En búsqueda de apoyo internacional, el Presidente intentará exhibir unidad interna frente a los líderes del G7
Frenéticas 48 horas en Alemania le esperan a la comitiva presidencial que viajó en la noche del sábado rumbo a la ciudad de Munich, donde participará de la cumbre de los países más poderosos del planeta. La presencia de Sergio Massa entre los integrantes de la reducida delegación argentina y la decisión de adelantar el regreso -previsto inicialmente para el martes- ponen en evidencia la preocupación del primer mandatario por la situación política interna, donde la inestabilidad económica y las fricciones del Frente de Todos generan más incertidumbres que certezas.
"Cuando el camino se hace confuso y los astrolabios apuntan a muros inexpugnables, es necesario buscar la salida poniendo la mirada en el cielo”. Los antiguos griegos conocían y el poeta romano Ovidio escribió –en clave mitológica– la “historia” de Dédalo, un prestigioso arquitecto, inventor y escultor, muy respetado en su ciudad natal de Atenas. El rey Minos le encargó la construcción de un laberinto donde se encerraría a un temible monstruo antropófago protegido por el rey, mitad hombre, mitad toro, llamado Minotauro. Dédalo hizo un buen trabajo, pero no supo guardar un secreto y develó el misterio del laberinto a la hija del rey, Ariadna, propiciando que su amante –Teseo– terminara con la vida de la bestia.
Enojado, Minos se la agarró con el arquitecto y terminó encerrándolo junto a su hijo Ícaro en el propio laberinto que había construido, como castigo. Para escapar, Dédalo diseñó sendos pares de alas hechas con plumas de ave unidas con cera. Antes de emprender la travesía hacia la libertad le advirtió que no debía volar demasiado bajo –a riesgo de que sus alas tocasen el agua y se mojasen– ni tampoco demasiado alto para evitar que el Sol derritiera la cera. Pero el joven Ícaro, abrumado por su recién descubierta capacidad de volar, olvidó las advertencias de su padre y se elevó por encima de lo aconsejado. La cera de sus alas se fundió y cayó al mar, donde murió.
Más allá de la enseñanzas de la mitología griega, Alberto Fernández medita la estrategia de "salir por arriba" del laberinto en el que se encuentra su gestión, por imperio de circunstancias tan variadas como un contexto internacional complejo -que se debate entre las consecuencias de la pandemia y los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania- y un escenario interno atravesado por las desventuras económicas y la inestabilidad política de una coalición que se resquebraja, a pesar de los esfuerzos por sostener la unidad que logró reinstalarlos en la Casa Rosada.
En ese marco, el primer mandatario llegó este domingo a la cumbre del G7, en Alemania, con el claro objetivo de consolidar el posicionamiento de la Argentina dentro del desafinado concierto de las naciones más poderosas del planeta. Allí, Fernández aprovechará la tribuna para describir las graves consecuencias del conflicto ruso-ucraniano en América Latina y reiterará su voluntad de proponer a la Argentina y la CELAC como articuladores de una salida pacífica imprescindible para evitar una escalada que termine en la Tercera Guerra Mundial, tal como anticipó Joe Biden en el almuerzo final de la Cumbre de las Américas.
Además, el presidente insistirá con su idea de convertir a América Latina en el principal proveedor de alimentos e hidrocarburos a nivel global, a partir de las consecuencias generadas por la guerra en el este europeo que complicó la seguridad alimentaria y la disposición de gas en Europa, supliendo la venta de los comodities que se negociaban hasta principios de este año en las naciones que hoy intercambian misiles.
Tomar distancia, sin perder el control
Al igual que durante el viaje a Los Ángeles, una vez más esta travesía relámpago cuenta con la presencia de Sergio Massa en la delegación oficial. El dato no es menor, porque guarda relación directa con la intención presidencial de no descuidar el frente interno, ni siquiera durante su breve estadía en la región bávara.
"Alberto ve con preocupación que las fisuras dentro del Frente de Todos se profundicen y está tratando de sellar la relación con Massa, convencido de que trabajando juntos pueden sortear las turbulencias provocadas ante cada embate de Cristina", explicó a Data Clave un funcionario que habitualmente suele acompañar la comitiva, pero esta vez se quedó en Buenos Aires. La presencia de Massa dice casi tanto como la ausencia de Martín Guzmán, a quien Fernández siempre mantuvo como mascarón de proa de su política económica, sobre todo cada vez que pretendió exhibir la solidez de sus propuestas ante los foros internacionales.
