Marisa Kluger, la primera jefa comunal bonaerense: “La intendencia fue como tener otro hijo”
En 1987 se convirtió en la mujer en asumir al frente de un municipio de la Provincia. Su rol para lograr la ley de cupo, la militancia en el radicalismo y su relación con el entonces gobernador Antonio Cafiero: “Fue como un segundo papá”.
El 10 de diciembre de 1987 María Luisa Kluger se convirtió en la primera intendenta de un municipio bonaerense. En ese entonces, a diferencia de hoy, eran 126 los distritos de la Provincia. Y Marisa, como se la conoce, era la única mujer que había sido elegida para desarrollar el cargo.
Claro, no fue fácil. Basta con ver la cantidad de trabas con las que cuentas las mujeres hoy a la hora de acceder a lugares de peso para comprender que hace 35 años atrás todo era más difícil. Y ni hablar del machismo reinante. “Cada vez que iba a tocarle la puerta a ministro en La Plata para que me atienda, salía una secretaría y me decía: ‘Quédese tranquila que en 10 minutos van a recibir a su intendente’”, asegura, en diálogo con Data Clave, Kluger, que en las últimos días fue postulada para ser declarada ciudadana ilustre de la Provincia de Buenos Aires.
Kluger se acercó a la política gracias a su madre. “Ella era amiga de (Ricardo) Balbín. Era la militante, la que iba al comité, pero el que terminó siendo intendente fue mi papá”, recuerda. Y agrega que “en mi casa se hablaba todo el día de política. Mi papá siempre decía que todo lo hacía por su patria chica. Y fue ahí cuando aprendí a querer el rol municipal. Me lo inculcó y me lo dejó sellado. Siempre me decía: ‘La política no te da dinero, pero de deja grandes amigos’”.
Data Clave: ¿Y fue así?
Marisa Kluger: Asumí en un año muy difícil para el país. Una argentina muy complicada. Pero te lo digo así: fue más que eso. La política es familia. Cuando fui a mi primera reunión de intendentes, era la única mujer. No te puedo explicar la cara del gobernador (Antonio) Cafiero. Y para mí él, pese a que éramos de partidos políticos diferentes, fue un segundo papá. Siempre me llamaba para ver qué necesitaba. Lo mismo su señora. No puedo decir nada en contra de él.
DC: ¿Cómo era su relación?
MK: Muy afectuosa. Te cuento más. Cuando perdí mi reelección fue siete votos y Cafiero me llamó para decirme que “no puede ser”, que “hay que hacer algo”. Al poco tiempo me invitó a trabajar con él a Chile, donde fue como embajador. Pero le dije que tenía una hija chica y que no podía, pero que lo iba a recordar toda la vida. Cuando él volvió, ya era era legisladora. Un día vino a pedirme que le presente un libro. Fuimos con Chiche Duhalde y alguien del Frepaso, pero ni loca me leía el zocotroco que había escrito por lo que decidí hacerle un homenaje en vida. No te puedo explicar lo que lloraba. Esto es lo que tiene la política.
DC: ¿En esos años era otra la forma de hacer política?
MK: Distinta, sí. Pero no era fácil. Lo bueno es que se podía consensuar. Era otra forma. Sobre todo en los lugares pequeños. Yo fui candidata porque en el 83 quise ser secretaria del comité local y me preguntaron si estaba loca. Me dio mucha rabia y me propuse intervenir. Desde entonces afilié a un montón de gente y ahí mi viejo me mencionó la idea de que me presente en las internas. Yo no quería saber nada, pero me dijo: “Hacelo para dejar sentado un precedente”. Y lo hicimos. Cuando gané, le pregunté: “¿Y ahora qué hago?”. Y me dijo: “Ahora es más fácil que antes. Ya estás acá”.
DC: ¿Qué tipo de intendenta fue?
MK: El cargo lo desempeñé bastante bien pese a que algunos pensaban que no iba a hacer nada. Fue hermoso. La intendencia fue como otro hijo. Atendía a toda hora. En mi casa, en la plaza, en la municipalidad. Había un periodista de Bahía Blanca que cuando me entrevistó al ganar la elección me preguntó si iba a poner florcitas en el distrito. Recuerdo que le dije que sí, pero que también iba a hacer obras. Cuando me avisaron que venía al distrito para hacerme otra entrevista puse dos macetones en la puerta de Municipalidad. Era algo habitual que los hombres intenten tomarte el pelo.
Data Clave: ¿Qué lugar ocupa hoy la mujer en la política? ¿Cree que se avanzó?
MK: Creo que la mujer alcanzó lugares en lo legislativo, pero en lo ejecutivo cuesta más. No hay tantas. No sé si es porque no quieren presentarse o por los escollos. Debe ser por las dos cosas. Sería mucho más lindo que haya más mujeres intendentas porque hay cosas para las que las mujeres tenemos otra sensibilidad.
DC: También fue legisladora. Tuvo un rol importante en la ley de cupo.
MK: Llegué a La Plata encabezando la lista de legisladores provinciales de la sección. Era la única mujer en el grupo de legisladores. Decía que era injusta la ley de cupo porque era del 30 para las mujeres y del 70 para los hombres. Y cada vez que viajaba me encontraba con el reclamo de las mujeres. Por suerte pudimos avanzar. Pero era la misma Legislatura que cuando pedí presidir Asuntos Agrarios, me ofrecieron la Comisión de la Mujer. Es como que a una persona discapacitada, le ofrezca la comisión de discapacidad. No funcionan así las cosas.
DC: ¿Qué análisis hace del rol del radicalismo en la actualidad?
MK: Quiero que el gobierno cambie para bien. Y que Juntos tenga mucha participación de la UCR. Necesito que el partido encuentre ese lugar. Me crie con Balbín y Alfonsín, que fueron algo fuera de lo común. Mi partido necesita más fuerza para salir adelante, para lucirse. El macrismo no nos dio el lugar de participación que merecíamos. Un lugar que nos pertenecía para poder mejorar la calidad de vida de la gente.