El diputado nacional por la UCR y ex ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, conversó en exclusiva con Data Clave a poco del acuerdo del Gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar los U$S 44 mil millones que tomó la gestión de Mauricio Macri.

El legislador tomó como una buena noticia el entendimiento con el organismo, pero al igual que gran parte de la oposición, plantea que el acuerdo no va a solucionar los problemas estructurales de la Argentina. "Solucionar con el FMI es simplemente solucionar una deuda, seguimos teniendo déficit", plantea.

A su vez, también cuestiona las últimas medidas del Gobierno en el sector agropecuario, a cargo del ministro Julián Domínguez. Asegura que el 2022 no terminará siendo el "año excelente" que esperaban y plantea que "Argentina va a perder más de U$S 6 mil millones en la balanza".

Por último, dio su visión sobre las internas que hay en el radicalismo, principalmente en la Cámara de Diputados con el bloque UCR y el espacio UCR-Evolución. Buryaile, más cercano a Mario Negri que a Rodrigo de Loredo, planteó: "Las internas no son malas, los problemas son los internismos. Veremos si se puede solucionar, ojalá que sí, pero lo veo muy difícil".

Data Clave: ¿Cómo vio lo que fue todo el proceso de negociación del Gobierno nacional con el FMI para llegar a un acuerdo por una deuda que se contrajo en la anterior gestión de la cual usted formó parte?

Ricardo Buryaile: Lo primero que tiene que hacer el Gobierno es limar las asperezas internas y alinear sus visiones. Desde Juntos por el Cambio lo hemos hecho y lo hemos ratificado: estamos para ayudar a los argentinos. Ahora, es muy difícil ayudar a alguien que no se quiere dejar ayudar. Tenemos a una vicepresidente (Cristina Kirchner) que permanentemente conspira contra cualquier acuerdo que se puede hacer. Creemos que los compromisos hay que cumplirlos, y Argentina los tiene. Somos conscientes de que hay vencimientos importantes, pero se sabe desde 2019. Estuvieron 24 meses diciendo que ya estaba el acuerdo y que se venía el Plan Plurianual. El Gobierno quiere hacer de esto una batalla ética al estilo de los holdouts, que tuvimos que terminar arreglando una batalla "contra los buitre" como la encararon. Ojalá el acuerdo con el Fondo sea lo mejor posible, ellos van a mostrar que fue una batalla contra los poderosos y van a decir que no se someten al imperio. Para colmo, en el medio de las negociaciones y en un momento de máxima tensión en Europa, organizan una visita a Vladimir Putin y a Xi Jinping.

DC: ¿Es necesario lo que exprese Cristina Kirchner para que el Gobierno pueda avanzar con el FMI? ¿No es en realidad una condición necesaria del Poder Ejecutivo? ¿Eran viables los plazos que había dejado Juntos por el Cambio?

RB: En realidad las deudas soberanas que hacen los países se pagan los servicios y se posterga el pago del capital, es lo que normalmente se hace. Argentina decidió no arreglar esto desde el principio y llevó la discusión a una refinanciación, sumado a que ya se pagaron más de U$S 3.800 millones que se podrían haber negociado en otros términos. Acá lo claro es que quien conduce es Cristina, tenemos un presidente con la palabra devaluada, que un día dice una cosa y otro día otra. Y no son cambios relativos de opinión, sino visiones muy profundas, por eso la política exterior de Argentina se termina respaldando en Nicaragua, Cuba y Venezuela, por más que después intenten subsanar los errores. Hace poco vimos la foto del embajador argentino en Nicaragua compartiendo palco con un asesino de argentinos y que está acusado por el atentado a la AMIA. El Presidente tiene una función bastante poco protagónica y vemos a los voceros de Cristina como el caso de Fernanda Vallejos, (Leopoldo) Moreau y a Claudio Lozano que son los que pedían la ruptura con el Fondo. Tratan de instalar la visión de caos y después llegan a un acuerdo como era lógico que sucediera.

DC: ¿Qué hubiese significado para la Argentina no haber acordado con el FMI?

