CFK afirmó que el padre Mugica enseñó que "nunca hay que agachar la cabeza"
Al encabezar un homenaje en memoria del sacerdote, asesinado hace 50 años por la Triple A, la exmandataria recordó además que el religioso venía de una clase social acomodada, pero que "comprendió el evangelio y no le quedó más remedio que hacerse peronista"
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó hoy que “la mejor enseñanza” que dejó el cura Carlos Mugica, de cuyo martirio se cumplen hoy 50 años, “es que nunca hay que agachar la cabeza ante lo que está pasando”, y consideró que el sacerdote “comprendió el evangelio y no le quedó más remedio que hacerse peronista”, al encabezar un homenaje al religioso en el Instituto Patria, ubicado en el barrio de Congreso.
“La figura de Mugica es imposible de reducir a una estampita. No fue un cura guerrillero, como Camilo Torres (religioso colombiano). Era alguien que venía de las clases acomodadas porteñas, pero entendió el evangelio y no le quedó más remedio que hacerse peronista, villero y seguir la opción por los pobres”, señaló Cristina Fernández.
De esta forma, la exmandataria abrió el breve discurso que pronunció en el inicio de la ceremonia de “entronización” de la Virgen de Lujan en el Salón de las Mujeres del Bicentenario que se inauguró esta semana en la entidad de estudios políticos que dirige.
Cristina Fernández contó que el impulsor de este homenaje, quien de manera “muy intensa” le insistió para que la virgen estuviera en el Instituto Patria y que esa presencia se concretara el día en el cual se recuerda el 50 aniversario del asesinato de Mugica a manos de la Triple A.
La dirigente peronista que ejerció la jefatura del Estado en dos períodos de gobierno afirmó además que Mugica era, “como dice el propio papa Francisco, en un pastor que olía a oveja, aunque muchas veces, en la jerarquía de la Iglesia hay muchos que huelen a lobos”.
La también exvicepresidenta recordó que, en la actualidad, el Gobierno nacional “no envía alimentos” a los comedores populares y en los barrios populares “hay gente que no come un día sí y otro no”.
“Muchos piensan, que ‘cómo puede ser que, con todas esas cosas, haya gente que siga apoyando” al gobierno de Javier Milei, y a modo de respuesta formuló un breve repaso por las últimas cinco décadas de la historia argentina.
“Tras la muerte de Mugica y de ‘el pelado’ (Enrique) Angeleli –obispo de La Rioja asesinado en los primeros meses de la dictadura militar--, vino un tiempo de mucha violencia. Entonces, muchos decían que no sabían nada. Por eso, los que dicen que esto que pasa ahora ‘nunca se vio’, deben recordar esos tiempos”, observó.
Y en ese sentido, subrayó: “Este es un momento de mucho individualismo, pero si algo nos enseñó Mugica, quien sabía que lo iban a matar, es que para cambiar las cosas no hay que agachar la cabeza”.
Para Cristina Fernández, Argentina vive en la actualidad “un momento único de individualismo”, fomentado por las políticas que implementa la administración libertaria, y recordó estrofas del Himno Nacional argentino
“La libertad es una noble palabra, pero primero, se habla en el Himno de la noble igualdad. Las cosas hay que decirlas completas y por su nombre: libertad e igualdad”, puntualizó.
Carlos Mugica, quien eligió dejar atrás una condición social privilegiada para abrazar la vocación religiosa al servicio de los pobres, se convertía hace 50 años en un símbolo del compromiso de la Iglesia con los sectores populares, al caer asesinado por la organización parapolicial Triple A, que comandaba el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega.
Se ordenó sacerdote en 1954, en la época en la que Juan Domingo Perón había entrado en un conflicto sin retorno con la jerarquía de la Iglesia Católica, una de las incidencias que fueron determinantes para el derrocamiento del fundador del justicialismo, un año después.
Como cura joven se incorporó a los equipos pastorales que hacían trabajos en los conventillos de Buenos Aires, y allí percibió el dolor que el derrocamiento de Perón había provocado entre los pobres.
Se unió al movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo; visitó a Perón en su exilio en Madrid y, tras charlar largamente con él, entendió que debía volver rápidamente a la Patria para luchar en favor de los humildes desde los preceptos del evangelio.
Volvió a Barrio Norte y se instaló en el altillo de un edificio, desde ese lugar contemplaba la formación de la villa de Retiro. Era ahí donde este cura joven, locuaz y pintón quiso dar la comunión; organizar actividades; ofrecer talleres; armar campeonatos de fútbol e impulsar una bolsa de trabajo.
Al ganar Héctor Cámpora las elecciones presidenciales de 1973, Perón le propone a Mugica sumarse como asesor al Ministerio de Bienestar Social que dirigía López Rega. Luego de varias consultas con compañeros de sacerdocio y militantes villeros, el sacerdote acepta un cargo honorario.
Las diferencias con “El Brujo” se hicieron insalvables y Mugica, en una asamblea del Movimiento Villero de Liberación decide presentar su renuncia al cargo y volver a su misión pastoral.
“Tengo los días contados. Sé que me van a matar y será López Rega. No me importa, lo único que no quiero es que le carguen el crimen a otros”, le confió a su hermano Alejandro.
El sábado 11 de mayo de 1974, todavía bajo el gobierno de María Estela Martínez de Perón (Isabelita), tras oficiar misa en la capilla San Francisco Solano, Mugica recibió 14 balazos de parte de una banda dirigida por Rodolfo Eduardo Almirón, un sicario de López Rega.
En 1984, un sujeto llamado Juan Carlos Juncos confesó frente al juez Eduardo Hernández Agramonte, que López Rega le había pagado una suma cercana a los 10.000 dólares para matar “a ese curita que lo perjudicaba políticamente”.
El entierro del padre resultó multitudinario y los habitantes de la villa llevaron a pulso su féretro hasta el cementerio de La Recoleta. En 1999, sus restos fueron trasladados a la parroquia Cristo Obrero de la Villa de Retiro.