Con el riesgo país nuevamente perforando los 700 pb (692 la última medición), luego de permanecer en los 780 pb en la última semana de febrero, pareciera volver cierta tranquilidad, sobre la base de renovadas especulaciones sobre un acuerdo con el FMI, a partir de comentarios del ministro Luis Caputo y versiones de que el Tesoro de EEUU estaría intentando acelerar el proceso. 

En este contexto, a través de voceros, el FMI sigue rescatando los esfuerzos del gobierno en materia fiscal y que no es necesario ningún aval del Congreso argentino para dicho acuerdo, que el apoyo legislativo es sólo una decisión local que surge de una ley local. Así, un DNU (y no una ley) que propicie el acuerdo no tendría ningún impedimento. 

Por supuesto, sigue siendo incierta la condicionalidad para nuevos desembolsos: el apoyo del gobierno de EEUU y el beneplácito del FMI a la conducta fiscal y los logros en términos de inflación siguen chocando con la postura histórica (y acentuada desde la última evaluación expost (EEP) de ese organismo sobre el acuerdo ampliado de 2022, de enero de este año) en donde el staff enfatiza el aprendizaje hecho sobre no prestar si no están todas las condiciones de equilibrio macroeconómicas garantizadas (en criollo: no se debe prestar a ningún país que quiera defender una paridad cambiaria no competitiva).

Pero a la par de la reducción del riesgo país, el BCRA intervino en los dólares paralelos, las reservas siguen sin aumentar y en el primer viernes de marzo se comunicó que hubo ventas netas en el mercado de cambios (que se registrarán el lunes en reservas). Para aclarar, lo que veníamos viendo en las últimas semanas era compras netas de divisas por parte del BCRA (por comex y liquidaciones de préstamos en dólares), que se más que compensaban con ventas de dólares en el mercado de títulos para mantener la brecha a raya, pagos de deuda y reducción de encajes por bajas de depósitos en dólares. El BCRA anunció la venta neta de USD 220 millones (una cifra realmente alta) que meterá todavía más presión al nivel de reservas. 

Las intervenciones en el mercado de títulos, a su vez, pudieron ser responsables al menos en parte en el descenso en el riesgo país. La no acumulación de reservas, junto a las dudas respecto a qué condiciones cambiarias exigirá el FMI en pos de un acuerdo, hicieron subir el valor futuro del dólar (sobre todo post elecciones).

La dinámica económica sin dudas incidirá en la dinámica política, frente a la posibilidad de acuerdos electorales. Y como siempre sucede en Argentina, la misma dinámica política retroalimentará la dinámica económica. Y a esto hay que sumar la enorme incertidumbre respecto de cómo se van a ir acomodando las fuertes tensiones geopolíticas, con medidas de impacto directo sobre la economía mundial. Para limitarnos sólo al plano local, las opciones para las próximas elecciones siguen muy abiertas en este contexto de fragmentación y falta de liderazgos fuertes, y muy sujetas a las particularidades de cada provincia. 

Eso se da en todos los partidos de la oposición, en algunos casos más que otros. La única excepción es lógicamente el partido que gobierna, que aun así no está exento de tensiones internas. Tal vez, respecto de meses atrás, hoy existe una menor probabilidad de un acuerdo general entre LLA y PRO, aunque estos acuerdos se pueden dar en algunas provincias puntuales para enfrentar al peronismo. Se respira una casi completa inorganicidad, en donde impera más bien un "sálvense quien pueda" en función de objetivos individuales. Desde ya, esto se puede ir acomodando a medida que se acerquen los plazos para acuerdos y listas, pero por lo pronto nadie imagina una hoja de ruta clara.En la provincia de Buenos Aires, Ritondo (PRO) y Abad (UCR) están en conversaciones para formar un frente electoral que podría incluir a la Coalición Cívica y sectores del peronismo no kirchnerista. Este frente, tentativamente llamado "Encuentro por la Provincia", busca consolidar una base electoral que enfrente tanto a LLA como al peronismo. Pero a su vez, sigue abierta la posibilidad de acuerdos con LLA, sobre todo a través de referentes como Santilli y Montenegro.

En la CABA, bastión histórico del PRO, M. Macri está tomando un rol activo en la estrategia electoral, manifestando su disposición a postularse como senador por la ciudad frente al avance de LLA en este distrito. La interna en CABA, sin embargo, sigue abierta, dado que sectores alineados a Rodríguez Larreta y la UCR no garantizan su respaldo a la gestión de J. Macri, a pesar de que referentes de estos espacios fueron lo que garantizaron la promulgación de leyes del oficialismo de la ciudad. Larreta, podría insistir en una estrategia propia en la ciudad, diferenciándose del sector más cercano a los Macri, ya sea con un acuerdo con la UCR o sin él. Esto abre la posibilidad de una competencia interna que podría fragmentar el voto y beneficiar indirectamente a LLA y al peronismo porteño. La única noticia tendiente a no dividir el electorado fue la abstención de Marra de participar en la contienda, lo que también beneficiaría a LLA.

A priori, el desenlace electoral pareciera será favorable al oficialismo, pero lejos de significar mayorías legislativas. Aún así, el espaldarazo que recibirá también puede ser difícil de decodificar. Se pueden combinar aspectos a favor de una agenda reformista más ágil junto con aspectos que atentan contra una institucionalidad virtuosa, la cual también es ponderada por distintos agentes económicos, especialmente aquellos que miran más el largo plazo.