La semana comenzó con un “market crash”, una corrección de precios con muy pocos precedentes en el mercado internacional en los últimos 20 años.  La percepción de riesgo medida por el VIX se disparó hasta picos intradiarios de 65%, niveles que solo fueron superados en los últimos 20 años en dos oportunidades: los peores días de la pandemia en 2020 y la crisis internacional de 2008. 

Podemos especular sobre varias causas (malos datos de empleo en EE.UU., rumores de suba de tasas en Japón, malos datos de algunos reportes de ganancias en EE.UU.) pero ninguna justifica la desproporcionada reacción. Igual de sorprendente que la corrección fue la recuperación que tuvieron los activos de riesgo, que prácticamente cierran la semana neutros después del lunes negro.

Lo que si cambió fue el contexto de aquí en adelante, sobre todo en términos de tasas de interés, un aspecto crucial para Argentina de cara a 2025. El “flight to quality” que gatilló la corrección provocó también una baja de interés de corto y de mediano plazo que reconfiguró el escenario económico. Esta baja de tasas está relacionado además con la caída de las chances de que Donald Trump gane las elecciones el próximo noviembre. En la narrativa de mercado, un gobierno republicano es sinónimo de tasas de interés más altas en el futuro.

Por otra parte, el mercado recalibró su expectativa: ahora es que la FED no solo dé inicio al proceso de recorte de las tasas de interés en septiembre, sino que además vaya más rápido de lo previsto inicialmente. El mercado espera ahora con una probabilidad de casi 50% un recorte de 50 puntos básicos en la próxima reunión. 

 La baja de las tasas internacionales es crucial para Argentina, sobre todo considerando los vencimientos en dólares que deberá afrontar el próximo año. Por el nivel de vencimientos, el balance cambiario en 2025 no cierra y es condición necesaria que el gobierno recobre acceso al mercado para refinanciar su deuda o realizar alguna operación de canje. En un entorno de tasas de interés internacionales más bajas, las operaciones que deberá enfrentar el gobierno son potencialmente más simples.

El market crash también afectó la dinámica cambiaria del resto de nuestros pares emergentes, lo que significa una ayuda adicional. Tras un período de depreciación sostenida, en los últimos días las monedas emergentes comenzaron a apreciarse nuevamente. En el corto plazo, esto alivia la presión sobre el tipo de cambio oficial y especialmente sobre la acumulación de reservas internacionales por parte del BCRA, que durante julio se convirtió en vendedor neto por USD 138 M. 

La notable mejora de las condiciones financieras a nivel global resulta de mucho valor para Argentina, que durante los primeros meses de 2025 deberá enfrentar su “hora de la verdad”. Algo que se verá potenciado en por el armado de las elecciones legislativas, a suceder también el año próximo.

En este contexto, los precios de los activos financieros locales mostraron resistencia – algo que se vio bien reflejado en la brecha cambiaria, que no necesitó de la intervención oficial - y el gobierno logró algunos buenos resultados macro que solo se vieron condicionados por una inflación mayor a la esperada en CABA.