Crece la incertidumbre internacional, en medio de los desafíos domésticos
La semana pasada arrancó con un chubasco global y terminó con tiempo más o menos despejado. De todos modos, la incertidumbre internacional aumentó y se agregó a los nubarrones propios.
Desde hace tiempo hay indicadores que estarían mostrando que EEUU tiene mayor probabilidad de enfrentar un contexto recesivo, a partir de datos de consumo y empleo. Y frente a esto, da la sensación de que la FED ha demorado la esperada reducción de tasas de interés para atemperar esta dinámica. De hecho, el mercado mismo aprovechó las tasas relativamente altas de los bonos de largo plazo, anticipando futuras reducciones. Y a partir de esas compras, las tasas de largo efectivamente bajaron.
Todavía no hay señales de que la recesión allá sea inmanejable como para que afecte severamente a otras economías y a los mercados emergentes. Al contrario, podría verse solamente un soft landing y además esta reducción de tasas de interés podría fomentar el flujo de capitales hacia destinos con tasas más elevadas. Pero claramente la evolución de la actividad en EE.UU. no parece haber sido el principal desencadenante del pánico bursátil. Se ha mencionado el efecto de la suba de 15 puntos básicos de las tasas de interés por parte del Banco de Japón (de 0,10% a 0,25%) y fundamentalmente la posibilidad de nuevas subas por los riesgos inflacionarios.
Compras y ventas apalancadas de activos tanto en Japón como en el mundo podrían haberse revertido con esos anuncios (desarme de un carry trade), provocando el desplome bursátil. Del mismo modo, pudo haber ocurrido una repentina frustración (luego de una previa sobreestimación) respecto de la incidencia y resultados de las empresas vinculadas con la Inteligencia Artificial (NVidia entre otras).
Lo que fue pánico a comienzos de la semana, terminó con cierta recomposición de los valores bursátiles internacional. Lo relevante para Argentina es cuáles terminaron siendo los efectos colaterales de todo este episodio. En principio, no hubo mayores movimientos en las monedas de nuestros socios comerciales. De hecho, esta semana el Real brasileño se apreció (aunque tuvo una significativa depreciación desde inicios de año), al igual que el Euro, el Yuan y el Yen. De igual modo, los dólares paralelos se mantuvieron bastante estables y el riesgo país volvió a ubicarse por debajo de los 1600 puntos.
Sin embargo, insistimos que el frente externo y el tipo de cambio continuarán estando bajo presión, en un contexto de apreciación real y un flujo de pagos en dólares nada despreciable. Por último, dentro de los coletazos externos, se destaca la continua caída en el precio de cereales y oleaginosas, en donde estaría incidiendo las buenas condiciones climáticas en EEUU y Brasil. La tonelada de soja perforó los USD 400, cerrando la semana en USD 365, el nivel más bajo de los últimos 4 años
Esta semana mostró también que la inflación en CABA fue de 5,1% en julio, un número mayor a lo que se esperaba. La noticia no sería que los precios "aceleraron" sino que dejaron de desacelerar. Seguimos teniendo la idea de que resulta más difícil bajar de 4%/5% mensual a, digamos 1%/2%, respecto de la desinflación desde comienzos de año, después de la devaluación. Y será más difícil todavía si la economía comenzara a recuperar, cosa que todavía no se estaría evidenciando (a partir de una evolución mixta de indicadores líderes).
Al mismo tiempo, los datos de pobreza del primer trimestre del año se incrementaron al 55% de la población, desde el 45% del cuarto trimestre de 2023. Esto da la pauta que las condiciones sociales están crecientemente tensionadas, y que deberían verse resultados positivos en actividad económica para que el proceso actual pueda mantener los niveles de legitimidad del inicio de la gestión.