No es tiempo de caudillos, ni de promesas vacías de cambio
En tiempos de crisis política, económica, social y de representatividad, es cuando más se necesitan modelos virtuosos de verdadera renovación.
En múltiples oportunidades, la tan reclamada renovación de la política solamente se cristaliza en buscar rostros populares y atractivos de cara a una elección. El ingreso a la política de algún deportista, artista o referente del sector empresarial parece ser una brisa de aire fresco pero, en el fondo, todo se mantiene igual. Son las formas y no el fondo.
Lo ocurrido en Chile merece un análisis especial. Un grupo de jóvenes nacidos en la militancia universitaria, iniciaron un proceso. Un camino largo y difícil buscando crear un movimiento de ideas consistente y duradero.
Y están dando un ejemplo en la región, ya que la renovación de la política, no es cambiando una cara, sino que el verdadero cambio se produce cuando existen ideas y se construye de abajo hacia arriba, logrando una base real de apoyo político y pueden acceder al gobierno, como ocurrió días pasado en la República de Chile. Es un ejemplo a analizar. Desde ya, que la victoria de Gabriel Boric es solamente el comienzo. Llegaron al gobierno pero el verdadero desafío comienza ahora: que la consolidación de sus ideas se transforme en un real beneficio para la sociedad.
En nuestro país, la lógica política se construye y desarrolla desde una cúpula, con políticos encerrados y hablando entre si, intentando armar una alternativa en torno a una figura carismática, quien promete solucionar todos los problemas gracias a su iluminación y talento.
Es bueno recordar que este modelo mesiánico sin sustento real, ha sido la constante en muchos países de nuestra América latina.
En tiempos de crisis política, económica, social y de representatividad, es cuando más se necesitan modelos virtuosos de verdadera renovación.
No es tiempo de caudillos, ni de promesas vacías de cambio. Es fundamental apuntar a construcciones políticas legítimas, con convicciones y perseverancia, para consolidar los muros de contención, antes de pensar en los intereses personales y en el desarrollo político individual.
La dirigencia política de nuestro país, está en condiciones de romper los vicios históricos de la construcción política endogámica o seguir, como viene sucediendo desde hace muchos lustros, cometiendo los mismos errores y horrores, alejándose cada vez mas con las soluciones y tensando el vínculo entre representantes y representados. La historia reciente del mundo muestra que la soga, si se sigue tirando, puede romperse.