "¿Crees que te tengo miedo? ¡Agradecé que estoy en cana sino te cago a trompadas!. ¡Vayanse montoneros asesinos!” chillaba a quien lo filmaba. 

Instagram de mdzradio

Armando Osvaldo Fernández estaba esperando sin custodia policial a que un familiar lo pasara a buscar por la esquina de Avenida España y Pedro Molina, en la capital mendocina. La ciudad no deja de ser pequeña y muchos se conocen: y a Fernández lo reconocieron parientes de víctimas de sus delitos que al verlo sin ningún tipo de medida de seguridad propias de una persona qe cumple prisión domiciliaria, lo increparon y filmaron. 

Fernández, que aparentemente no tiene visibles ni graves problemas de salud que le impidan cursar su condena en una cárcel común, tiene en su haber más de trescientas desapariciones y homicidios de cuando era oficial de la Policía mendocina en el temible D2. De esos trescientos casos en los que estuvo involucrado, la Justicia le comprobó ciento siete y lo condenó a perpetua. De esos ciento siete, sesenta y uno son personas que continúan desaparecidas. 

Pero no fue su única condena. También recibió quince años de prisión por la apropiación ilegal de la hija de Carlos Poblete y María del Carmen Moyano, quienes permanecen desaparecidos y fueron secuestrados en 1977 en Córdoba cuando ella estaba embarazada y llevados en principio al Centro Clandestino de Detención "La Perla". Luego trasladada, María del Carmen parió en la ex ESMA y la niña fue inscripta ilegalmente como Miriam Lourdes Fernández, nacida en Mendoza, como hija de Iris Yolanda Luffi y de Armando Osvaldo Fernández, el hombre que gritaba en la esquina el 27 de diciembre. 

Genocidas que vulneran la prisión domiciliaria: uno distribuía pornografía infantil y otro de paseo por la calle

La niña que nació en cautiverio hoy es una mujer que en 2017, cuando cumplió cuarenta años y gracias a la labor de HIJOS Mendoza, recuperó su identidad. Se llama Miriam Poblete Moyano, y es la nieta recuperada número 127. Casi cuatro años después, el Tribunal Oral Federal N° 1 de Mendoza condenó a Fernández y a Luffi a diez y cinco años de prisión respectivamente. Abelardo Santiago Garay, otro integrante del D-2, quien falsificó su rol como testigo del nacimiento, recibió una pena de ocho años.

Sin embargo y ajeno a todo, Fernández esperaba que lo pasen a buscar para ir a pasear, mientras las Abuelas encontraban, después de varias décadas, a otro nieto robado.