El acuerdo con el FMI: oxígeno financiero y dilemas con el dólar
El staff del Fondo valora el esfuerzo del Gobierno por ordenar las cuentas fiscales, pero continúa mencionando que las reservas ofrecidas no deben utilizarse para intervenir en el mercado de cambios.
Con el riesgo país nuevamente cerca de los 750 puntos y en un contexto de elevada incertidumbre global y local, la mayor novedad de esta semana estuvo en el próximo acuerdo con el FMI, que incluyó la emisión de un DNU (que entró al Congreso para su tratamiento) y un fuerte aluvión de conjeturas sobre cómo será el acuerdo negociado.
El jueves fue un día en el que circularon rumores en relación con las características del acuerdo, pero en concreto lo único que se sabe hasta el momento es lo que apareció en el DNU, y las frecuentes visiones de las dos partes negociadoras (gobierno y organismo) respecto de su ideal.
El DNU alumbra una parte del futuro acuerdo: será un Programa de Facilidades Extendidas (EFF, en inglés), por diez años, cuyos fondos serán destinados al pago de capital del EFF de 2022 de los próximos 4 años, y a la cancelación de las Letras Intransferibles (LI) en poder del BCRA, comenzando por las más cortas. Como los EFF tienen 4 años y medio de gracia, ese repago significará que no habrá desembolsos netos de capital con el FMI en esos años. En otras palabras, por esa parte no incrementarán las reservas en momento del acuerdo; simplemente evitarán que las reservas bajen al momento de esos vencimientos, lo que no es poco (USD 14,7MM hasta abril de 2019). En el 2025 no hay pagos de capital y en 2026, hay sólo por USD 1,13 MM.
Sí se incrementarán las reservas por los fondos frescos que el FMI brinde adicionalmente, es decir, por los montos para rescatar LI. En rigor, las reservas aumentarían tanto rescatando esos pasivos del Tesoro como aumentando los activos mediante depósitos en dólares que el Tesoro tiene en el BCRA.
Respecto de las visiones de las dos contrapartes en negociación, lo repetimos: el gobierno quiere fondos para no devaluar, calmar la incertidumbre, y eventualmente tener herramientas para mantener a raya la brecha hasta las elecciones. El staff del FMI valora mucho el esfuerzo por ordenar las cuentas fiscales del gobierno y cómo enfrentó el proceso para estabilizar los precios, además de las reformas estructurales encaradas, pero continúa mencionando que los dólares ofrecidos no deben utilizarse para defender una paridad cambiaria que se supone espuria. Veremos si, de todos modos, se adopta una postura más política permitiendo evitar movimientos más bruscos en el tipo de cambio, al menos hasta las elecciones legislativas.
Alimentando parte de los rumores de las últimas horas, no hay que descartar movimientos acotados en el tipo de cambio, como parte de un acuerdo más salomónico.
Los futuros del dólar han subido al compás de diferentes conjeturas respecto del acuerdo, que también incluyen la posibilidad de relajar las restricciones cambiarias. Pero esto se da en un contexto real, a saber, la dificultad del país por acumular reservas con un stock de reservas netas negativas.
Miremos la problemática con una lente más general, para evitar exageraciones que terminen dando un diagnóstico equivocado. El flujo de dólares está tensionado, y lo estará más en poco tiempo. Recordemos que en los últimos meses hubo algunos puentes que disimularon un poco (o bastante, según el caso) esa tensión.
El blanqueo, el carry, las renovadas liquidaciones del agro, ayudaron a acotar el impacto en reservas. En el futuro cercano, nuevos fondos del FMI también ayudarán, en un contexto en donde los hidrocarburos van ganando presencia en las exportaciones locales. Esa tensión existe y será más fuerte en la medida que desaparecen los puentes; pero tampoco existe el atraso cambiario del 2017, que verificó un récord en el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos.
Es así que el ajuste cambiario para equilibrar las cuentas futuras no tiene por qué ser muy elevado, y por ende, el desenlace no tiene por qué ser dramático, de ningún modo. Aun siendo modesto, algún impacto en precios tendrá, sabiendo que a la tasa de inflación le está costando perforar el 2% mensual, aun con el descenso del crawling al 1% mensual.
Siempre comentamos que los componentes inerciales son los más difíciles de vencer, y que la inflación no sigue una única ecuación de comportamiento atado a lo monetario o a lo fiscal, que sin dudas son condiciones necesarias fundamentales para estabilizar. A esta dificultad para romper con la memoria inflacionaria, entonces, ahora se suma la incertidumbre respecto de la evolución cambiaria, antes y después de las elecciones.
La inflación minorista arrojó un valor de 2,4% para febrero, y para marzo el consenso prevé una tasa todavía arriba de 2%.
Este panorama se conjuga con una actividad económica que continúa su recuperación. Pero como siempre sucede en Argentina, recuperación y dólares no van de la mano, desde el momento que una mayor actividad demanda de más productos importados. En esa línea, el ministro L. Caputo anunció una significativa reducción de aranceles en ropa, calzado y telas: en ropa y calzado de 35% a 20%, telas de 26% a 18%, y distintos hilados de 18% a 12%,14% o 16% según el caso.
Siempre mencionamos acá la necesidad de contar con una economía más abierta para generar un ambiente más competitivo, mantener a raya los precios y evitar desbordes en algunos márgenes puntuales. Pero también hay que considerar que cualquier iniciativa a favor de una mayor apertura tiene que estar acompañada de movimientos en el tipo de cambio para mantener un determinado nivel de saldo comercial externo.
Vinculado con esto, resulta una buena noticia que, durante 2025, el dólar se ha depreciado respecto de casi todas las monedas, incluyendo el Real y el Euro. Esto sin dudas ha ayudado a morigerar nuestra tendencia a la pérdida de competitividad, con niveles de inflación por arriba de los niveles de depreciación cambiaria. De todos modos, el frente global afectará el dinamismo exportador por la enorme incertidumbre respecto de qué marco arancelario regirá en lo sucesivo.
Existían dudas sobre si la retórica de Trump respecto de aranceles era una puesta en escena para negociar otras cosas o un defecto de entendimiento de cómo funciona el comercio internacional. Nada podemos decir de su estrategia para reforzar las fronteras o mejorar compromisos mutuos en temas como seguridad y narcotráfico, pero la confirmación de la suba de aranceles junto con renovados mensajes públicos del presidente de EEUU y algunos funcionarios corroboran un cierto desconocimiento de los beneficios del comercio.
En esencia, habrá muchas tensiones adicionales si el gobierno republicano insiste en tomar una posición en donde todo lo que se produce afuera es malo y todo lo que se produce adentro es bueno. La semana pasada, Howard Lutnick, el secretario de Comercio de EEUU, apareció en televisión declarando que los aranceles de Trump reactivarán la producción estadounidense de camisetas, zapatillas, toallas y televisores. El entrevistador no pudo ocultar la risa. Con todo esto, el frente internacional y las tensiones geopolíticas, al igual que la incidencia real de los avances en IA, irán haciendo su aporte al ruido local.