Qué es la Casa de la Moneda: un símbolo histórico en la mira del ajuste estatal
El Gobierno de Javier Milei avanza en su plan de ajuste con el cierre de la Casa de la Moneda, la entidad encargada de imprimir billetes y acuñar monedas en Argentina. La decisión, que será oficializada vía decreto, plantea que los requerimientos monetarios se cubrirán a través de licitaciones y podría incluir la importación de billetes.
La Casa de la Moneda, una institución histórica en Argentina, se encuentra en el centro de la tormenta tras la confirmación de su inminente cierre por parte del gobierno libertario. Esta entidad, encargada de la acuñación de monedas y la impresión de billetes, pasaportes, estampillas y otros documentos oficiales, dejará de operar bajo el paraguas estatal como parte del plan de ajuste impulsado por el presidente Javier Milei. Según fuentes oficiales, el cierre se oficializará en los próximos días mediante un decreto, y todos sus empleados serán despedidos.
La Casa de la Moneda ha sido, desde su fundación en 1875, un pilar en el manejo de la emisión monetaria en el país. Actualmente, cuenta con más de 1.000 empleados que llevan adelante tareas esenciales como la impresión de billetes de curso legal y la acuñación de monedas que circulan en el sistema financiero argentino. Sin embargo, el gobierno argumenta que, en el futuro, estos requerimientos podrían ser cubiertos a través de licitaciones privadas, e incluso mediante la importación de billetes.
El cierre de la Casa de la Moneda forma parte de un paquete más amplio de recortes que incluye a otras empresas estatales. Según indicaron fuentes cercanas a la administración, este ajuste busca cumplir con el mandato de "déficit cero" que Milei ha marcado como prioridad. El argumento detrás de la decisión es la eliminación de cargos jerárquicos y la reducción de estructuras que, según el oficialismo, no aportan valor significativo al Estado. El caso de Trenes Argentinos Capital Humano, ya disuelto, es un ejemplo del tipo de recortes que busca llevar adelante el gobierno, con el fin de reducir, lo que consideran, gastos innecesarios y lograr un ahorro significativo.
No obstante, el cierre de la Casa de la Moneda no ha estado exento de polémicas. Por un lado, el organismo desempeña una función estratégica al proveer los billetes y monedas que sustentan la economía del país, por lo que su cierre plantea interrogantes sobre cómo se manejará la emisión monetaria en adelante. Además, la posible importación de billetes ha generado inquietudes sobre la dependencia de proveedores externos para un recurso tan crucial como la moneda nacional.
Otra crítica que se ha levantado en torno a esta decisión es el impacto en los empleados que quedarán sin trabajo. Al igual que ocurrió con los más de 1.300 trabajadores despedidos de Trenes Argentinos Capital Humano, el cierre de la Casa de la Moneda implicará un recorte de puestos de trabajo en un contexto donde el mercado laboral se encuentra tensionado.
La Casa de la Moneda también ha sido objeto de controversias en el pasado. En 2012, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, se destapó el llamado "Ciccone Gate", un escándalo de corrupción que involucraba la privatización de la empresa Ciccone Calcográfica, que había sido contratada para la impresión de billetes. El caso terminó con la condena del entonces vicepresidente Amado Boudou, que fue acusado de intentar quedarse con el control de Ciccone para obtener contratos millonarios del Estado. Este episodio manchó la imagen de la Casa de la Moneda y la vinculó a negociados turbios en el ámbito de la emisión de billetes.
A lo largo de su historia, la Casa de la Moneda ha jugado un rol crucial en momentos clave del país. Su capacidad de producción fue esencial en la transición económica de la década de 1990, durante la convertibilidad, y luego nuevamente durante la crisis de 2001, cuando el país sufrió una escasez de efectivo en circulación. En cada una de estas etapas, la entidad respondió a las demandas monetarias internas, asegurando la provisión de billetes y monedas a pesar de las tensiones políticas y económicas.
El cierre de la Casa de la Moneda no solo representa un cambio en la estructura estatal, sino también el fin de una institución que ha acompañado el desarrollo económico del país por casi 150 años. Para el gobierno de Milei, el ajuste es necesario para alcanzar un equilibrio fiscal. Sin embargo, el impacto de estas decisiones sobre la emisión monetaria y el futuro de la industria vinculada a la impresión de billetes en el país plantea desafíos que aún no tienen una respuesta clara.
En las próximas semanas, el gobierno avanzará con nuevas disoluciones de empresas públicas como parte de su estrategia de achicamiento del Estado, lo que podría incluir otras instituciones de relevancia similar a la Casa de la Moneda.