Luego de oficializar el desdoblamiento de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof activó una jugada con doble mensaje. Mandó a su principal operador político, Carlos Bianco, a la Casa Rosada para pedirle al Gobierno de Javier Milei una coordinación conjunta en territorio bonaerense. No se llevó un sí rotundo, pero sí algo quizás más valioso en medio de la interna, un gesto político que puede terminar siendo funcional a su pelea con Cristina Kirchner y La Cámpora por la suspensión de las PASO.

Bianco llegó puntual a las 11 de la mañana, con una carpeta bajo el brazo y un objetivo claro: que la Nación aporte la custodia de las elecciones que se llevarán a cabo el 7 de septiembre. La reunión fue con el vicepresidente de Gabinete de Interior, Lisandro Catalán. Durante el encuentro, que se dio en planta baja, apareció brevemente el ministro del Interior, Guillermo Francos, con quien Kicillof mantiene una relación cordial desde los tiempos en que ambos compartían funciones bajo la gestión de Cristina Fernández.

“Vine formalmente a solicitar la colaboración para el Comando Electoral, hemos tenido una muy buena reunión, una muy buena predisposición de los funcionarios de Nación para poner a disposición de la provincia”, aseguró Bianco al salir, sin demasiadas vueltas. También deslizó que Nación coordinaría con Patricia Bullrich el operativo de seguridad. Lo cierto es que no hubo una respuesta concreta. Desde Casa Rosada advirtieron que el comando electoral “es para elecciones nacionales”, pero también que hay “predisposición para colaborar”. Y que se pondrá en marcha una mesa técnica para evaluar la viabilidad.

Lo que sí quedó flotando en el aire, y no por casualidad, fue un guiño informal desde Nación para la suspensión de las PASO bonaerenses. Una señal de que Kicillof espera convertirse en apoyo concreto para sacar de la cancha la primera vuelta electoral, al que se opone con fuerza el sector que responde a Cristina Kirchner. La interna peronista no es menor, mientras el gobernador intenta esquivar el desgaste de tres elecciones en un año, desde La Cámpora buscan que la Provincia asuma el costo político de cada instancia en las urnas. En ese marco, la movida de pedir el comando electoral no fue sólo una cuestión técnica.

“La suspensión de las PASO también es un argumento adicional, por las dificultades que podrían traer hacer una tercera elección en la provincia”, dijo Bianco, apuntando sutilmente al núcleo camporista que impulsa las primarias. Desde el entorno de Karina Milei y Sebastián Pareja, los referentes libertarios en PBA, ya habían dejado trascender cierta simpatía por eliminar las PASO, aunque nadie de La Libertad Avanza confirmó aún si están dispuestos a dar quórum y acompañar esa decisión en la Legislatura.

Mientras tanto, en la Gobernación bonaerense se mostraron preocupados por el escaso entrenamiento de la Policía Bonaerense para garantizar la seguridad electoral. Aunque aseguraron tener “todo organizado”, incluida la impresión de boletas y el acuerdo con el Correo, la asistencia de fuerzas federales como PSA, Gendarmería, Prefectura y las Fuerzas Armadas resulta clave. De hecho, en off, funcionarios provinciales reconocieron que el problema no es sólo operativo, sino también político: “No podemos hacer solos una elección sin antecedentes desde 1948, y con la Bonaerense a cargo del operativo”, deslizaron.

Desde Nación no hablaron aún del tema presupuestario, aunque se presume que el costo del operativo quedaría a cargo de la Provincia. Esa parte, dicen en La Plata, también está en plena negociación. Catalán, por su parte, se comprometió a hablar con Bullrich para destrabar el tema, aunque insistió en que “por una cuestión de tiempos, lo mejor sería suspender las PASO”. Un razonamiento que parece alineado con el interés político del propio gobernador.

El desdoblamiento bonaerense tiene pocos antecedentes: la última vez fue en 2003, y fue para una elección ejecutiva. Esta vez, con comicios legislativos separados del calendario nacional, la provincia más poblada del país se mide en un experimento institucional sin rojo. Por eso, en el entorno de Kicillof creen que el comando electoral debe ser compartido, y que la Nación no puede mirar para otro lado. A eso se suman los cortocircuitos previos con Bullrich, una de las funcionarias más duras del gabinete de Milei, y quien no oculta su enfrentamiento con el gobernador.

La decisión final sobre la asistencia logística y la suspensión de las primarias dependerá de lo que se resuelva en esa mesa técnica, que se pondrá en marcha en los próximos días según pudo saber Data Clave. Mientras tanto, el gobernador bonaerense espera que ese gesto de “buena predisposición” se transforme en respaldo concreto. Lo que está claro es que la disputa por las elecciones en territorio bonaerense ya dejó de ser solo un asunto administrativo y se transformó en el nuevo capítulo de la guerra fría peronista.