Gobierno teme que la inflación jaquee recuperación de la economía y apuesta a fortalecer los salarios
La aceleración de los precios, en particular de alimentos, encendió las alarmas en la Casa Rosada. En 2021 la economía mostró un crecimiento del 10,3% y el arrastre para este año es de 3%. La clave para 2022 está en apuntalar la recuperación salarial, que en los últimos cuatro años corrió de atrás a la inflación.
La inflación pone en riesgo el proceso de recuperación económica que inició en 2021. Esta es la premisa que llevó al Gobierno a declararle la “guerra” a la suba de precios, ya que es de vital importancia una recuperación en el poder adquisitivo de la población que impulse el consumo privado.
En su conferencia de prensa del lunes, en el marco de los encuentros con empresarios de alimenticias y supermercados, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, puso especial énfasis en este punto. El funcionario destacó el crecimiento del 10,3% en el PIB el año pasado y los datos del primer bimestre de 2022, por lo que enmarcó las medidas de controles de precios en ese contexto. Así, la economía superó los magros niveles de 2019 y se encuentra muy cercano a los de 2018. El último período del año pasado dejó un arrastre para el 2022 del orden del 3%.
Esto también roza las internas del Frente de Todos. El ala kirchnerista considera que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional implicará un límite al crecimiento y al margen de acción que tiene el Gobierno. Con precios minoristas por encima del 50% y cuatro años consecutivos de salarios a la baja, el principal temor son las elecciones del 2023.
Casi un 9% de inflación en el primer bimestre y la guerra en Ucrania con su efecto en los precios de los alimentos a partir de marzo, serían un factor adicional que dificultará el sostenimiento de la recuperación.
Para los funcionarios referenciados en el presidente Alberto Fernández, incluso para él mismo mandatario, el acuerdo con el FMI contribuirá a reducir las incertidumbres cambiarias y anclar las expectativas de devaluación, “contribuyendo al descenso gradual de la inflación”. Esta última es una reflexión que consignó en su último informe de política monetaria el Banco Central.
En medio de esta discusión está la carrera salarial del 2022. En 2021 los salarios avanzaron pocos puntos por encima de la inflación, después de caer en 2018, 2019 y 2020. Sin embargo, los mayores incrementos se dieron hacia el final del año, debido a las reaperturas de paritarias por una aceleración de los precios en el primer semestre, y los ingresos “corrieron de atrás” todo el año.
Según datos del Ministerio de Trabajo, el salario bruto correspondiente a la Remuneración Imponible de Trabajadores Estables en diciembre último promedió los $102.589,87. De esta forma, acumularon un aumento del 2,5 puntos porcentuales por encima de la inflación del 2021 (50,9%). Los informales quedaron muy por debajo de ese porcentaje.
“Esto implica que la paritaria en 2021 no fue mala en términos de cifras, pero llegó demasiado tarde. Si los aumentos no se hubieran demorado hacia el segundo semestre, el salario podría haberse defendido mejor”, señaló en un informe el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (Itega).
La pauta que tenía en mente el Gobierno para este año estaba en 40%, con la posibilidad de generar revisiones. Finalmente, el Ministerio de Trabajo convalidó una suba del 45% en cuatro tramos para el salario mínimo vital y móvil. La inflación esperada en estos 12 meses es superior al 55%.
Para Itega, hay posibilidad de que este año los salarios le ganen a los demás precios de la economía. Esto dependerá de cómo se distribuyen las cuotas de las paritarias y que las revisiones lleguen lo antes posible.
“Conseguir el crecimiento del salario real no será para nada sencillo, dado que la historia de la negociación colectiva muestra que no está preparada como institución para soportar siquiera inflaciones superiores al 30%, y que en los últimos años la economía se fue desplazando hacia el peor escenario, en términos de la evolución de la inflación y el salario real: inflación creciente y salario decreciente”, afirmó la Fundación.
El consumo representa entre el 70% y el 75% del PIB de nuestro país. Mantener el poder adquisitivo puede ser un impulso adicional a la actividad económica, que el año pasado dejó un arrastre del 3% para 2022. La guerra, la inflación y la inestabilidad propia de la economía argentina pone en riesgo esa mejora.