Conociendo la Teoría Monetaria Moderna
Recientemente, la directora del Grupo Provincia Julia Strada declaró que “el déficit público es necesario para poder crecer”. Esta afirmación anteriormente ya había sido sostenida por Fernanda Vallejos, diputada del Frente de Todos.
Conocida como MMT (por sus siglas en inglés), la Teoría Monetaria Moderna defiende el uso de la emisión monetaria para combatir el déficit fiscal. Esta teoría describe y analiza las economías modernas en las cuales la moneda nacional es una moneda fiduciaria, o dinero fíat, emitida por el Estado y de curso legal y forzoso. Uno de los predecesores originales de la TMM fue Georg Friedrich Knapp, quien sostuvo que el Estado puede crear billetes sin respaldo de ningún bien y hacerlos intercambiables al reconocerlos como moneda de curso legal, con el criterio de que el dinero de un Estado es el que se acepta en las oficinas públicas de pago.
El punto clave de la TMM, y lo que defiende Julia Strada en representación de una clara ideología política, es que un Estado monetariamente soberano es el proveedor monopolista de su moneda y puede emitir moneda de cualquier denominación en formas físicas o no físicas. Como tal, tiene una capacidad ilimitada para pagar los bienes que desea comprar, cumplir con los pagos prometidos en el futuro y proporcionar fondos a los otros sectores, por lo que la insolvencia y la bancarrota de este Estado no es posible, ya que siempre podrá emitir dinero para pagar sus deudas.
Anteriormente, otra de las figuras del Frente de Todos cómo es Fernanda Vallejos, también defendió esta corriente económica declarando que cuando un país posee un determinado nivel de soberanía monetaria, como es el caso de Argentina, es posible financiar proyectos de inversión que generen empleos bien pagados y útiles para toda la sociedad (en el sector público, por ejemplo). Con este enfoque, también sería posible pagar el déficit público que todo Estado no logre cubrir con su recaudación impositiva.
Esta teoría se basa en el concepto técnico de señoreaje, el cual refleja la capacidad de emitir moneda de un Estado para pagar sus deudas. Lo que esto deja de lado es que toda emisión monetaria que no esté respaldada por un aumento en la producción de bienes o servicios, derivará indefectiblemente en precios.
El pensamiento de Fernanda Vallejos no es erróneo si se lo lee desde una perspectiva de quienes no han sabido comprender la teoría planteada por Frederic Say, quien en su tesis definía que toda oferta crea su propia demanda. La forma correcta de entender esta teoría sería que para que una persona pueda demandar algo en el mercado, previamente debe haber ofertado un bien o servicio que lo faculte para obtener ganancias y, de esta manera, poder demandar en el mercado de bienes y servicios. De esta manera, una oferta previa, crea su demanda. Sin embargo, los keynesianos no supieron entender este concepto y pregonan por el hecho de que toda crisis económica se debe a una sobreoferta de productos frente a una alta escasez monetaria; por ende, para evitar una recesión, se busca estimular la demanda vía emisión monetaria, teniendo siempre en cuenta que este dinero, al ser la moneda de curso legal, será siempre demandado aunque sea para pagar impuestos públicos.
Acá entran en juego dos puntos importantes:
1. Al estar definido cuál será el dinero de circulación legal en el Estado, este deberá ser irremediablemente demandado para el pago de impuestos, por ejemplo.
2. Suponiendo que se trate de una economía en la cual las transacciones se realizan a partir de dinero fiduciario, el valor de esta moneda depende netamente de la confianza que tienen los agentes económicos y no del valor que el Estado quiera darle.
Teniendo en cuenta este último punto, es justo decir que si la demanda de dinero de circulación legal aumenta, la capacidad de emitir moneda para financiar el déficit también podría aumentar sin temer que repercuta directamente en los precios. Esto es lo que sucede en Estados Unidos gracias a la demanda global del dólar. Por el contrario, si ante variaciones de la base monetaria, la demanda real de dinero y la cantidad de bienes producidos en una economía se mantienen inmutables, irremediablemente tendremos inflación.
Refutando la Teoría Monetaria Moderna
Tanto Julia Strada como Fernanda Vallejos sostienen que el emisor soberano de moneda fiduciaria nunca puede ser insolvente. Para ellos, los impuestos no se usan para lograr ingresos para el gobierno, sino para regular la demanda agregada. Pero si ese fuese el caso, Venezuela debería ser el país que mejor regula la demanda agregada y no ser un país totalmente en ruina económica.
En otras palabras, los seguidores de la TMM podrían expresar sucintamente esta relación en palabras: Déficit presupuestario Público = Ahorro Privado Neto.
Al emitir más moneda, el ingreso disponible de la persona aumentaría, ya que se tendría una mayor cantidad de ingreso. Por lo tanto, el pago de impuestos afectaría a un porcentaje menor de este y permitiría que el usuario destine una mayor parte de su ingreso a consumir, ahorrar o invertir.
Sin embargo, hay algo que se deja completamente de lado y que es válido recordar. Según Ludwig Von Mises, el dinero es un representante del tiempo destinado al trabajo de producción, por ende, todo dinero existente debe tener necesariamente una relación de trabajo-producción por detrás. Recordemos lo que decía Say: para poder demandar, primero debo haber ofertado.
GASTAR SIN PRODUCIR, ES ROBAR. Es imposible crear artificialmente dinero sin que esto repercuta directamente en el valor de la moneda y que termine generando lo que comúnmente llamamos “impuesto inflacionario”.
