Otra vez un gobierno argentino le reza al Santo Patrono de la agricultura para que le envíe desde el cielo la solución a sus problemas de caja. Y nuevamente parece que San Isidro Labrador oyó los desesperados ruegos de los creyentes. ¿Habrá sido así? Tal vez Julián Domínguez -de cercanos vínculos con lo celestial- haya enviado alguna plegaria.

Pero más allá del misticismo, lo cierto es que la cotización de la soja y el maíz alcanzaron su máximos en más de ocho meses. La demanda por la oleaginosa, que está cerca de los U$S 600 por tonelada, podría salvar al gobierno de Alberto como lo hizo durante los períodos de CFK y Néstor Kirchner. La sequía afectó menos de lo que se creía y Guzmán espera que los dólares del campo desinflen al blue. Si se repite lo ocurrido en 2021, lo recaudado por retenciones en marzo de este año podrían llegar a los U$S 2500 millones, una cifra cercana a los U$S 2.800 millones que hay que pagarle al Fondo el 22 de marzo.

Los datos parecen estar ayudando al ministro de Economía, que se ilusiona con que los ingresos de dólares de la agro exportación sigan creciendo. La realidad parece darle la razón: durante enero fue el mayor ingreso en seis años. Pero el optimismo del Gobierno se debe también a que esta semana, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) recortó en su informe mensual de sus previsiones de producción para Sudamérica menos de lo que estaba previsto: 134 millones de toneladas para Brasil (-5 Mt vs. enero), 45 Mt para Argentina (-1,5 Mt) y 6,3 Mt para Paraguay (-2,2 Mt),

La reducción de las cosechas, afectadas por la sequía, fue menor a lo que se esperaba y los precios se dispararon. Pero no es solo la soja: el maíz también alcanzó un máximo de ocho meses. Así, el USDA recortó sus estimaciones de producción de maíz para Brasil a 114 Mt (-1Mt vs. enero).

Lo cierto es que los ingresos por derechos de exportación son claves para calmar la sed de dólares del mercado argentino y tranquilizar a los técnicos del FMI, cada vez más preocupados por los orígenes de los ingresos que tendrá Argentina para reducir el déficit fiscal y poder repagar los préstamos de casi 45.000 millones de dólares que tomó el ex presidente Mauricio Macri. Si los precios internacionales mantiene a la soja cerca de los U$S 600 por tonelada, como cerró este miércoles en Chicago, y del maíz, que ayer terminó a U$S 254, siguen en alza, el campo volvería a ser el salvavidas financiero del cuarto gobierno kirchnerista, como lo fue en los otros tres.

La buena performance de la soja y el maíz empujó al alza también al trigo, que se recuperó ayer un 0,6% a U$S 287. En 2021, solo el complejo de soja generó U$S 6.271 millones en retenciones, que representaron un 74% del aporte tributario de las principales cadenas de valor granario. En el Palacio de Hacienda  se ilusionan con llegar a casi U$S 7.000 millones para este año.

Como Néstor y Cristina, Alberto podrá usar la soja y el maíz para contener el dólar y el FMI

Pero los precios de la soja -que tuvieron una suba de casi 18% en los últimos 17 días y se ubican niveles similares al de abril de 2021- también serán de gran ayuda para el gobierno en el Congreso, cuando tenga que votarse el acuerdo con el FMI. Y es que la reducción del déficit que pide el FMI, la cual deberá ser de entre -0,5% y -1% para este año, podría ser superior si los ingresos por derechos de exportación se redujeron con respecto a 2021.

Algo que ahora los datos del USDA contradicen, allanando la aprobación del acuerdo con el Fondo en Diputados e incluso pudiendo convencer a los legisladores más díscolos de La Cámpora y el propio Máximo Kirchner, a quien ahora le quedaría discutir como tema central la reducción de los subsidios a la energía para bajar el déficit, como lo exige el organismo crediticio y que fue la razón principal de la salida del hijo de CFK de la presidencia del bloque del FDT.