Guzmán, Álvarez Agis y el fantasma del Plan “Erman-Bonex”
El ministro negó que vaya a haber un “plan de shock” para contener la emisión monetaria como en 1989, al tiempo que la renovación de deuda se hace cada vez más esquiva.
"La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa", decía Carlos Marx allá, por 1851, para reflejar, con ironía, ciertas trágicas similitudes.
La semana que pasó estuvo signada, entre otras cosas, por imágenes que remiten a una Argentina no muy lejana, la de 1989, cuando la cantidad de depósitos a plazo fijo era tan, pero tan grande, que generaron “una bola” de emisión que el Estado no podía pagar.
El país venía de una hiperinflación, la que terminó con el gobierno de Raúl Alfónsin, y se encaminaba hacia otra, la de Carlos Menem, pero en el medio estuvo el plan “ErmanBonex” en honor al ministro de Economía del mandatario riojano, Erman González.
Cómo la inflación se comía el dinero, la gente depositaba lo poco o mucho que tenía en plazo fijos, a una semana, 15 días o un mes, y con los intereses, trataba de eludir el alza de precios.
Esa cantidad de dinero fue creciendo vertiginosamente, hasta el que el 30 de diciembre de 1989, último día hábil del mes, González, aplicó un audaz plan para refinanciar el déficit financiero. Tomó todos los depósitos mayores a un millón de australes (si, el Austral era la moneda de ese tiempo) y les dio el equivalente en Bonos Externos a 10 años de plazo.
De esta manera, compulsiva, a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia, refinanció unos u$s 3.000 millones, en un acto que luego tendría el aval de la Justicia, debido al momento de “de perturbación social y económica” que vivía el país.
Está claro que ahora no hay hiperinflación, incluso se desaceleran los precios a base de tarifas congeladas y dólar planchado, pero la deuda crece y se hace difícil renovarla.
Economía colocó el martes pasado bonos porunos $146.300 millones que vencen entre febrero del año próximo y el 25 de marzo del 2023, y no logró así renovar los $ 220.000 millones que debía pagar esa semana.
Del total adjudicado, el 54% se hizo a través de bonos que se ajustan por la inflación (CER), otro 30% por la variación del dólar, y el restante 16% por la tasa Badlar y un rendimiento adicional.
Para esto, el Banco Central (BCRA) llevaba pagados en hasta julio unos $ 720.000 millones de intereses a los bancos por la deuda que asume cuando le compran Letras de Liquidez (Leliqs) o les toma créditos (pases pasivos), la misma cifra que pagó durante todo 2020.
Un días mas tarde, en una conferencia de prensa, el ministro de Economía, Martín Guzmán, negó que el Gobierno tenga en estudio algún “plan de shock” para reducir la emisión y la inflación.
Ese mismo día, pero una horas antes, el economista Emanuel Álvarez Agis, había advertido que “si no le damos una solución razonable a la devaluación del peso y a la inflación vamos a usar los billetes de $1000 para empapelar paredes”.
De esta manera, el exviceministro de Axel Kicillof durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner se refirió que “nadie se va a animar a ahorrar en pesos porque si antes había un quilombo cada 10 años, ahora el tiempo se acortó y hay cada cuatro o cada dos”.
Está claro que de repetirse, la historia esta vez no será una “miserable farsa”, tal vez ya estemos en el sainete, o el grotesco.