Argentina y el problema de la transferencia
La situación argentina en 2021-2022 revitaliza esta vieja polémica. El Gobierno Nacional actúa buscando generar entendimientos con las potencias mundiales para redefinir un programa con el FMI, que permita avanzar en un sendero de ordenamiento macroeconómico que no genere una recesión.
El problema de la transferencia consiste en la dificultad que tiene un país para realizar grandes pagos al exterior en moneda extranjera. Keynes predijo en “El problema alemán de la transferencia” que Alemania no iba a poder realizar los pagos acordados con los aliados luego de perder la 1° Guerra Mundial. Acertó Keynes, aunque el debate permanece: los pagos de las reparaciones dieron origen a la hiperinflación alemana.
La discusión más importante persiste hasta hoy, un siglo después: ¿es un problema presupuestario o de balance de pagos?
La visión “presupuestaria” dice que ajustando el gasto el país eventualmente podrá generar los recursos para volver a pagar. Sus exponentes suelen plantear si el país no puede o no quiere realizar los pagos, inclinándose por la falta de voluntad.
Esta visión simplista parece ignorar el hecho empírico de que la mayoría de los países prefiere pagar, si puede, para evitar un conjunto de penalidades comerciales y financieras con fuerte capacidad de daño. Por eso se suelen demorar mucho las reestructuraciones de deuda soberana, como pasó en Argentina en el 2018, según afirma la evaluación ex-post del propio FMI.
La posición “keynesiana” apunta a que la deuda expresada en moneda extranjera genera una dificultad adicional al problema presupuestario. Si el Estado Nacional gasta menos pesos, ¿qué le asegura que pueda obtener la moneda extranjera necesaria para pagar al exterior? No hay garantías.
Keynes planteó como condición necesaria para incrementar las exportaciones una importante caída de los salarios alemanes (medidos en oro). Tampoco esto aseguraba el resultado. Finalmente, Keynes opinó que el problema de la transferencia como estaba planteado era imposible de solucionar.
Para enfrentar estos problemas se creó el FMI en la segunda posguerra. Un repaso de sus intervenciones permite afirmar que ha sido poco exitoso, sino perjudicial para aquellos países que acudieron en su ayuda. Por eso, siempre se vuelve a la necesidad de exportar más, porque es la única fuente sustentable de divisas para equilibrar el balance de pagos.
El problema de la transferencia en 2022
La situación argentina en 2021-2022 revitaliza esta vieja polémica. El Gobierno Nacional actúa buscando generar entendimientos con las potencias mundiales para redefinir un programa con el FMI, que permita avanzar en un sendero de ordenamiento macroeconómico que no genere una recesión.
Al mismo tiempo, busca impulsar a los sectores exportadores a través de beneficios fiscales, condiciones de certidumbre y el fortalecimiento de la estrategia exportadora. El Plan Gas, los decretos de grandes inversiones para exportaciones, la ley de economía del conocimiento y el superávit comercial (especialmente con Brasil) fueron algunos hitos recientes en este sentido.
La mayoría de la oposición hace permanentes referencias a que lo más urgente es ajustar el gasto público y le pide al Gobierno “que se haga cargo” del problema, pero no acude a las reuniones programadas para su tratamiento. La excusa para no ir es que no hay plan. Pareciera que no se quiere realizar el esfuerzo intelectual de repasar qué ha estado haciendo y diciendo el gobierno. EL PLAN ES CRECER, Y CRECER EXPORTANDO CADA VEZ MÁS.
La visión del Gobierno considera las enseñanzas de la historia económica nacional e internacional. Las crisis argentinas suelen ser consecuencia de desequilibrios del balance de pagos. La receta ortodoxa de equilibrar el frente externo mediante un proceso de ajuste sobre el consumo y la inversión siempre ha generado recesión, más pobreza y desocupación.
Es momento de que todas las fuerzas políticas se plieguen al oficialismo en esta verdadera batalla que está dando la Argentina ante el FMI, para sostener la fuerte recuperación en curso. La situación en la que nos dejaron permanece demasiado conflictiva como para especular con beneficios cortoplacistas.
Son tiempos de grandeza y de defensa de los intereses nacionales. Los sindicatos, el sector privado y gobernadores que no son parte del Frente de Todos ya se han comprometido a acompañar la posición oficial. Se acaban las excusas y el pueblo castigará las mezquindades de la dirigencia que no esté a la altura de las circunstancias.