Sin embargo, los insistentes cuestionamientos de Cristina Kirchner y del propio Massa contra su hombre en el Palacio de Hacienda, parecen haber lacerado el vínculo entre ambos y en esta oportunidad, tampoco fue de la partida. El mensaje hacia los líderes mundiales pareciera estar direccionado a mostrar que el gobierno del Frente de Todos mantiene un criterio político unificado sobre como timonear la crisis, a los efectos de lo cual la presencia del tigrense es mucho más valiosa que la del discípulo de Joseph Stiglitz
A Guzmán lo espera un arranque complejo de semana. Este lunes, la City volverá a amenazar la estabilidad política de Guzmán y del director del Banco Central Miguel Ángel Pesce, que el viernes pasado monitorearon una nueva suba del riesgo país hasta los 2.400 puntos y otra escalada del dólar blue, que alcanzó los 226 pesos.
Breve pero intensa estadía
La presencia de un mandatario latinoamericano en una reunión de G7 es un hecho inédito que debería permitirnos reflexionar sobre los aciertos de la política exterior encabezada por el canciller Santiago Cafiero, quien se transforma así en una de las piezas claves de esta mini gira por Europa. Además de los citados Cafiero y Massa, conforman la comitiva la portavoz Gabriela Cerruti, la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra, el secretario General de la Presidencia Julio Vitobello, el Secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz y el embajador ante los Estados Unidos Jorge Arguello.
La primera actividad oficial será este domingo a las 18 (13 hora argentina) cuando mantenga una reunión bilateral con el primer ministro de la India, Narendra Modi, en el Hotel Bayerischer Hof. La bilateral es clave para la agenda comercial de Fernández, ya que el país asiático ve amenazada la provisión de alimentos para sus casi 1.400 millones de habitantes y la Argentina puede aceitar su vínculo como proveedor de materias primas.
Desde las 20 (15 de la Argentina), el Presidente participará en la actividad de bienvenida de los cinco países invitados al G7 que se desarrollará en el Teatro Cuvilliés en Munich Residenz. Allí será recibido por el ministro presidente de Baviera, Markus Soder, firmará el libro de honor, presenciará un espectáculo a cargo de la Ópera del Estado de Baviera, y participará en una cena ofrecida en honor de los Jefes de Estado invitados.
El lunes, desde las 12 (7 hora de la Argentina), llegará al salón principal del majestuoso Castillo de Elmau, en pleno corazón de los Alpes bávaros, la sede oficial de la Cumbre del G7, donde lo recibirá el canciller Olaf Scholz. El mandatario participará de la primera reunión plenaria del G7, de un almuerzo de trabajo y, a continuación, formará parte de la tradicional "foto de familia" que reúne a los participantes de la cumbre.
Desde las 14.20 (9.20 en la Argentina), Fernández mantendrá una reunión bilateral con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y, cuarenta minutos después hará lo propio con Scholz. A partir de las 15.30 (10.30 en la Argentina), participará de la segunda reunión plenaria del G7 y a las 18.30 (13.30) concurrirá a la cena ofrecida por el canciller de Alemania.
Si bien inicialmente se barajó la posibilidad de permanecer en Alemania hasta el martes, antes de partir la comitiva el sábado, trascendió que el regreso se adelantaría para el lunes a la noche, cuando la participación formal de la Argentina en la Cumbre haya terminado. El adelanto de su retorno habla, a las claras, de la preocupación de Fernández por la situación política y económica del país, que continúa monitoreando a la distancia.
La sede de la reunión del G7 se ubica en el distrito de Garmisch-Partenkirchen, ubicado a unos 100 kilómetros de Múnich y cerca de la montaña Zugspitze, la más alta de Alemania, en los Alpes bávaros. El imponente Hotel Schloss Elmau, construido por el teólogo y filósofo alemán Johannes Müller en 1916 como espacio para congresos y conciertos, cuenta con todas las medidas de seguridad requeridas para recibir a los principales líderes mundiales.
Los países miembros del G7, asociación que sostiene reuniones anuales para debatir y coordinar políticas globales, representan alrededor del 10% de la población mundial y el 45% de la renta nacional bruta mundial. Hasta 2014 se denominaba G8, pero ese año la Federación Rusa fue suspendida tras haber anexado a Crimea.