La idea clave es que, en tanto el dinero es encarnación de valor –o sea, de tiempo de trabajo social– es imposible crear valor emitiendo dinero. En otros términos, es imposible sustituir el trabajo, como generador de valor, por la emisión monetaria. Pretender hacerlo es mero curanderismo social.
Aplicación de la Teoría Monetaria Moderna en una economía real
¿Qué podrían hacer Julia Strada y Fernanda Vallejos para lograr que un Estado pueda emitir indiscriminadamente su moneda y que esta no pierda su valor real de consumo?
Hay muchas políticas de índole intervencionista que se pueden aplicar, teniendo en claro que todas violan la libertad individual y de mercado. Entre ellas podemos encontrar cuatro ejes fundamentales:
1. Control de la producción por parte del Estado.
2. Control de precios de bienes y servicios.
3. Control de capital financiero.
4. Control de cambio para minimizar el impacto de una demanda de divisas que desplace a la moneda de curso legal.
Este último punto es fundamental para que pueda resultar la TMM, reflejando lo que nos dice la Ley de Gresham:
“Cuando en un país circulan simultáneamente dos tipos de monedas de curso legal, y una de ellas es considerada por el público como "buena" y la otra como "mala", la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena. En definitiva, cuando es obligatorio aceptar la moneda por su valor facial, y el tipo de cambio se establece por ley, los consumidores prefieren ahorrar la buena y no utilizarla como medio de pago”.
La fiscalidad y su poder legal para el pago de la deuda establecen el dinero fiduciario como moneda, dándole valor mediante la creación de la demanda en forma de una obligación de pago de impuestos. Si no se aplicara esta imposición de moneda oficial y se decidiera dolarizar la economía, por ejemplo, el Estado perdería cualquier posibilidad de señoreaje y la TMM no tendría validez alguna.
El enfoque de aplicación de la TMM que plantea Strada y Vallejos busca eliminar la respuesta natural del mercado a la inestabilidad política, social y económica de Argentina, esto es, desdolarizar la economía y que el peso represente el depósito de valor que actualmente representa la divisa estadounidense.
Sin embargo, caemos en el mismo error de siempre. Una moneda fiduciaria depende netamente de la confianza que los agentes económicos le brindan. El Estado puede hacer lo imposible por evitar el aumento de demanda de una moneda externa a la legal, y por ende aumentar artificialmente el valor de demanda de la moneda establecida por ley, pero el mercado siempre encontrará una forma para resguardar su valor, el mercado negro, por ejemplo, es un resultante de esto.
Creer que un Estado soberano en términos monetarios no necesita pedir dinero prestado porque lo puede crear, es no entender la dinámica de los mercados internacionales y la demanda/valorización de divisas. Hoy un bolívar venezolano vale menos que nada o tomemos un ejemplo con nuestra moneda y traten de ir a otro país y pagar con el peso argentino.
Strada se refugia en que el endeudamiento, aunque en puridad se produce con respecto a otro agente económico que debe aceptar ese compromiso, normalmente será posible porque supondrá un ingreso futuro para ese acreedor. Sin embargo, ¿qué sucedería sí un Estado entra en default? El compromiso adquirido por el acreedor quedaría nulo y la relación económica acabaría por completo, dejando a una de las partes sin su beneficio de intercambio.
Tal como dice Himan Minsky (1986) “los déficits producen los superávits, pero los primeros no pueden ser eternos en el caso del sector privado; sin embargo, sí pueden serlo en el caso del sector público, que no sólo emite la moneda que se utiliza generalmente sino que además tiene la autoridad para lograr que se utilice (a través, fundamentalmente, de los impuestos). De ahí que el ‘motor’ de la actividad económica sea el déficit público, no el privado”. Lo que se está dejando completamente de lado en esta afirmación es que solo el sector privado es el responsable de crear riqueza real. Todo dinero creado de forma artificial por el Estado, sin respaldo de una previa producción, carece de valor.
La visión clásica del monetarismo es que la “demanda efectiva” (incluyendo los déficits públicos) no puede preceder a la producción. Siempre hay demanda en la sociedad para las necesidades humanas. Pero sólo puede ser satisfecha cuando los seres humanos trabajan para producir cosas y servicios a partir de la naturaleza. La producción precede a la demanda en ese sentido y la utilidad marginal del bien producido determina el valor de esa producción.
Ningún agente económico privado tiene el poder que tiene el sector público para forzar la utilización de su dinero. Esta es la teoría de Georg Friedrich Knapp (1924).
Mediante esta acusación, Alfred Mitchell-Innes estaría haciendo responsable al ciudadano promedio por los efectos ocasionados emisión monetaria de una moneda impuesta por el Estado.
En cuanto al control de capital financiero, la perspectiva de la TMM argentina se basa en permitir el libre ingreso de inversores extranjeros, pero no su libre salida, ya que eso podría generar una debacle financiera. Eliminar la libre salida de capitales financieros sería la única forma de lograr que no hubiese una fuga tremenda de dólares, sin embargo, se violaría uno de los aspectos principales de aquellos países que pertenecen al pack de países emergentes, el cual es la libre circulación de capital. Y, además, ¿quién querría invertir en un país donde no se brinda protección jurídica ni libertad total de manipulación de activos?
Conclusión
Son varias las razones que demuestran la invalidez de la TMM en cuestiones prácticas, la pregunta final que podríamos hacernos sería: Si según los defensores de la TMM, el Estado siempre puede imprimir dinero para pagar educación, sanidad, pensiones e impulsar el consumo en base a la emisión monetaria, ¿para qué nos hace pagar impuestos?