Cruces entre Rosada, filas K y massismo encarnan un "diciembre festivo" que llega como agua en el desierto
Dirigentes alineados con Sergio Massa y Cristina Kirchner volvieron a cargar contra la "metralleta del off" que sale desde Balcarce. Se empieza a mover la segunda línea de los dirigentes pensando en 2023.
El cierre de fin de año para el Gobierno parece ir contra la lógica de lo que fue todo el 2022: en medio de un año lleno de incertidumbre por la crisis económica, el aumento de la pobreza y los salarios cada vez más deprimidos, el oficialismo llega a las fiestas de fin de año con la cifra de inflación mensual más baja desde marzo y con la moral del pueblo por las nubes por una Selección Argentina que llegó a la final de la Copa del Mundo.
Diciembre suele ser un mes de fuego para los oficialismos y básicamente es por dos motivos: el balance de fin de año por la tarea realizada y la necesidad de que las fiestas se desarrollen “en paz” y con todas las familias pudiendo llevar comida a la mesa.
El trayecto 2022 para el Gobierno estuvo lejano a esa idea de “positividad”. En julio de 2022, Martín Guzmán presentó su renuncia de manera intempestiva y sin lugar para que el presidente Alberto Fernández pudiera elegir un sucesor en tiempo y forma y así enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados. Tras la asunción de Sergio Massa como un “súper ministro”, y luego de algunos huracanes que tuvo que atravesar, Argentina se encontró en diciembre con una inflación que fue en contra incluso de los pronosticadores más optimistas del Gobierno.
La inflación de noviembre alcanzó al 4,9% y fue la cifra más baja desde el mes de marzo. Ante esto, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó que se llegó a un 85,3% de inflación en lo que va del año y un 92,4% a nivel interanual.
El dato económico no se traduce en alegría de la población, pero sí fue un festejo a puño cerrado en una Casa Rosada que aumenta su optimismo de cara a 2023. Y ese cuadro de optimismo se acrecenta cuando se ve a una Selección Argentina que penetró de lleno en el corazón de los argentinos y le terminó generando un desborde de entusiasmo que la política le viene sacando desde hace algunos años. En términos objetivos, probablemente a partir de 2017, cuando inició el cuadro de crisis del Gobierno de Mauricio Macri y se agravó con el de Alberto Fernández.
Ahora la lógica del poder oficialista pareciera haber tomado otro giro bastante interesante: pasó de tener funcionarios que se desligaban del Gobierno al cual representan a querer apropiarse de un diciembre bastante fructífero en cuanto a resultados y que, al mismo tiempo, genera expectativas hacia el futuro.
Y ese protagonismo que vimos, en la práctica, se transformó en enojos y tironeos que forzaron las tres patas de la coalición del Frente de Todos: Albertismo -o lo que queda de él-, massismo y kirchnerismo. El primero fue el que dio la patada inicial. A través de un medio de comunicación, filtraron un enojo manifiesto con los otros dos espacios por no haber participado del acto por los tres años de gestión del Presidente de la Nación.
La publicación periodística era bastante elocuente. Las frases en off hacían alusión a que Alberto Fernández “todavía” seguía siendo el Presidente y que, según esa persona que evitó dar a conocer su apellido, era el mejor candidato posible para 2023.
Los otros socios del Frente de Todos salieron a responder en on a esa publicación periodística. La primera fue la camporista Paula Penacca, una de las espadas más filosas del kirchnerismo en el Congreso. “Cristina no va a ser candidata por la persecución, el hostigamiento y la proscripción a la que la sometió la mafia judicial y mediática. En la Casa Rosada parece que lo festejan porque aumenta las chances electorales de Alberto. Qué triste que además lo digan en un off", lanzó la legisladora.
Lo sorprendente es que también hubo respuestas en ese tenor desde el riñón de Sergio Massa, que suele tener a dirigentes más medidos y no tan predispuestos a la confrontación interna. El que devolvió gentilezas fue Ramiro Gutiérrez, la principal persona de confianza del ministro de Economía en la Cámara de Diputados. “Mientras en la rosada armaban actitos boutique @SergioMassa cerró las mejores licitaciones para la Argentina y bajo la inflación, menos actos y más laburo!!!”, se quejó en sus redes sociales. Curiosamente, el tweet duró un par de horas y luego decidió borrarlo.
Lo curioso de todo esto es que Gutiérrez eliminó su tweet al instante siguiente de que Data Clave le preguntara a otro dirigente de su espacio si coincidía o no en la idea de exteriorizar la interna en las redes sociales. “Siempre hay boludos, en todos lados”, fue la respuesta que le dio un dirigente del massismo a este medio, sin dejar en claro si fue una crítica a su propio compañero o a los off que salen desde Balcarce.
Más allá de estos tironeos entre dirigentes de segunda línea, lo cierto es que los socios de la coalición oficialista empiezan a ver luz al final del túnel tanto en resultados de gestión como en diversas encuestas que marcan un descenso de la imagen negativa del Frente de Todos. A eso se le suma que el peronismo tiene un “vía libre” electoral con la última renuncia pública de Cristina Kirchner a querer ser candidata en 2023. ¿De quién es diciembre, de Massa o de Alberto Fernández? Una pelea por el protagonismo que se da ahora y que podría tener un capítulo más fuerte en las elecciones presidenciales.