Pasamos rápidamente de la incertidumbre local a partir de un próximo acuerdo con el FMI a la incertidumbre global por la  confirmación de Donald Trump, en su anuncio en el Jardín de las Rosas, de los aranceles recíprocos que ya había amenazado imponer en los primeros días de su gobierno. 

En una tabla de dudosa confección comparó los aranceles promedio que le imponen a productos norteamericanos en un conjunto de países y los que impondrá Estados Unidos para establecer esa aparente reciprocidad. A la Argentina le tocó un arancel del 10% a todas sus ventas. Dejemos de lado por un momento los efectos de los aranceles en el comercio global y la producción. Pero pongamos una perspectiva de cuánto significa el anuncio en términos de aranceles promedio. El Budget Lab de Yale ha hecho el cálculo para compararlo con el arancel promedio histórico. En el siguiente gráfico queda claro que el nivel arancelario promedio superaría el 22% (incluyendo el aumento de aranceles ya efectivizado durante el año), un nivel que no había sido registrado sino en 1909, incluso superando los niveles de la  década del 30. El arancel efectivo promedio venía siendo entre 2% y 3%.

Ese mismo centro de investigación calculó que, además del impacto en precios en la economía estadounidense, la suba de tarifas implicaría un PBI menor en 0,9pp en 2025, y 0,6pp sería su incidencia permanente en el PBI de largo plazo. De este modo, está claro que la FED estará frente al dilema de acomodar las tasas a una menor actividad o a un aumento de precios.

Las represalias no tardaron en llegar, sobresaliendo el anuncio de China de imponer aranceles del 34% a los productos importados desde EEUU a partir del 10 de abril. Evidentemente, el anuncio original de Trump podría verse atenuado en las próximas semanas a partir de diversas negociaciones bilaterales, de un modo no muy diferente a los regateos propios de un mercado persa. Un anuncio reciente de Vietnam confirmó lo dicho por Trump de que el país asiático podría eliminar todo arancel a productos norteamericanos para llegar a un acuerdo. Por lo pronto, Argentina podría intentar negociar algunas excepciones dada la cercanía personal entre ambos presidentes (que lógicamente se encuentran en veredas contrarias desde el punto de vista de la ideología económica).

De cualquier manera, la incertidumbre sobre el futuro se exacerbó, provocando fuertes caídas en las bolsas y precios de commodities. El petróleo Brent cayó casi USD 10 en estos dos días (de USD 75 a USD 65 por barril), valores que no se veían desde 2021, no sólo por una recesión más probable sino también por la decisión de OPEP+ de avanzar en sus planes de aumento de producción. OPEP+ dispuso reintroducir en el mercado 411.000 barriles diarios (bpd) en mayo, frente a los 135.000 bpd previstos anteriormente. Con un futuro tan incierto, se deberá mirar muy de cerca los distintos breakevens de la producción en Vaca Muerta, pero por lo pronto las decisiones que impliquen más Capex e inversiones de escala podrían ponerse en pausa.

La represalia de China a los productos de EEUU, al mismo tiempo, podría significar una oportunidad para Argentina, que en realidad corre muy detrás de Brasil y EEUU en sus ventas a China. Pero esta guerra comercial provocó la caída de casi 6% en los futuros de mayo, con lo cual no está muy claro cuánto pueda aprovecharse de esa oportunidad. Para una potencia como EEUU, la imposición tan grande de aranceles no sólo provoca el aumento de precios en su economía, sino que también deprime los precios de los países productores, lo que impone un desafío serio. Dentro de las distintas alternativas de escenarios futuros, es posible que algunas cadenas globales se deterioren afectando la producción en algunos eslabones y países. Por otro lado, también puede dificultarse el reemplazo de una producción en un país por la producción en EEUU, lo cual el producto final también se vería afectado. Al mismo tiempo, el comercio global claramente se vería afectado dando lugar a ineficiencias y pérdidas de excedentes, cuando existían relaciones comerciales y encadenamientos de eslabones con buenas productividades, que se habían logrado con décadas de esfuerzo.

Con todo, no son pocas las estimaciones que muestran un deterioro en la capacidad mundial de producir cosas eficientemente. Los motivos de esta iniciativa, y la racionalidad económica, los discutiremos en un próximo informe. Pero en principio podemos decir que si el objetivo era reducir el déficit externo de EEUU (ciertamente grande, pero no tan enorme como antes de la crisis sub-prime) lo importante era una coordinación con otros países relevantes dado que las iniciativas unilaterales pueden verse afectadas por reacciones comerciales o cambiarias de otros países.

Por ejemplo, hay que recordar cuando el Yuan superó el valor de 7 por dólar en 2019 fue visto en aquel año como una represalia. Además, hay diversos países que, por distintas restricciones, se autoimponen metas sobre el balance externo, que es lo que está haciendo ahora EEUU, lo que podría originar una carrera hacia el caos. No hay que descartar, entonces, que toda esta incertidumbre tenga muy pocos efectos sobre el balance externo de EEUU.