RB: Estar afuera del mundo. El Fondo Monetario es un organismo que está integrado por países. Lo que le estás diciendo a esas naciones, cuyo sus principales accionistas son Estados Unidos, Japón y China, es que no les vas a pagar. Plantealo al revés. Si vos fueras inversor, ¿le pagarías a un cliente insolvente? No. Las inversiones se postergan, nuevos créditos no habrá, el sector privado que quiera endeudarse para invertir no podrá hacerlo, porque la tasa va a estar alrededor del 20% en dólares cuando el riesgo país es de 2.000 puntos, entonces el escenario de un default es muy malo para Argentina y para cualquiera. Muchos dicen "bueno, pero con esa plata podríamos hacer otra cosa". Es una visión muy cortoplazista y chiquita; Argentina necesita insertarse al mundo y ser parte del circuito financiero mundial.

Ricardo Buryaile, diputado nacional por la UCR

DC: ¿Por qué hubo tantas internas de Juntos por el Cambio por este tema? Desde su espacio, Gerardo Morales fue el más predispuesto a escuchar al Gobierno por las negociaciones...

RB: Lo que pasa es que los que tenemos visión de diálogo y colaboración, lo que recibimos son mensajes contrarios, una bofetada te diría. Morales lo que quiso decir es que la deuda es de todos los argentinos, que (Mauricio) Macri lo que había asumido es la deuda de los argentinos porque hay continuidad jurídica del Estado. Vos te endeudaste para pagar la deuda del Estado argentino, no de Macri. No comparto que haya habido algunos que salieron a criticar eso, no lo comparto. Pero al lado de lo que dijo Vallejos, que el Presidente era un "okupa" o un "mequetrefe", no es nada. Creo que Juntos por el Cambio mostró madurez, porque en la reunión original que no quiso participar, era amontonar sindicalistas, dirigentes, empresarios y piqueteros con los gobernadores. Este es un tema trascendente para el país y hay que tratarlo al máximo nivel. Después se vio que lo que expuso (Martín) Guzmán junto a los gobernadores no dio un solo número, entonces quedó como desinflado.

DC: ¿La tensión cambiaria que se vivió en la semana y la fuerte escalada del blue tuvo que ver con el escenario que planteó el Gobierno?

RB: Argentina tiene una deuda de U$S 350 mil millones. La del Fondo son de U$S 44 mil millones. Resolvemos eso y faltan U$S 306 mil millones. El problema de la Argentina es estructural, de déficit sistemático y constante. Ese déficit nos llevó a que hoy tengamos un endeudamiento de esta magnitud. Este Gobierno, que habla del endeudamiento de Juntos por el Cambio, ya lleva tomado U$S 40 mil millones de deuda en la mitad de su mandato. Es el Gobierno que más se ha endeudado año por año. Nuestro problema es no tener conciencia de que la inflación es un mal que ya está desterrado en los países, salvo en Argentina, donde somos el segundo o tercer país con mayor inflación del mundo. No tomamos conciencia de esto y el Gobierno nos quiere hacer creer que emitir dinero no genera inflación, entonces no hay control de gastos, se siguen subsidiando a los ricos a través de las tarifas de luz y gas, tenemos U$S 10 mil millones en subsidios a la energía. Solucionar con el Fondo es simplemente solucionar una deuda, ahora, seguimos teniendo déficit. Hasta que no tengamos equilibrio fiscal y superávit, el problema no se va a solucionar.

DC: ¿Es lo mismo endeudarse en pesos que en dólares?

RB: Si yo te pidiera a vos prestado $223 mil, ¿vos me prestarías $223 mil o U$S 1.000? Normalmente cuando no te tienen confianza con la plata, te prestan en moneda dura. El acreedor te condiciona en qué moneda vas a tomar. Ahora, no es cierto que Argentina no se esté endeudando en moneda dura, se está endeudando en pesos ajustado por dólares. Lo que están diciendo en realidad es que no importa si te endeudas en pesos, obviamente, porque emitís pesos y pagas, es como si tuvieses la plata del Estanciero. Vas a generar inflación para pagar la deuda, de tal manera de licuar tus compromisos, estafando al que te prestó, que es la sociedad. Cuando requerís auxilio de organismos internacionales multilaterales de crédito, te prestan en dólares, no en pesos.

