Dólar Soja II: El segundo capítulo de una extorsión
La medida revela que la gestión de Sergio Massa en ningún caso logró superar las causas que a partir del 9 de junio hicieron posible la desestabilización financiera y cambiaria del país.
El Dólar Soja II no sólo es el segundo capítulo de una extorsión, sino que revela que la gestión del Ministro Massa, si bien contuvo la situación de crisis que originó el final del Ministro Guzmán y el paso fallido de Batakys, en ningún caso logró superar las causas que a partir del 9 de junio hicieron posible la desestabilización financiera y cambiaria de la Argentina.
Segundo capítulo de una extorsión, que si bien pretende presentarse como un Plan de Fomento Exportador, todos sabemos que tal formulación es una mentira. Se trata de producción existente que era retenida en su comercialización o en su liquidación exportable a la espera y especulando con una devaluación. Ya en ocasión del Dolar Soja I sabíamos que se habían guardado 11 millones de toneladas equivalentes a más de 6000 millones de dólares para poder seguir presionando. De hecho el compromiso adoptado por los exportadores de liquidar 3000 o 3500 millones de dólares está aún por debajo de lo que podría garantizarse.
Y revela que la falta de reservas, una de las tres principales causas de la crisis de junio se mantuvo pese a la extorsión concretada del Soja I, y el ingreso de cerca de 8500 millones de dólares. Las otras dos causas, el elevado endeudamiento público interno y la crisis social, no sólo siguen presentes sino que incluso se han agravado. Es más, la primera de ellas (el endeudamiento) en simultáneo con la retención de la producción exportable, ha puesto en marcha una nueva corrida cambiaria frente a la cual el dólar soja II pretende ser la solución.
Más allá de esta descripción que indica que la situación económica y política de nuestro país sigue atada con alambre, lo cierto es que han aparecido en el último tiempo dos posibilidades, que de poder ser aprovechadas adecuadamente, podrían permitirnos dar pasos para caminar hacia una solución. Nos referimos al nuevo swap con China y al triunfo de Lula en Brasil. Por un lado, según lo expuesto por el propio Ministro, el nuevo swap incluiría una excepción que posibilitaria transformar yuanes en dólares por 5000 millones. Por otro, Brasil dispone hoy de cerca de 400.000 millones de dólares de reservas, lo cual podría permitirnos pensar en que a partir de que Lula asuma es posible avanzar en un convenio bilateral donde Brasil nos ceda unos miles de millones de dólares y Argentina garantice abastecimiento energético.
Estas dos condiciones podrían devolverle al gobierno la capacidad de controlar el mercado cambiario y poder a partir de allí estructurar un Programa Popular Antiinflacionario. Programa que debe inspirarse en las mejores tradiciones de las gestiones de signo popular. Ni el Austral ni la Convertibilidad son ejemplos a seguir por el gobierno actual. Ninguno de ellos puede asociarse con las demandas que hicieron posible el triunfo del Frente de Todos en el 2019. Tanto el Austral como la Convertibilidad se fundaron en la caída del salario real y una mayor regresividad distributiva. Hay que recordar la experiencia Gelbard que combinó congelamiento con aumento por suma fija de salarios y jubilaciones y de las asignaciones familiares.
En la Argentina actual, signada por la informalidad esto debiera hacerse agregando la puesta en marcha de un Ingreso Básico Universal (que reemplace los planes vigentes) para la población en situación de informalidad y desempleo, y el mejoramiento de la Asignación Universal por Hijo.
En este marco de congelamiento (no hay alternativa frente a una tasa del 100 %) el nuevo valor del tipo de cambio y de un nuevo sistema de retenciones debe hacerse contemplando la situación de los precios internacionales y de los distintos tipos de productores.
A la vez, esto debe efectuarse decretando la Emergencia Cambiaria y poniendo en marcha herramientas que penalicen e inhiban los comportamientos especulativos.
A su vez las tarifas (sobre todo las energéticas) deben fijarse evaluando seriamente los costos de producción locales. Solo con una política de shock, regulación eficaz, congelamiento y recomposición del poder adquisitivo de la mayoría de la población es que podremos salir de la actual situación de crisis y frenar el intento de retorno del neoliberalisno.