Ser celíaco sale caro: la diferencia de precios entre una canasta básica con y sin gluten
Mientras la legislación avanza y se abren puertas a nuevos productos que podrían equilibrar la balanza de precios, la carga económica sigue siendo desproporcionada. Hasta que el mercado y las políticas logren cerrar esa brecha, las personas con celiaquía deberán seguir enfrentando un doble costo por algo tan esencial como alimentarse.
En la actualidad, existen numerosas dietas que se adaptan a todos los gustos: algunas se basan en tipos de alimentación, como el vegetarianismo y el veganismo; otras buscan un objetivo específico, tales como las hipocalóricas, las dirigidas a deportistas, las bajas en azúcares, entre otras; y hay quienes las eligen según sus principios éticos y su estilo de vida. Adoptar una de estas dietas es una decisión personal, pero en algunos casos un régimen alimentario estricto es la única alternativa para ciertas personas, la única manera de mantener una buena salud y sentirse bien.
Este es el caso de quienes padecen celiaquía. En términos médicos, se trata de una enfermedad autoinmune y crónica que daña las microvellosidades del intestino delgado, afectando la absorción de nutrientes. Se desencadena por la ingesta de proteínas (comúnmente conocidas como gluten) presentes en el trigo, la cebada, el centeno y, posiblemente -de no tratarse de su versión pura-, la avena (TACC), así como en cualquier alimento que se elabore con estos ingredientes.
Todos conocemos a alguien con celiaquía: un familiar, un amigo, un compañero de trabajo. Hoy en día, hay más conocimiento sobre esta enfermedad, y también una mayor oferta de productos que permiten cumplir con esta dieta, pero ¿qué es un alimento sin gluten?
El Código Alimentario Argentino (CAA) definía a un alimento libre de gluten como aquel preparado exclusivamente con ingredientes que, por su origen natural y el cumplimiento de buenas prácticas de elaboración para evitar la contaminación cruzada, no contenía prolaminas provenientes del trigo, avena, cebada y centeno. A su vez, el contenido de gluten en estos alimentos no podía superar el límite de 10 mg/kg.
Desde diciembre del año pasado, la legislación cambió. Actualmente, los alimentos y bebidas son considerados “sin gluten” cuando se demuestren la eliminación efectiva del gluten y no contengan prolaminas y glutelinas derivadas del trigo, avena, cebada y centeno. A su vez, si se utilizan enzimas en los procedimientos para removerlo deberán estar incluidas en un listado aprobado por la CAA.
Esto abre la posibilidad de que se vayan incorporando otros alimentos, por ejemplo, los elaborados a base de cebada (como podría ser una cerveza) o de avena, siempre y cuando se demuestre que cumplen con el máximo permitido en el contenido de gluten. De hecho, ya en algunas dietéticas se comercializa avena sin gluten.
Ahora, en términos económicos, podemos señalar que la canasta alimentaria básica cuesta un 168% más para personas celíacas. Con esta coyuntura, se construyó una canasta básica de alimentos consumidos habitualmente por personas celíacas y se la comparó con una canasta de productos con Gluten. Ambas se componen de 6 productos: harina, fideos, galletitas, pan lactal, pan rallado y avena.
Los precios se relevaron en supermercados que venden productos para las dos categorías y se calculó un promedio entre las principales marcas.
La canasta con Gluten tiene un valor total de $9.120, mientras que la canasta apto celíaco tiene un valor de $24.650. Hay una diferencia de 170% entre las dos canastas, lo cual refleja el significativo costo que implica tener que consumir productos aptos para celíacos.
La modificación en la legislación permitiría pensar en un acortamiento de la brecha entre productos con y sin gluten debido a que mayor cantidad de alimentos, con diversos ingredientes, podrían comercializarse. Esta interacción y la posibilidad de una mayor competencia en el mercado abriría la posibilidad de una baja en los precios.
La realidad es clara: ser celíaco en Argentina no solo implica un desafío para la salud, sino también un golpe al bolsillo. Mientras la legislación avanza y se abren puertas a nuevos productos que podrían equilibrar la balanza de precios, la carga económica sigue siendo desproporcionada. Hasta que el mercado y las políticas logren cerrar esa brecha, las personas con celiaquía deberán seguir enfrentando un doble costo por algo tan esencial como alimentarse. La "medicina" diaria, lamentablemente, implica un esfuerzo económico considerable en el presupuesto mensual.