DC: ¿Cómo está la situación en la Unión Cívica Radical con la ruptura de los bloques y la rebeldía de UCR-Evolución con Rodrigo De Loredo a la cabeza?

RB: No está bien lo que pasó. Hay que aceptar los resultados de las votaciones de los bloques. No comparto con lo que sucedió con el bloque Evolución, que no quita que yo tenga una buena relación con ellos. La sociedad espera un bloque de la oposición unido, consistente... pero a veces el internismo puede más que una interna. Las internas no son malas, los problemas son los internismos. Veremos si se puede solucionar, ojalá que sí, pero lo veo muy difícil.

DC: ¿Qué significa que "las internas no son malas, los problemas son los internismos"?

RB: No es malo que haya internas, es dirimir una contienda democráticamente. Internismo es cuando esa interna se lleva a niveles personales, entonces se discute más la persona que la idea. Y yo prefiero discutir ideas, no personas.

DC: De todos modos, ambos bloques votan de la misma forma... ¿Están discutiendo el 2023?

RB: No, son las personas. (Alejandro) Cacace, De Loredo, somos todos radicales. Podemos pensar un cachito distinto en algunas cuestiones, siempre hay matices. El problema es cuando eso se trató de llevar a una disputa de personas. Si me llevas a discutir una persona, no coincido, por eso surgen estas cosas. Lo lógico es que esto en algún momento se solucione.

DC: ¿Tiene algún candidato para presidente?

RB: (Risas) No lo sé, nosotros en el radicalismo tenemos a Facundo Manes, Gerardo Morales y Alfredo Cornejo como tres figuras importantes. Martín Lousteau da la impresión que va a centrarse en la Capital Federal. Yo voy a apuntar para que mi partido conduzca los destinos del país a partir de 2023, pero no dejo de reconocer que en Juntos por el Cambio hay otros candidatos como Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y también Mauricio Macri. Esperamos que tengamos la mejor propuesta, de esos nombres puede llegar a salir, ojalá.

DC: ¿Cómo está viendo la situación actual del campo y el trabajo en particular de Julián Domínguez?

RB: Desde el punto de vista productivo, lo que pintaba para ser un excelente año, va a terminar siendo un año que no sabemos cómo termina. Entre la pérdida de producción por la sequía y en algunos casos inundaciones, se estima que Argentina va a perder más de U$S 6 mil millones en la balanza. Desde lo productivo esperemos que termine lo mejor posible. Desde lo político, indudablemente que todas estas cuestiones, la presión impositiva más los cepos que pone los gobiernos a los bienes culturales, como el trigo, maíz y carne, interfieren en el mercado, distorsionan y siempre ganan los mismos, los poderosos, y terminan perdiendo los productores. Creo que no fue buena la decisión del ministro de cooptar un secretario técnico de una de las entidades, puntualmente de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas). No estuvo bien desde lo político, aunque él lo evaluará por el tiempo. A la tensión productiva y el malhumor que hay se generan estas cosas en donde se termina mezclando todo, generando un clima de disconformidad. El Gobierno está cometiendo más de los mismos errores, está interviniendo el mercado y ahora va a armar un fideicomiso para trigo y maíz que ya demostró no haber funcionado y que va a terminar con un aumento de retenciones. Y lo peor de todo es que las retenciones de los productores se las van a dar a los molinos y a los polleros para que la manejen y distribuyan más subsidios. Con este panorama, es claro que no hay buen ánimo.

DC: ¿No hubo ninguna mejora desde la salida de Luis Basterra y el arribo de Domínguez? En la previa se dijo que este cambio era para mejorar la relación con el sector agropecuario...

RB: Yo lo conozco a Julián, es un tipo de diálogo, trabajé con él en la Cámara de Diputados y logré una muy buena relación. Creo que se equivocó en algunas decisiones que tomó. Los siete cortes de carne vacuna que eran hasta el 2021 los prorrogó hasta 2023, lo de los volúmenes de equilibrio en lo que hace es distorsionar el mercado de maíz y de trigo a favor de los exportadores. Creo que esas decisiones terminaron enturbiando lo que podía ser una mejor relación y un mejor diálogo.