La semana estuvo marcada por el armado del futuro gabinete. Finalmente se confirmó a Luis Caputo como futuro ministro de economía, pero siguen pendientes lugares claves que terminarán definiendo el accionar del nuevo gobierno. Por ejemplo, quién ocupará la presidencia del BCRA que, aun cuando se le requiera independencia, deberá coordinar sus políticas con el ministerio de economía. A 10 días de la asunción tampoco se conoce el nombre del secretario de hacienda, responsable de implementar en la práctica el ajuste fiscal, ni el titular de AFIP.

Por ahora solo se perciben marchas y contramarchas, que reflejan cierto grado de improvisación del gobierno electo. Positivo: algunos casilleros se van llenado con cuadros con cierta experiencia, que no son totalmente outsiders y conocen mínimamente el manejo de la gestión.

Negativo: algunos de estos mismos cuadros surgen del intento de ampliar la base de consenso de LLA y siembran dudas en cuanto a la existencia de un horizonte común entre el amplio espectro de funcionarios que conformarán el equipo de gobierno. Cabe preguntarse por cómo/ quién llevará a cabo la coordinación entre un equipo que a priori se desconoce entre sí, y cuando, además, muchos de los ejes de acción planteados en la campaña fueron dejados rápidamente de lado a partir de la adopción de un perfil más pragmático del propio presidente electo.

En materia económica primaron señales contrapuestas. Por un lado, la semana estuvo marcada por el debate (innecesario) asociado a la “bola de leliqs” cuando todavía parecieran persistir problemas más inmediatos a resolver, como conocer el detalle de cómo se implementará el ajuste de las cuentas públicas, que entendemos será el foco de acción de la nueva gestión, o cómo se renegociará el acuerdo con el FMI de cara afrontar los vencimientos de los próximos meses en un contexto de reservas en mínimos. Los bancos siguieron haciendo la usual administración de liquidez, privilegiando la colocación de excedentes en pases a 1 día en lugar de letras a 28 días, dado que el diferencial de tasas (126% y 133% TNA, respectivamente) no paga la extensión de plazos en un escenario incierto ante el cambio de gobierno. Dentro de los pasivos remunerados del BCRA, la participación de pases pasivos se elevó a 55% en la última semana, nivel comparable al que prevaleció ya en otras oportunidades (pe. enero 2019 o enero 2022). No creemos que sea algo que deba llamar particularmente la atención.

En paralelo los datos de inflación semanal anticipan una pronunciada aceleración en noviembre desde el piso de 8,3% conseguido en octubre, por efecto del descongelamiento de algunos precios y ajustes preventivos en otros. Nuestro relevamiento de precios de alimentos promedió una suba del 3,3% en la semana y acumula un incremento del 11% en un mes. Deja una inercia cada vez elevada para los primeros meses de gestión del nuevo gobierno, volviendo más urgente la necesidad de avanzar en un plan de estabilización consistente.

En contraposición, los mercados se movieron al alza. Los títulos de la deuda en dólares siguieron subiendo, reflejando cierto optimismo por la designación de un ministro afín y la confirmación de que van a respetarse los contratos. Todavía se mantienen en paridades bajas, pero acumulan una suba superior al 20% en las últimas dos semanas. Como correlato el riesgo país cedió a 1.984bp, 628 bp desde las elecciones generales. Otra cara de la misma moneda es la fuerte baja que registraron las cotizaciones paralelas del dólar. En este caso, la corrección del ratio 70/30 a 50/50 para el dólar exportador podría estar empujando una mayor oferta en el mercado de CCL contribuyendo a la baja de 13% en la última semana. Es probable que en los próximos días empiece a jugar también el desarme de posiciones en dólares suscriptas en la previa a las elecciones ante una mayor demanda estacional de pesos.

En paralelo, la demanda por cobertura también cedió en la última semana, sobre todo en el tramo más largo de la curva. La posición a diciembre corrigió 2,5% (pagando $ 780) en tanto que los contratos para el primer semestre ajustaron 5% reflejando una devaluación implícita de 220% respecto a hoy. Aun ajustando a la baja, la expectativa de devaluación llevó en las semanas previas a un incremento de la demanda de Levid, cuyo stock trepó a USD 5,1 MM en el mes. Se trata de letras vinculadas al dólar a los que empresas importadoras e integrantes de los programas de controles de precios podían acceder a modo de cobertura.

Ante el creciente pasivo contingente que el BCRA estaría asumiendo, esta semana el BCRA primero restringió el universo de empresas habilitadas y finalmente dio de baja el instrumento.